7.

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La confusión invadía a la azabache, aquel hombre le había salvado la vida y al minuto siguiente parecía haberse arrepentido de haberlo hecho.

Después de su encuentro con ese hombre, Aome había regresado a la pequeña casa de Kikio, el atardecer había comenzado y Kikio aún no llegaba, la soledad le dió demasiado tiempo para pensar, aquel hombre a su ver era demasiado extraño, no se había esperado ni siquiera para que Aome le agradeciera.

— ¿Quién eres? — dijo Aome en voz alta, no podía sacarse de la cabeza ese par de ojos dorados.

Tal vez en ese momento no tenía la respuesta a esa pregunta, pero tarde o temprano la tendría.

— ¡No puede ser! — entró Kikio de pronto asustando a la azabache y sacándola de sus pensamientos — ¡Mi suerte no puede ser peor!

Aome la miró con una expresión de curiosidad, ¿Que es lo que había sucedido para que la sacerdotisa perdiera la calma? Desde que llegó a esa época Kikio se había mostrado tranquila y serena, pero ahora parecía que algo la había hecho perder esa calma.

— ¿Que sucede? — preguntó Aome, que no podía quedarse con la duda.

Kikio la miró molesta, parecía que la sola presencia de Aome era lo que la incomodaba.

— No sé cómo se enteraron, pero en el palacio del Señor saben que tengo a alguien viviendo aquí, conmigo — dijo Kikio caminando de un lado para otro en ese humilde espacio.

— ¡Que! Pero como...como lo supieron — preguntó Aome.

— Desconozco como lo supieron — respondió Kikio fijando su vista en Aome — pero el que lo sepan no es lo peor, lo peor es que ellos piensan que tú eres mi aprendiz

¡Aprendiz! Esa palabra le dió la respuesta a la azabache, a su ver ese hombre que la había salvado era un chismoso de primera, pero Aome se juro que la próxima vez que lo viera le iba a decir unas cuantas cosas, ahora la había metido en un problema enorme.

— ¿Y que tan malo podría ser que yo sea tu aprendiz? — preguntó Aome.

Kikio sonrió mientras caminaba hacia donde estaba parada Aome — Ellos quieren que te lleve a la ceremonia de Tlaloc.

— ¿Tlaloc? ¿El Dios de La lluvia y los truenos? — preguntó Aome.

— Si, el problema es que no es una ceremonia cualquiera — dijo Kikio — la cosecha está próxima y necesitamos las lluvias para que sea prospera.

— ¿Entonces? — dijo Aome que ya podía imaginar la respuesta, había estudiado por mucho tiempo las distintas culturas prehispánicas que temía lo que iba escuchar.

— Como piensan que eres mi aprendiz participaras en tu primer sacrificio humano — dijo Kikio esperando la reacción de Aome.

Aome miró a Kikio estaba esperando el momento de que dijera “ Es una broma” pero según veía las bromas aún no se inventaban en esa época.

— No puedo hacerlo — dijo temerosa — Lo siento mucho Kikio, tus has sido muy buena persona conmigo pero no puedo; simplemente no puedo participar en un sacrificio humano.

Kikio miró atentamente a Aome, la azabache tenía razón sería un trauma demasiado fuerte para ella.

— Tienes razón, convenceré a nuestro Señor de que aún no estás lista, solo serás observadora — dijo Kikio pensando mejor la situación.

Al siguiente día muy temprano Kikio despertó a Aome, los primeros rayos del sol comenzaban a alumbrar las hermosas pirámides, la ceremonia al Dios Tlaloc sería temprano por lo que necesitaban prepararse para llegar a tiempo.

QUÉDATE A MI LADO 💞💞💞(Completa)Where stories live. Discover now