Día 3

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Sinopsis: Cada día ese hombre viene a la panadería a comprar las misma galletas de arcoiris, pero solo las quiere recibir de mí.

AU MAFIOSO.

Meto, empacó, sello y le pongo un moño.

-Gracias por venir, vuelva pronto. -da ese usual diálogo de despedida la sonriente cajera mientras los últimos clientes se van-.

Sonando al final la campanita de la puerta, volviendo el silencio junto el sonido de la radio.


Meto, empacó, sello y le pongo un moño.

Cada caja lleva consigo un paquete lleno de galletas de arcoiris. Algunas las pueden comer porque salen feos, pero de resto hay que quedarnos trabajando así hasta muy altas hora de noche.

Meto, empacó, sello y-

-Oye despierta -sale de su tarea monótona al ser llamado por la cajera, se veía fastidiada.- es mi descanso, cúbreme.-.

-Hoy no me toca la caja -piensa con desagrado ante la idea de ser el cajero- Claro, ve a descansar.

Ella solo asiente y se va a la puerta trasera detrás del mostrador. Suspira aún más fuerte, se supone que cada quién tiene su trabajo asignado aquí pero todos actúan dependiendo de sus horarios.

Suelta su desordenado cabello y se lo rasca, la cola de caballo que se había hecho esta mañana se fue soltando con el pasar de las horas. Se quita el delantal poniéndolo encima de su mesa de trabajo dirigiéndose en frente de la caja.

Odiaba su turno en la caja, aveces le tocaban clientes demasiado irritables -ya sea por su indecisión al momento de comprar o por ser demasiado vulgares- pero al final de todo, tiene que aguantarse o se lo descontarán de su paga.

Ya había terminado de arreglar su cabello de nuevo en una coleta alta justo cuando suena la campana de la puerta, anunciando un nuevo cliente. Pero antes de que diera sus líneas cerró su boca al ver esa persona.

Era alto, una cabeza más alto que él. Su apariencia en sí era simple pero algo le decía que no era una simple persona más, sus propios ojos, aunque de un color miel llamativo, eran sombríos.

Lo vio acercarse al recibidor y quedarse mirándolo, analizándolo. Tragó saliva, ese tipo de algún modo se le hizo familiar.

—Buenas tardes, bienvenido a la panadería Madre Mary ¿qué le puedo ofrecer?.

No respondió, siguió mirándolo y esto ya lo estaba incomodando, cuando creyó que este tipo era una clase de ladrón y tendría que llamar a la policía habló.

—¿Tiene galletas de jengibre? .

—Qué? –se le sale esa pregunta de sus labios, cuando proceso lo que le dijeron reaccionó– Oh, por supuesto! Espere un momento –dice con rapidez para dirigirse detrás de uno de los estantes, pero regresa sobre sus pasó– ¿va a pedir por docena?.

—Si, tres docenas –al recibir la respuesta de su cliente vuelve detrás del estante dónde están adornadas una pila de cajas azul celeste decoradas con un moño.-.

Regresa a la caja y da el precio que tiene que pagar. Al momento de recibir el dinero del hombre se fue de inmediato.

— Gracias por venir, vuelva... –se corta su oración ante el estruendo de la puerta, añade– pronto.

...

Era tarde en la noche, ni una sola alma pasaba por ahí más que los habituales clientes de ese sitio.

Dichas hacia el viento [SQX CHALLENGER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora