PARTE 11&12

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Noviembre 17

— Estoy enfermo — soltó el humo de su cigarrillo al aire.

Una ligera brisa meció sus cabellos, el color de la tarde los hacían ver más dorados, su mirada azulada se fijaba en las olas aunque realmente no las estaba viendo.

Después de esa semana de sesiones había tenido su primer diagnóstico, y aquella tres letras aún resonaban en su cabeza como un eco, para él sólo significaba que su cabeza no estaba bien, que estaba enfermo y que para lo que él tenía no había una cura que lo pudiese ayudar y que la probabilidad que aquella entidad lo dominara bajo ciertos escenarios de estrés estaba ahí. Pogo quizás estaría esperando cualquier momento para salir y él no sería capaz de detenerlo porque ni siquiera se daría cuenta.

— No estás enfermo bebé — Horacio estaba a su lado fumando otro cigarrillo aguantando las ganas de querer abrazarlo para no incomodarlo, para que aquellos sentimientos confesados y no respondidos no perturbaran más a Gustabo.

— La escuchaste, no tengo cura, Horacio. — dejó salir en un tono apagado después de dar otra calada de humo. — Estoy enfermo Horacio, deberías alejarte de mí — sentenció pero aquellas palabras no le habían causado ninguna gracia al de la cresta.

— No lo voy a hacer, puedes venir a terapia, dijeron que era tratable yo puedo acompañarte. — no iba gritar, no iba reclamar, no iba dejar que la rabia que sentía por esas palabras salieran frente a Gustabo.

— ¿Por qué? ¡Puedo hacerte daño, puedo lastimarte y yo ni siquiera lo voy a saber! ¿Por qué no puedes alejarte, Horacio? — Sus lágrimas caían de sus ojos, el cigarrillo había terminado en el suelo, Gustabo ahora lo mirada al rostro como si esperara que su respuesta le diese alguna esperanza

— Porque te amo. Te lo dije — respondió acercándose a él tomándolo de los hombros — Dijimos que íbamos a estar siempre juntos Gustabo, lo prometimos. — concluyó mirándolo a sus azules ojos dejando que este soltara toda esa pena cuando se abalanzó contra su pecho.

El lagrimeo de ambos había cesado después de unos minutos Horacio obligaba con sus manos a que Gustabo lo mirara al rostro, odiaba verlo de esa manera, odiaba ver esos ojos en Gustabo, odiaba no ver una sonrisa en sus labios.

— Gustabo... me gustas ¿Te gusto? — dejó salir con sus ojos puestos en los del rubio sabiendo que aunque no respondiera aquellas azulinas lagunas se lo dirían.

— Cómo que... —

— Me gustas ¿Te gusto? —presionó una vez más viendo como las orejas de Gustabo se tornaban de un tono más rojizo.

— Tal vez también me...— pero por mucho que Horacio ansiaba escuchar esas palabras era demasiado impulsivo para escucharlas por completo, su boca terminó unida a la de Gustabo en aquel beso que llevaba tiempo imaginando, saboreando los labios que llevaba tiempo pensando que sabor tendrían, Gustabo coló sus manos entre los brazos de Horacio y al igual que el otro sus manos terminaron acariciando las mejillas y la pinchuda barbilla de Horacio mientras ambos pensaban por qué habían tardado tanto tiempo darse un beso cuando se sentía tan bien.

Enero 14

— ¿Qué haces bebé? — Gustabo no sabía en qué momento había llegado, no había escuchado la puerta ser abierta ni los pasos acercarse a él, sólo cuando estuvo detrás de él con su boca detrás de su oído y sus manos rodeando su abdomen lo notó

— Buscaba mi otra camiseta del trabajo, no le encuentro— su manos seguían buscando entre la ropa del armario dejando que la comodidad de sentir a Horacio cerca lo envolviera.

Su rutina no había cambiado tras aquella confesión, seguían comportándose casi de la misma manera, dormían juntos, cenaban juntos, por la tarde veían la televisión, o si tenían ganas de salir iban con su coche a dar una vuelta a la ciudad buscando algo para hacer o sólo distraerse, la única diferencia que ahora existía eran los besos que llegaban a los labios de Gustabo en algunas ocasiones, la jugarreta que tenía Horacio de apretarle el trasero en público mientras Gustabo le reclamaba con un "basta cabrón", cómo a veces se recostaba en su pecho en medio en una película y como los abrazos como el que tenían ahora se hacían más frecuentes.

Gustabo giró su rostro para buscar los labios de Horacio a modo de bienvenida dejando que sus bocas se unieran y sus lenguas se rozaran entre sí.

— Estás salado joputa — habló entre risas alejándose de la boca de Horacio.

— Y no es lo único que tengo salado para ti bebé. — Gustabo con la ceja levantada de Horacio y su sonrisa coqueta frente a su rostro, sabía que en aquellas palabras sólo la mitad era de broma.

— Que cerdo eres— respondió mientras sentía las puntas de los dedos de Horacio colarse por debajo de su camiseta tocando directamente su piel, su manos seguían subiendo y tocando los costado de su pecho, rozando la punta de sus pezones hasta quitar por completo el trozo de tela blanco dejando expuesta más zonas donde Horacio podría depositar sus besos.

Había comenzado como una jugarreta, pero al ver a Gustabo dejándose llevar por sus labios, por sus manos y ver como este le respondía arqueando su espalda decidió seguir, quizás ese sería el momento que llevaba meses esperando, aquel momento en que podría sentir el placer de conectarse con Gustabo y dejar de tener que hacerse una paja cuando la calentura de ver a su pareja/amigo/compañero lo embargara y no quisiese presionarlo a dar ese paso.

Iría con calma tanteando el terreno, deteniéndose cada cierto tiempo para preguntar si el otro estaba seguro.

Gustabo buscó los labios de Horacio, el sabor a sal había dejado de importarle, sentía su piel erizarse con cada roce de su piel desnuda contra las manos del de cresta, provocando una corriente eléctrica cada vez que se acercaba a ciertos puntos de su cuerpo y en una de esas mismos espasmo su culo terminó presionándose contra la entrepierna de Horacio.

Era una sensación nueva, una sensación extraña pero no desagradable y sería un mentiroso al decirse que no le estaba gustando, él mismo aumentaba la presión de sus cuerpo, buscaba la boca de Horacio y ansiaba que la ropa dejara de estorbar en ese momento para poder sentir a Horacio más fundirse con su piel.

Still TogetherWhere stories live. Discover now