Capítulo 2

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   Neville no volvió a ser el mismo luego de ese día. Estaba completamente distraído en clases, se olvidaba de las cosas, no prestaba atención a las burlas habituales de Severus Snape, y ya había recibido más de un llamado de atención de la directora McGonagall. Pero él no se daba por aludido. No podía, simplemente no después de haber visto que perdía a la mujer que amaba sin siquiera haber tenido oportunidad de decirle sobre sus sentimientos.

   Sabía que otra vez se estaba comportando de manera patética, Luna tenía todo el derecho de estar con quién quisiera, no le debía nada a él, no le había prometido nada; incluso aquel beso que le dio en la mejilla como agradecimiento ese día frío en que su chal había volado de sus hombros y él se metió al Lago Negro para recuperarlo para ella, no era más que eso: un beso de agradecimiento al verlo chorreando el agua helada que formaba un pequeño charco a sus pies. Pero él se había hecho tantas ilusiones ese día… Ahora su amor de la niñez se había quebrado con esa voz de hombre en las habitaciones privadas de Luna, y no era más que bordes irregulares que parecían cortarlo en carne viva cada vez que intentaba dormir…

   Neville suspiró, hacía una semana desde el hecho y el dolor no parecía querer irse pronto. Aunque tal vez algo tenía que ver también con el hecho de que no podía dejar de mirarla y estar pendiente de ella cada día, aunque Luna no parecía ser consciente de su presencia. Neville sufrió por ello, porque ella era bella y él era tímido y no se atrevía a confesar que la amaba…

   No, no había caso. Era mejor intentar olvidar.

******

   Olvidar no era algo fácil, pensó Neville esa mañana en el desayuno, más cuando a quien quieres olvidar desaparece inexplicablemente sin dar una explicación. O más bien da una explicación un tanto ambigua antes de marcharse quién sabe dónde.

   Minerva McGonagall le dijo, cuando le preguntó por su paradero, que Luna le hizo llegar una nota con una disculpa por no poder impartir sus clases durante la semana que comenzaba, pero no dio más explicación que el que tenía que retirarse de Hogwarts por ese tiempo.

   Neville estaba desconcertado, Luna nunca había abandonado sus obligaciones antes, y mucho menos era de esas personas tan irresponsables para avisar que se ausentaría sin tanto tiempo de antelación que sería imposible buscarle un remplazo… Entonces pensó que seguro algo tenía que ver con ese hombre que estuvo con ella en su habitación, seguramente él la había arrastrado a alguna “aventura” fuera de Hogwarts difícil de rechazar para ella.

   Triste, desalentado, Neville pasó esa semana más deprimido que nunca, y aunque sus clases al menos lo mantenían “entretenido” para no pensar, durante las noches, cuando no había más que hacer, se iba a caminar cerca del Lago Negro, torturándose con los recuerdos de las horas que había pasado allí con Luna, hablando de mil cosas, en ese primer año cuando ambos llegaron a Hogwarts para ser profesores. Pero al final del año anterior, y lo que llevaba de este, Luna ya no volvió a reunirse con él. Seguramente porque tenía mejores cosas que hacer durante esas horas en su habitación, que caminar y hablar con él, pensó.

   Se sentó al borde de la landa que domina el lago. El viento se agitaba aullando bajo la pobre y tímida luz de la luna. Neville se encontraba cercado por sombras heladas, pero no sentía el frío. Todo su pensamiento vagaba por los recuerdos. De repente se estremeció al ver una silueta que había llegado hasta allí sin que ningún ruido la anunciara.

-¿Recuerdas la leyenda del Guardián de las Criaturas que te conté una vez?

   Era Luna. La reconoció enseguida incluso cuando la escasa luz impedía verla claramente. Neville no supo cómo reaccionar, quería preguntarle tantas cosas, pero principalmente dónde había estado, por qué se había marchado de esa manera. Pero entonces se acordó que ella le hizo una pregunta y estaba esperando la respuesta.

-Sí, lo recuerdo –contestó –Fue justo aquí donde me lo contaste. 

-Sí. Mi padre fue quien me lo contó cuando era niña –dijo sonriente –Él siempre me decía que sólo a las personas buenas, que no hacían daño a las criaturas, se les aparecía –Tras esas palabras se quedaron en silencio por unos momentos, tiempo en el que Neville estaba pensando la mejor forma de hacerle las preguntas que rondaban por su mente –Quisiera contarte un secreto –volvió a hablar Luna, justo en el mismo momento que Neville se decidía a abrir la boca.

-¿Un secreto que te hace feliz? –Preguntó frunciendo el ceño sin poder evitarlo, sospechando a donde se dirigía esta charla al haber cambiado tan drásticamente el tema del principio. Aunque eso era algo común con ella.

  -Sí.

-Ya sé que es –contestó, su tono sonando como un bufido aunque no había pretendido que fuera así.

-¿Lo sabes? –Preguntó Luna inclinando su pálido rostro tan cerca del joven que éste pudo pensar que iba a darle un beso, aunque ella sólo quería leer, a pesar de la oscuridad, en sus ojos.

-Sí, se que estás en una relación –contestó cuando pudo recuperarse de esa sensación de vértigo que le dio el tenerla tan cerca –Que tienes un novio. Con quien te fuiste en esta semana que no estuviste en Hogwarts. Los oí la noche que… la planta. Ya sabes –simplemente concluyó para no tener que hablar sobre la vergüenza que pasó ese día al ser atrapado por el Lazillo del desprevenido que él mismo había colocado en la puerta del invernadero.

   Luna pareció ligeramente extrañada al principio, pero luego sonrió. –No –dijo –Yo no tengo novio. A quien oíste hablar era al Guardián de las Criaturas. Él va diariamente a mi habitación a instruirme, a ayudarme en la preparación de mis clases.

   El tono con el que dijo esto era tan penetrante y tan particular, que Neville la miró inquieto, como se mira a una persona que dice una monstruosidad o que se aferra a alguna loca visión en la que cree con todas las fuerzas de su pobre cerebro enfermo.

-¿El Guardián de las Criaturas va a tu habitación? –Repitió como un estúpido eco.

-Sí, es allí donde lo oigo todas las noches –dijo –Era él quien hablaba cuando escuchabas tras la puerta. Pero yo creía ser la única en escuchar su voz.

   Neville se echó a reír a carcajadas.

   Luna se volvió hacia él con aire hostil; sus ojos, por lo general tan dulces, relampagueaban.

-¿De qué te ríes tanto?

-Lo siento –dijo el joven, cuyas ideas comenzaban a confundirse ante la actitud agresiva de Luna –Es sólo que por un momento creí que me lo decías enserio.

-¡Y lo hago! –Exclamó Luna haciendo que Neville dejara de reír al instante.

-Pero eso no puede ser. El Guardián de las Criaturas solo es una leyenda, Luna. No existe en verdad.

-¿Entonces quién es el que me visita todas la noches? ¿Quién es el que me ayuda a preparar mis clases de cada día?

   Neville no contestó al principio, un tanto inseguro de qué respuesta dar. Estaba convencido de que el Guardián solo era una leyenda, una de las tantas que se les contaba a los niños antes de dormir. Pero entonces ¿quién hablaba con Luna por las noches?

-Creo, –empezó, buscando la mejor manera de decirle lo que sospechaba sin dañarla o hacerle sentir como una tonta –Creo que alguien se está burlando de ti, Luna –dijo al fin.

-Ya veo –contestó la chica simplemente. Su sonrisa se había ido, así como su enojo de minutos atrás, y ahora parecía más bien triste mientras se levantaba, daba media vuelta y se dirigía hacia el castillo.

-¡Luna! –La llamó Neville, pero ella no se volvió ni se detuvo.

   Neville también volvió a Hogwarts muy abatido, muy descorazonado y muy triste. No había querido lastimar a Luna, ni ofenderla, pero le pareció preciso decirle lo que pensaba; no era como si iba a dejar que alguien se estuviera burlando de ella tan descaradamente como lo estaba haciendo. Lamentablemente, la imaginación de Luna, su alma tierna y crédula, la educación primitiva que había llenado sus primeros años de un cúmulo de leyendas, el continuo pensamiento de su padre fallecido recientemente, la hacían un blanco fácil para cualquier persona lo bastante maliciosa y sin escrúpulos que quisiera jugarle una broma.

   ¿De quién era víctima Luna? Esa es la pregunta que Neville se hacía a sí mismo durante esa noche que se le antojo eterna.

ÁNGEL DE MÚSICA (Luna - Voldemort)Where stories live. Discover now