16. Las almas en pena

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El señor O'Brien tenía los ojos abiertos como platos: aquella brillante luz le había robado toda su atención

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El señor O'Brien tenía los ojos abiertos como platos: aquella brillante luz le había robado toda su atención. Él y sus estudiantes estaban estupefactos, no podían creer lo que habían visto.

—Señor William, ¿qué fue eso? —preguntó Dennis, tembloroso.

—No lo sé, pero siento que algo no está del todo bien aquí —contestó el docente, sintiendo un fuerte escalofrío—. Temo que los secuestradores hayan regresado. No quiero que seamos sus presas, pero el miedo tendrá que permanecer inmóvil un rato, necesitamos avanzar.

Una niebla aún más espesa cubrió todo el lugar. Aquella señal significaba que las almas en pena por fin eran libres y estaban listas para terminar lo que habían empezado años atrás.

—Enciendan las linternas, no quiero que nos perdamos. Por lo que más quieran, no se separen de mi lado.

—¿Qué haremos con Corina y Jordan? Ellos también desaparecieron. —Daniela tragó una pequeña cantidad de saliva.

—También los buscaremos, pero primero, necesitamos llegar a las oficinas del campamento para reportar esto.

Corina y Jordan seguían en la cabaña. Ambos estaban sentados en el suelo, observando a la nada.

—Oye, debemos irnos, la niebla se está tornando más densa. —Corina se puso de pie y se asomó por la ventana.

—Me pareció haber visto una linterna en aquel mueble de allá, tomémosla y larguemos de una buena vez.

—¡Perfecto! Iré por ella.

Los estudiantes salieron de la cabaña y comenzaron a adentrarse a lo más profundo del bosque.

Mientras tanto, Inés Gallagher intentaba comunicarse con Dina, sin embargo, por culpa del clima, la señal iba y venía. Al principio perdió todas las esperanzas, pero al observar de nuevo su teléfono, notó que había algo de conexión; sus ojos brillaron como un diamante. La mujer llamó a su compañera en menos de un segundo.

—¿Qué ocurre, Inés? —preguntó Dina en voz baja y apacible.

—¿Dina? ¿Me escuchas? —inquirió la señora Gallagher, jadeando.

—Sí, te escucho. ¿Qué fue lo que pasó?

—Ya encontramos a Thomas...

—¡Uf! ¡Qué alivio! —Dina suspiró, aliviada—. Ahora tráiganlo de regreso.

—¡Aún no termino! Lo que acaba de pasar es terrible...

—¡Explícame ya, mujer!

—Unos hombres se llevaron a Thomas y...

—¡¿Cómo?! ¿Pero él está bien?

—¡No lo sé! Solamente vimos que el auto en el que iba perdió el control y cayó colina abajo, hubo una explosión, Thomas salió del río y tenía unos ojos demoniacos, y...

La ColinaWhere stories live. Discover now