Capítulo 18

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No quiero ni moverme, las lágrimas ya se han secado y ahora solo queda el ardor en mis ojos y mi nariz roja, no estoy preparada para volver a verlo, al menos de una cosa estoy segura; ya no le importo, de lo contrario no me hubiese dicho eso. Estoy cansada, tengo hambre y quiero irme a casa, aunque no puedo fallarle al profesor Smith, de pronto oigo como por fuera tocan la puerta.

-Cristina sé que estás ahí, soy Anaí abre la puerta por favor –dice con tono suave y calmado.

-No quiero ver a nadie –digo casi inaudible.

-Por favor, no quieres que llame al conserje para que abra la puerta o sí –me indica, y apostaría a que sonrió por su brillante idea.

-Maldición –digo, me restriego los ojos, me levanto del suelo y voy a abrir la puerta, inmediatamente Anaí al verme me abraza haciendo que me tense ligeramente por el contacto inesperado.

-Ahora si me contarás lo que paso, ¿cierto? –dice separándose de mí.

-Sí, aunque tengo hambre y este no es un tema que se cuente en cualquier lado –digo pensando en cuanta gente no nos podría escuchar.

-Lo de la comida te tengo la solución inmediata, te traje esto de la cafetería –dice dándome una bolsa de papel que traía una hamburguesa y un jugo dentro– y lo otro pues mi casa o tu casa; una fiesta de dos, me cuentas lo que sucede, vemos películas y luego nos dormimos.

-Te lo agradezco, me parece buena idea; en mi casa está bien –le digo sonriendo, aunque de seguro que luego que se entere se alejará de mí.

-Está bien, pero para mientras solo te digo que ánimo, me tienes para lo que necesites, te he visto, sé que eres muy fuerte y valiente, lo sé perfectamente y tú podrás con lo que sea; ahora tienes a una amiga con la cual podrás contar de hoy en adelante –dijo dándome grandes palabras de aliento.

-De verdad te lo agradezco mucho, tú también cuentas conmigo para lo que necesites –digo regalándole una pequeña sonrisa sincera.

-Bueno ahora come, tomate tu tiempo yo te cubro en la siguiente clase –me dice sonriendo- por si te preguntan fuiste a la enfermería porque te dolía el estómago.

-Que lista eres –le digo por su brillante idea- y una vez más, gracias.

Luego de eso hace un asentimiento de cabeza, sonríe y se va para la clase de música con la señorita Villareal.

Necesito aire fresco, así que me dirijo al patio trasero del colegio, ahí nunca hay maestros y justo ahora es lo que necesito, un lugar sin nadie que pueda molestarme; me siento en la suave grama y saco la comida que me ha llevado Anaí, la verdad no siento tanta hambre pero sé que es necesario que tenga algo de comida en mi sistema así que empiezo a comer.

Al cabo de unos minutos termino con la hamburguesa y mi jugo, faltan veinte minutos para que termine el período de música y la verdad no me apetece quedarme aquí por esos veinte minutos, la soledad es peligrosa si no la sabemos controlar.

Así que me levanto y me dirijo al salón de música, la maestra es muy buena y amable, supongo que me dejará pasar porque de seguro que Anaí ya le habrá dicho la excusa que se inventó y no habrá ningún problema. Me preparo mentalmente para ver a Carlos y no llorar, al llegar a la puerta doy un largo respiro y entonces toco; puedo oír como al otro lado la suave voz de la maestra articula un dulce "adelante", al abrir la puerta me encuentro con que toda la clase se sorprende al verme y espera que haga un drama o algo por el estilo, pero no será así, no les regalaré una escena más.

-Disculpe la interrupción señorita Villareal, solo que ya me siento mejor y no quería perderme la clase –digo dando mi mejor cara de niña buena.

Tú, mi solWhere stories live. Discover now