03. ¿qué clase de fantasmas somos?

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─Podemos llegar a un acuerdo ─propuso Leah tirándose al sofá─. No sé, nos quedamos y no la molestamos. Tal vez Julie acepte.

─Es buena idea ─apoyó Luke, sentándose en el vientre de su mejor amiga. Leah se quejó.

─Eres fantasma, pero igual pesas para mí, L.

El chico le restó importancia.

─ ¿Cómo creen que sea la casa de Julie por dentro? ─preguntó genuinamente curioso.

Leah bufó divertida, con una mirada cariñosa en su rostro. No había pasado por alto que los chicos estaban reprimiendo sus colapsos emocionales solo por ella y saber que comenzaban a distraerse la tranquilizó un poco.

─Uh, espero que sea como las casas modernas de las películas ─murmuró Reggie con los ojos brillantes.

Leah sonrió al ver su entusiasmo.

─Bueno, ese teléfono se veía muy moderno.

─Oh, oh, ¿creen que habrá robots?

─Espero que no. Si hubiera robots, es probable que dominen el mundo ─dijo Alex negando con la cabeza.

Luke se puso de pie de repente. Leah podía imaginarse su sonrisa traviesa sin siquiera verla.

─Quiero ir a la casa de Julie ─proclamó, como si fuera lo más importante del mundo. Sus hombros se alzaron un poco con anticipación.

Leah se quejó.

─No quiero. Tengo cosas que procesar y un sofá por volver a estrenar. Me rehúso y también deberías, L. Si vamos, se molestará con nosotros y perderemos cualquier oportunidad.

─Pero quiero ir ─insistió Luke, volteándose a verla y atreviéndose a poner sus ojos de cachorrito.

─En realidad, Le, ya nos botó ─comentó Alex encogiéndose de hombros─. No tenemos más oportunidades.

Los tres chicos la miraron haciendo pucheros. Hubo un largo silencio y entonces... Leah suspiró.

─ ¡De acuerdo! Hagan lo que quieran, pero no me arrastren en su travesía.

Los chicos rieron y tras repartir tres besos ─dos en la mejilla y uno en la frente, respectivamente─ se fueron corriendo como si fueran niños. A veces Leah se olvidaba lo inquietos que eran. Incluso Alex, quien siempre trataba de ser la voz de la razón, era inquieto y tenía un destello de travesura en sus ojos cuando se unía con el resto de la banda.

Con años de conocerlos, Leah se había percatado de que necesitaban estar en constante movimiento para evitar los pensamientos o sentimientos. Eran las personas más habilidosas para esconderse del mundo y a la misma vez eran como libros abiertos cuando estaban sobre el escenario.

El simple pensamiento le trajo un sabor amargo a la cantante. Nunca tocarían en el Orpheum. Nunca cumplirían sus sueños. La escala de pensamientos la llevó rápidamente a sus padres y antes de sentir su ánimo por el piso y el miedo volver, decidió distraerse con cualquier otra cosa.

Se levantó del sofá y empezó a caminar alrededor del garaje, viendo los cambios y evitando pensar en cómo se veía más cálido de lo que alguna vez fue. Subió las escaleras de madera y terminó sentándose en el piso que se sostenía gracias a vigas de madera. Era su sitio habitual antes de morir.

Eso no había cambiado.

Podía balancear sus piernas en el aire y tenía una vista amplia del lugar. Sonrió encantada, sintiendo un calor inexplicable en su pecho. Su lugar habitual era especial. Tenía tantos recuerdos ahí. Tantas risas, secretos y amor... Había tanto amor.

breathin' fire  ──jatpWhere stories live. Discover now