Martes, 29 de enero
Se encontraba perfeccionando los últimos detalles de la presentación de mañana en la escuela. La morocha se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja para concentrarse sobre los papeles que tenía encima. La mujer de piel aceitunada que llevaba una cola de caballo en alto, estaba imitando sus acciones.
—Creo que ya quedo todo preparado para mañana, señorita Flores. —Emilia soltó un cansado y profundo suspiro, recargando su peso en el respaldo de la silla.
—¡Sí, estoy tan contenta! —exclamó con fervor, elevando su tono de voz—. Después de mucho trabajo, estamos consiguiendo las metas.
—Sí, ya verá que todo esto traerá los frutos de las cosechas. —La castaña sonrió sin mostrar los dientes, ordenando unos papeles que estaban en frente— ¿Necesita algo más? Es que ya es casi hora de mi salida.
Keylin sacudió su cabeza de un lado al otro, dando su respuesta negativa.
—Brent —cortó la jefa al recordar lo que él le había pedido días anteriores.
Emilia volvió a tomar asiento con las piernas muy juntas y una posición demasiado recta.
—¿Qué tiene? —cuestionó con curiosidad, abriendo de par en par aquellos ojos redondos.
—¿Cómo es contigo? ¿No te está fastidiando? Es que le di autorización que puede colaborar contigo, pero lo hice sin consultarlo contigo —inició, arrugando la nariz—. Es decir, que lamento haberle dado permiso no sin antes hablarlo contigo primero.
Emilia gesticuló un sonido gutural que se detuvo en su garganta.
—De hecho, a pesar que es bastante intenso e insistente, a veces, aporta buenas ideas. Yo creía que iba a ser un problema, pero me lleve todo lo contrario. De hecho, él dio ideas para la presentación de mañana —explicó con el entrecejo fruncido, recordando todo—. Pero, todavía sigue siendo demasiado insistente conmigo.
—Bien, yo voy a hablar con él para que disminuya su intensidad, y decirle que, si tú necesitas ideas puedes recurrir a él, ¿te parece bien? —Recargó los dos codos sobre el escritorio, acunando su rostro circular.
—Gracias, él me había dicho que usted le había otorgado la autorización de aportar ideas y colaborar en el diseño. —Se encogió de hombros, mordiéndose el labio inferior.
—La única condición era que siempre y cuando no te molestase. Y de vez en cuando, él tiene su puesto de trabajo, también.
—Y no lo ha descuidado. —Colocó las manos en frente con la palma extendida hacia su jefa para negar—. Nada más que sí, a veces, es molesto.
Keylin alzó una ceja con diversión, entrelazó sus dedos sobre la mesa y se inclinó un poco más hacia delante.
—No te preocupes, yo voy hablar con él. Si quieres, ya te puedes ir.
La morocha tomó el celular para llamar hacia su asistente, entretanto, Emilia se levantó de su asiento para salir por la puerta. Instantes más tarde, del marco de la puerta se asomó una cabellera rubia.
—Hola Keylin. —Weslay se adentró a la oficina para cerrar la puerta tras suyo—, ¿qué es lo que necesitas?
—¿No te dije que si podías pasar a Brent? —respondió confundida, clavando sus ojos en él.
—Creo que eso es lo que te ha faltado —carcajeó él, sacudiendo su cabello ondulado—. No deberías de estar nerviosa por lo de mañana, ya está todo preparado —afirmó con una sonrisa, de las que relajan.
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El capricho de cupido [CD #1]
Romance«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper». Eso fue lo escuchó Keylin que se encontraba en su último día de vaca...