Parte II

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Muy pocos sabían la verdadera historia sobre la muerte de una de las hermanas James, o eso creían.

Ciertamente, solo la familia lo sabía, los demás como gente cercana a ellos o habitantes del pueblo en el que vivían servían nada más que para parlotear, crear hipótesis o chismes con los que pudieran hablar las próximos semanas y pues así fue con la muerte de Meredith o mejor conocida gracias a sus padres, como Olivia.

Meredith Olivia James Morton falleció un 04/03/1988, a la edad de dieciocho años. Se decía que había sido suicidio por las marcas de las muñecas, también que había sido un accidente por el fuerte golpe en su cabeza o que alguien cuyo corazón lleno de malicia la había empujado al lago, dejándola que se ahogara, siendo su muerte más desesperante y quien lo hubiese hecho claramente la conocía a la perfección, pues muy pocos tenían conocimiento de que la pobre no sabía nadar, por lo que no pudo haber batallado por mantenerse más tiempo viva.

¿Cómo fue que realmente murió?, era lo que se cuestionaba aquel joven Thomas al escuchar a su tía abuela citar las distintas versiones que muchos de allí se habían encargado de inventabar. Pero ¿Qué era cierto? ¿El suicidio? ¿Había sido un accidente? O simplemente existía otra causa, ¿Asesinato, quizás?

El joven aun poseía una enorme curiosidad por saber que había sucedido en con su tía. No obstante, la anciana Cristina dejo de responder al interrogatorio que le hacia su sobrino, dejándolo solo en la habitación con una taza de café en mano, galletas de jengibre en un plato y un gigantesco afán por descubrir lo acontecido hace unos cuantos años atrás.

El chico puso sobre la mesa la taza de café vacía, en compañía del plato con virutas de galletas y seguidamente, abandonó la habitación.

Comenzó a husmear por cada rincón de la casa en busca de alguna pista y claro estaba que no se rendiría fácilmente hasta saber la razón por la que hay tanto misterio sobre la muerte de su tía Olivia. Ya que nadie responde a sus preguntas sobre lo que pasó, simplemente las evaden o muy las respuestas son limitadas, escasas de detalles sobre los hechos de ese día.

Aunque a su parecer, se puede percibir el nerviosismo en sus voces lo cual no le da buena espina. Lo que más lo inquietaba no solo era el cambio drástico en el comportamiento de los que viven en esta casa al hablarse de la muerte de la gemela, sino más bien que su madre no le haya dicho antes sobre la existencia de su hermana, ni mucho menos sobre su fallecimiento.

Tantas interrogantes dando vuelta y ninguna respuesta concisa a la cuestión. A este paso le sería difícil saber la verdad. La única información que había obtenido hasta el momento eran las diversas suposiciones que parloteaba la gente acerca de la muerte de la gemela; la fecha de su muerte, a qué edad murió, el sitio exacto todavía no, pero de lo que si es seguro, es que fue en éste pueblo.

Lo más inquietante que recordaba Thomas acerca de su llegada a este pueblillo fue que todas, y absolutamente todas las miradas iban dirigidas hacía Sara, quien solo se hacia la desentendida con lo que ocurría y seguía caminando con la frente en alto sin intercambiar miradas con nadie.

Fue ahí donde su hijo le empezó a preguntar el motivo de tanto cuchicheo y miradas atónitas al ella caminar entre la gente. James respondió exclusivamente que las personas de ese pueblo eran envidiosas y chismosas, que siempre estaban al pendiente de cada movimiento que hacia su familia, siendo una de las más reconocidas en esa zona. Mientras que una de las empleadas que tenía años trabajando para la familia, a petición del dueño de la casa; lo recibió gustosamente tratándolo como un chiquillo a pesar de que ya casi tuviera la mayoría de edad, le dio un paseo por casi toda la casa y en la biblioteca a la ya nadie le apetecía entra, puesto que se trataba del lugar que más frecuentaba Olivia, encontró una foto de su madre y sorprendido quiso saber dónde estaba su gemela; Christina (la hermana de su abuela) le arrebató la fotografía de las manos, la guardó en una de las gavetas que había en el escritorio y seguidamente le prometió que le contaría sobre su tía.

Sin embargo, ese no era el santiamén ideal como para hacerlo, no se sentía preparada o eso dio a entender.

Luego de unas cuantas horas de recorrer completamente la casa, el chico recordó que en la bienvenida a la misma, una de las empleadas le había mostrado cual sería su habitación y al prepararlo para que estuviese cómodo, observó la alcoba que tenía justo al frente, creyó que ese era el baño por lo que al poner su mano en la manilla, la empleada se interpuso en su camino y le dejó en claro que no podía dar ni un paso más a esa alcoba, era una de las reglas de su abuela y quien la incumpliera pagaría grandes consecuencias.

Thomas esperó un largo rato para irrumpir en dicha habitación al que le fue prohibida la entrada. Después de la cena, se despidió de todos y anunció que estaba algo cansado de la mañana por el trabajo en la ferretería que tenía su abuelo, por lo que se iría a descansar de una vez.

Se quedó leyendo un libro viejo que le había obsequiado su padre al cumplir los trece, con el se distraería un poco mientras aguardaba a que toda su familia se fuera a dormir y así nadie pudiera pillarlo entrando a la alcoba que seguramente le pertenecía a Olivia.

Bajó la mirada hacia el pequeño espacio que hay entre la puerta y el piso, notó que el destello de las luces había desaparecido. De inmediato se puso de pie, esa era su señal de que ya todos se habían ido a dormir.

Salió de su murada silenciosamente, rápidamente entró a la habitación de al frente y para su suerte, esa era la recamara de su tía. Las paredes estaban pintadas de un rosa pastel repleto de decoraciones de flores, en la esquina se hallaba su armario y a un lado unos cuantos cuadros de paisajes, personas a las que no conocía, arte abstracto, puntillismo en las que se reflejaba su firma en un costado.

Registró cada esquina de la habitación, no encontró gran información a excepción de un diario al que le echó una ojeada por encima y de ella cayó una imagen. Dos chicas sonrientes, unidas en un fuerte abrazo y de fondo un lindo paisaje. Era su tía en compañía de una castaña muy bonita a la que desconocía completamente.

Volvió a ver el diario y se encontró con las siguientes palabras que fueron escritas por Olivia antes de morir.

El día de hoy fue fascinante, no tengo palabras para describir lo ansiosa que estoy de ir al viaje junto a una de mis grandes amigas. Conocería las tierras en las que nació Elizabeth, su cultura, las tradiciones de su ciudad natal, la población, los distintos paisajes, la gastronomía. No podía creer la noticia que me habían dado, sentí un maremoto de emociones y más aun cuando mis padres accedieron a que fuera en busca de nuevas aventuras, amistades, conocimientos.

Siguió pasando las hojas, pero no había nada más, así que volvió a la última página en la que había escrito. No se había percatado de que la fecha estaba plasmada al principio, 02/03/1988, dos días antes de su muerte.

—Tengo que buscar respuestas con Elizabeth—Dijo para sí mismo. Se quedó mirando unos segundos el diario de su tía, hasta que una ráfaga de viento abofeteó su rostro y cuerpo, miró a su lado izquierdo y extrañamente la ventana estaba abierta. Sintió pánico porque no quería que con el rechinido de la ventana alguien pudiera entrar a verla y descubriesen que él estaba ahí.

Enseguida se aproximó a ella e intentó cerrarla, pero la fuerza del viento lo impedía, hasta que al cabo de unos segundos pudo cumplir su cometido. Un grito ahogado escapó de su boca al ver el reflejo de su madre en la ventana, volteó la cabeza hacia atrás para ver si era cierto que seguía ahí. No obstante, se quedó sin palabras al notar que nunca hubo nadie.


Aun con el corazón acelerado, se aseguró de que la ventana estuviese cerrada y de que no se abriría nuevamente. Le echó un último vistazo a la habitación y sin esperar más, salió de allí. Mañana buscaría respuestas con Elizabeth. 

El fantasma de Olivia James [EN CORRECCIÓN]√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora