única parte.

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Desde que recibió los pendientes de la catarina la inseguridad en ella se había acentuado. No se sentía capaz de estar a la altura para poder proteger a París del nuevo supervillano que se había ensañado con sus joyas mágicas y que se encargaba de akumatizar a la gente que no podía controlar sus pensamientos negativos, gente que a veces eran incluso sus amigos y sus padres.

Tikki la había ayudado un montón con su seguridad. Sus palabras de aliento y sus charlas motivacionales la habían impulsado a comenzar a creer en sí misma, a darse cuenta que la elegida era, en efecto, ella misma y que por ende debía ser capaz de manejar la situación que ahora estaba entre sus manos. Había intentado negarse de primeras a primeras y como pudo ver las cosas no habían resultado como ella esperaba. Sin dudas la elegida era ella, aunque el pánico se la comiera de a ratos, sintiéndose incapaz muchas veces de trabajar bajo presión; el Miraculous y Chat Noir la ayudaban a sentirse segura. Junto a su partenaire, eran un equipo imparable, y juntos salvarían París del peligro que se le presentaba.

Oh su partenaire... Ese piojoso rubio en primera instancia le había parecido un chico muy interesante. Parecía que la idea de ser un superhéroe de un día para otro no le pesaba ni en lo más mínimo, quizás porque él no sabía lo que ella sabía. Después de todo, ella fue la elegida por el Maestro Fu para enseñarle sobre el grimorio, las recetas mágicas y el peligro del desequilibrio del universo. Chat Noir aún era un poco ajeno a aquello, pero con la partida del Guardián, ahora ella debía encargarse de mantener a salvo la Miracle Box.

Nuevamente sus inseguridades lograban consumirla con el pensamiento de que ahora el futuro del universo dependía de ella. La Miracle Box era el tesoro más preciado y debía protegerlo como tal. No fue entrenada lo suficiente para ser guardiana, y tampoco tenía un apoyo emocional que la impulsara a sentirse capaz de cumplir la misión que se le fue encargada. Tikki estaba ahí con ella y siempre le decía que era completamente capaz de todo, pero era como si su madre le dijera que era la niña más linda del universo; uno simplemente no se cree esas cosas de buenas a primeras.

A pesar de que la inseguridad era un sentimiento natural en ella y que evitaba mostrarlo al mundo para evitar que sus némesis se aprovecharan de ello, con su partenaire las cosas eran distintas. Por un lado él era la persona con el espíritu más libre que haya conocido, para él no habían barreras, ni obstáculos ni vergüenzas; él era transparente con todo. La seguridad en él era natural, casi innato, y con ella se mostraba con tanta soltura que llegaba a envidiar su concepción de la vida. Sin embargo, él lograba derribar todo lo que ella había construido. Parecía que todo era natural con él, como si los muros que había construido a su alrededor para evitar hacerse daño se cayeran, como si nada.

Con el tiempo y con la ayuda indirecta de él, se pudo abrir mucho más, tanto su corazón como su personalidad, pero solo con él. Siempre sintió que su personalidad no era atrayente o interesante, después de todo detrás de la máscara solo era una niña torpe con aires de soñadora, pero él le había hecho ver que era mucho más que eso, y que fuese lo que fuese, él la amaría de todas formas. Fue así como de a poco se sentía todo natural con él; el flujo de las cosas solo se daba al paso de su presencia, olvidándose de sus inseguridades y sus miedos, y de aparecer, tenía la llaneza de que estaba en un espacio libre para compartirlos.

Porque su partenaire tenía ese efecto en ella, de sanación, de complemento, y era tan innato a esas alturas que no se forzaba en creer lo contrario. El yin y el yang funcionaba de maneras extrañas, ella ya lo estaba experimentando, pero era el equilibrio de la vida, la naturaleza de las cosas, y no era nadie para ir en contra de ello. Ella como ninguna otra debía seguir el curso natural de las cosas, encargándose del equilibrio del universo.

Sin embargo, por paradójico que sonase, no podían estar juntos, por lo menos no aún. Para ella había sido tan difícil dejar caer sus muros, dejar que las cosas fluyeran y para él había sido tan fácil aceptar que eran almas gemelas. Él más que nadie había aceptado su destino, sin rechistar, abrazándolo como bien propio que era, y ella lo admiraba por eso, pero parecía que nada de eso valía la pena si el universo no estaba listo para aquello, pero a él parecía no molestarle esperar sentado por lo que sería un futuro junto a ella.

naturally ; ladynoir one shotWhere stories live. Discover now