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Gente, demasiada gente en un solo lugar y eso solo significaba una cosa, peligro.

No solo porque estábamos haciendo algo ilegal al romper la cuarentena y agruparnos, sino también porque había demasiado alcohol para universitarios que no han salido en meses, eso no era bueno.

—Tranquila—D'Angelo quien estaba junto a mí de pie a la entrada de la gran casa en la que era la fiesta, trato de calmar mis nervios, pero yo tenía una sensación desagradable y no sabía exactamente porque.

—Me siento incómoda—le confesé, nunca antes había ido a una fiesta con gente de mí edad, por lo general las fiestas a las que iba eran de la iglesia y en su mayoría las persona eran adultos como mis padres.

—Tienes un vestido despampanante y ceñido que te queda como un guante, un cabello hermoso y el rostro más natural y angelical que he visto en mí vida, y por si fuera poco me tienes a mí de novio, no hay razón para que estés incómoda eres la sensación de esta fiesta y todos voltearan a verte angelito, levanta la cabeza—la seguridad que me transmitía sus palabras era algo casi imposible de creer, el me hacía mejor en todos los sentidos.

Me tomo de la mano y beso mis nudillos, luego nos adentramos en la casa y empezó la verdadera fiesta...

Narra Gabriel D'Angelo.

Horas antes.

Me desperté con la sensación más agradable que jamás haya sentido, por lo general luego de tener sexo con alguien me apresuraba a despertar temprano para desaparecer de allí, sin embargo en esta ocasión quise quedarme allí por lo que me restará de vida, allí en aquel cuarto oscuro, con su mata de cabello haciéndome cosquillas en el cuello, su cuerpo desnudo junto al mío emanando y mezclando nuestro calor corporal, sus brazos en mí pecho y los míos en su cintura, era perfecto.

Despertarme junto a ella se sintió como estar de repente frente al centro del universo, no me hizo falta nada.

Fue hipnótico.

—¿Estás mirándome?—su voz se escuchó adormilada.

—Si—no había porque negar lo evidente—eres muy hermosa Angélica—su nombre, en un principio me negué a pronunciarlo porque al hacerlo mí pecho se oprimía, fue gracias a ese sentimiento que supe que el amor me había cogido bien las bolas, se me iba el aire al decirlo.

—Me encantan tus ojos D'Angelo—sonreí como un puto adolescentes, pero que podía hacer así me ponía ella, como un puberto enamorado.

Como el que nunca fui.

—¿Solo mis ojos?—me puse juguetón.

Pero como siempre ella me sorprendió, no tuvo vergüenza en quitarse la sábana y dejarme ver su desnudez por completo se sentó sobre mí a horcajadas e inmediatamente gabrielito despertó.

—Me encanta todo de ti, engreído—senti como gabrielito se ponía cada vez más duro y ya no le di más tregua, quería un mañanero y lo tuvimos.

Retoma Angélica.

De vuelta a la fiesta.

Desmadre, locura, extravagancia y mucho ruido.

El lugar estaba a tope, Lenny me había hecho bailar cada canción que sonaba, era un desastre completamente, nadie llevaba máscara, la gente se besaba con vehemencia como si llevarán mucho tiempo sin hacerlo, se tocaban, reían y  bueno lo típico.

Incluso yo había empezado a divertirme, Carl, Lenny, y otros amigos de Gabriel me habían introducido a sus conversaciones cosa que agradecí porque se lo incómodo que es estar en un lugar en el que sientes que sobras.

Gabriel estaba sonriente, explendido y en una ocasión cuando todos los demás se dispersaron se puso a bailar conmigo, luego a tomar chupitos, más bailes, besos, toques, risas y más alcohol.

—¡Te quiero muchooooo angelito—luego de aproximadamente tres horas D'Angelo estaba fuera de sí, como la mayoría, yo había tomado pero no suficiente, se la pasaba gritando cosas por encima de la música.

Lo sostuve para llevarlo a tomar aire, Carl me ayudó a subir a una habitación y me quedé allí con él.

—¿Quieres agua?—me robo un beso y negó, parecía un niño, una nueva faceta suya que conocí y me encantó.

—nooo quiero nada—alargaba las palabras en un gesto realmente tierno.

—Vamos a la ducha—trate de levantarlo de la cama, pero en su lugar caímos ambos sobre ella, su característica risa ronca vibro sobre mí pecho.

Realmente él vivía el momento, hacía todo con intensidad.

—Eres un ángel—me encontraba sobre su pecho en la misma posición que habíamos caído, acomodó mí cabello y me observo como si fuera la cosa más preciada del mundo, me enterneci.

—Tú eres un pervertido—volvio a reír, pero algo de melancolía tiño su risa, me apretó contra su pecho en un abrazo que por alguna razón se sintió amargo

—Te voy a echar de menos mí ángel—beso mí frente.

—Estas realmente borracho idiota, no iré a ninguna parte—no me respondió, su respiración se fue haciendo lenta hasta quedarse dormido.

El sentimiento de nostalgia adelantada que me abrazo cuando llegué a la fiesta volvió para atormentarme.

Era como si algo malo nos fuera a pasar, sentí mucho miedo.

Me acosté a su lado y me apegue a su cuerpo como si el fuera mí propia piel, no quise dejarlo, lo quería demasiado para dejarlo ir.

Pasamos la noche en aquella habitación, a la mañana siguiente está estaba más llena de lo esperado, un chico rubio dormía en el piso junto a una pelirroja, una chica casi desnuda estaba al lado de Gabriel, y Lenny junto a un chico estaban el sofá de la habitación, sentí mí estómago revolverse al ver el estado de cada uno y el mío propio.

Que desmadre.

—Despierta, idiota—escuche un gruñido por parte de Gabriel, ¿la cereza del pastel?.

¡Se volteó y abrazo a la chica!

Más le vale que esté pensando que soy yo.

—¡Despierta!—le grite el oído y pego un saltó, y otro más al ver a quien abrazaba.

—¡No me acosté con ella!—se defendió rápidamente y contuve una risa.

—Lo sé—enarco una ceja y luego de observar toda la habitación cayó en cuenta de la situación.

—¿Tomé mucho?—me cruce de brazos.

—No, solo comiste un pastel con marihuana—su expresión fue un poema y no pude contenerme esa vez, me reí.

—Muy chistosa.

Salimos de allí y por fin llegamos a casa.

Nos duchamos, le hice café y lo vi tomarse varias pastillas.

No pregunte, supuse que eran para la resaca.

—Buen diaaaa—Anne, quien no había ido a la fiesta hizo aparición en la cocina.

Gabriel solo sostuvo su cabeza y yo la saludé con entusiasmo.

—¿Qué pasa?—pregunto la pelirroja luego de sentarse.

—Fuimos a la fiesta de Lenny—No pude comprender bien la reacción de Anne, pero la mirada que le dio a Gabriel ocultaba mucho.

—Wooh Gabriel D'Angelo, si que sabes joderla—y así como vino se fue.

Y por primera vez en lo que llevaba de conocer a Gabriel, lo vi guardar silencio, bajar la cabeza y verse apenado.

—¿Todo bien, cariño?—asintió, y se volteó hacia mí, coloco su cabeza en mí regazo y se quedó allí.

Quieto, cálido y mudo como si estuviera arrepentido de algo, como si hubiese cometido un Error.

—Todo está bien—me puse a acariciar su cabello y nos quedamos allí, el con una actitud extraña y yo con un mal presentimiento.


Cuarentena De Perversión ||COMPLETA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora