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Los tres íbamos en el auto.

Tus ojos nunca dejaron de brillar; mientras que mi corazón nunca dejó de doler.

Tus manos temblaban con nervios, y tus palabras salían atropelladas cada que ella te hablaba.

No solías ser una persona que se pusiera nerviosa con facilidad. Pero ahí estabas, mirándome en busca de ayuda cuando se inclinó hacia los asientos delanteros y te miró.

Ojalá no me hubiera ofrecido a llevarte a casa.

wish i wereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora