Slytherin gana la partida

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––¡Demonios! ¡¿Cómo rayos pasó esto?!

––Quizá fue por tu gran intelecto, tu capacidad de sigilo y el sentimiento de supervivencia lo que te llevó a cometer esa maravillosa actuación...

––No ayudas con el sarcasmo, además, nunca fue mi intención declararme ante todos.

––No había sarcasmo en esas palabras, ¡Merlín! Es que aun no entiendo cómo puedes atarte los cordones de los zapatos y no fallar en el intento.

––Se supone que tienes que ayudarme a pensar en lo que sucedió para poder arreglarlo, digo, por algo eres mi conciencia.

Se cruzó de brazos enfurruñado por el "apoyo" de su mente. Vaya, al parecer son las secuelas de la guerra. Loco.

––Por supuesto que te estoy ayudando...a darte cuenta de que eres un imbécil, solo a ti se te ocurre reaccionar de esa manera...

Su conciencia se quedó en silencio y el azabache frunció el entrecejo por ello.

––...aunque, creo que no todo está perdido––respondió su mente luego de un par de segundos.

––¿A qué te refieres?––preguntó en voz alta.

––Voltea...

El ojiverde confundido giró hacia la entrada de la torre y se tensó repentinamente. Draco dios-de-lo-erótico Malfoy estaba recargado en el marco de la puerta con una sonrisa coqueta e insinuante. Pasó saliva con dificultad mientras buscaba el aire que había olvidado tomar cuando vio los ojos plata mirándolo fijamente.

––Ma-ma-malfoy––tartamudeo nervioso.

––Potter––respondió el rubio acercándose a Harry con pasos lentos––no sabia que hablabas solo, bueno, supongo que es parte de tu encanto gryffindoresco.

––¿Qué ha-haces a-aquí?––preguntó sonrojándose por la cercanía del Slytherin.

––Te tengo una mejor...¿Por qué estás aquí?

––Bueno, yo, ammm...solo quería estar un momento a solas para poder pensar claramente––respondió mordiéndose el labio, gesto que no pasó desapercibido para el platinado.

––¿Sobre cómo casi te asfixias por la risa o de la forma en que tu y Weasley se declararon frente a todo Hogwarts?––sonrió con suficiencia al ver que el azabache rehuía su mirada. Solo esto le podía pasar a él, es que no se podía vivir a gusto sin tener que estar bajo el yugo de las serpientes, en especial de la que tenía enfrente.

––¿Qué pasa, gatito, te comieron la lengua?

¡Esto no me puede estar pasando a mí! ¡Merlín ya llévame!


––Carajo...

Seguía repitiendo un ojiazul en shock luego de salir del castillo. Su mente aun no llegaba a entender la magnitud de lo ocurrido, no por nada era un distraído Weasley más.

––Carajo...

Parpadeo muy despacio. Se recostó en el centro del campo de juego y miro el cielo.

––Carajo...

––Vaya, me impresiona tu amplio lenguaje––hablo Zabini viendo divertido al pelirrojo.

El león se sobresaltó por la aparición del italiano y se levantó rápidamente.

––¿Qué h-haces t-tú a-aquí?––se sonrojo mientras se rascaba la nuca con nerviosismo.

Confesiones torpes del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora