ºEpiólogoº

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["Miénteme, tus mentiras son mi vida y tú mi oxígeno.
Dime la verdad, y destrózame, pero dime la verdad.
Da igual si me mientes o me dices la verdad, sólo quédate
conmigo y no me sueltes."]

Mentir. Todo empezó con esa palabra tan asquerosa. Bright siempre se preguntaba porqué la gente se sentía bien al ver a inocentes caer en sus trampas. Él no era la mejor y más honorable persona, evidentemente, pero tampoco era una mierda. Sí, él podía ser un imbécil, un idiota, un insensible, un irresponsable y mucho más, pero jamás un mentiroso. Sólo de eso se jactaba cada vez que le recriminaban sus defectos en la cara, como usualmente lo hacen las personas sin carácter ni dignidad que pelean con armas que ni siquiera son de ellos. Pero bueno, Bright siempre se preguntaba, ¿Qué tiene de placentero ver el sufrimiento de los demás? ¿Qué se sentía tener una máscara de algo que no era él?

Aún cuando niño, si él rompía alguna ventana por accidente jamás intentó culpar a alguien más, por que sabía lo feo que resultaba eso en una persona. Desde esas edades le daban asco las personas así.

Quejarse tampoco era una opción, gracias a eso había aprendido tantas cosas, había ganado tanta experiencia y más importante... Ahora estaba Win.

Sintió su garganta seca y su cara adormecida en la misma expresión. Intentó moverse lo más leve posible para no despertar a la persona a su lado. En cuanto salió de la cama se percató de el terrible tiempo que hacía, llovía afuera y hacía un frío de mierda, probablemente debió vestirse con alguna camisa antes de salir de la cama.

Caminó por el pasillo de la casa vacía, silenciosa, su garganta sintió el alivio al sentir el líquido insípido pasar a través de ella. Regresó a la cama en cuanto su sació su sed, mientras escuchaba los estruendos de la lluvia y los truenos afuera. Volvió a meterse en las cobijas, abrigándose e intentando entrar en calor. Miró el reloj en la blanca pared, no daban más de las cuatro y cuarto.

Miró a Win, dormir tan plácidamente y tan tranquilo. Cada vez que lo veía, se sentía igual de fascinado que la primera vez, aunque observarlo ya se había convertido en una costumbre. Suspiró cansado y a la vez satisfecho de mirarlo. Se volvió a recostar, al cerrar los ojos sintió unos dedos suaves deslizarse lentamente por su mejilla. Rápidamente abrió los ojos y lo miró, Win lucía tranquilo, con una sonrisa en la mirada, pero los labios inmóviles.

Es temprano.

Bright lo dijo con el tono de voz más tranquilo que pudo lograr, intentando no arruinar el ambiente.

Win sólo continuó con el recorrido de sus dedos sobre la cara del chico como si no lo hubiera escuchado.

Win a veces le parecía tan extraño, y tan difícil de descifrar, a veces era tan complicado que lo único que podía hacer era quedarse a su lado, en silencio. De todas formas ya no planeaba moverse de allí, ahí era su lugar.

Las emociones de ambos eran demasiado confusas a veces, tan complejas. Justo como esa mañana, Win se mostraba tan inusual, con una cara nostálgica e insomnio.

¿Quién dijo que en el amor siempre entiendes a la otra persona?

Abrázame, Bright.

Win tenía los ojos cerrados, parecería que estaba completamente dormido. Él no era del tipo que hablan dormidos, ni siquiera roncaba. Lo que sí hacía era sonreír mientras dormía, cosa que siempre le quitaba el sueño a Bright.

C'etait tojours toi; Brightwin Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum