- Prólogo -

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000; Catedral de los lamentos

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000; Catedral de los lamentos.

𝕻𝖚𝖙 𝖒𝖊 𝖔𝖚𝖙 𝖔𝖋 𝖒𝖞 𝖒𝖎𝖘𝖊𝖗𝖞

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𝕻𝖚𝖙 𝖒𝖊 𝖔𝖚𝖙 𝖔𝖋 𝖒𝖞 𝖒𝖎𝖘𝖊𝖗𝖞

𝕯𝖎𝖘𝖈𝖔𝖓𝖓𝖊𝖈𝖙𝖊𝖉 𝖋𝖗𝖔𝖒 𝖙𝖍𝖊 𝖜𝖔𝖗𝖑𝖉 𝖆𝖌𝖆𝖎𝖓

𝕹𝖔, 𝖙𝖍𝖊 𝕾𝖚𝖓 𝖉𝖔𝖓'𝖙 𝖘𝖍𝖎𝖓𝖊 𝖎𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝖕𝖑𝖆𝖈𝖊 𝕴'𝖛𝖊 𝖇𝖊𝖊𝖓

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El viento sopla suave pero firmemente, a lo lejos, aullidos de lobunas manadas adoran a la luna como un legítimo dios, pulcro y benevolente, con su amplia esfera apenas rozando el horizonte, pero calando con tranquilidad en los huesos de cada huésped de la tierra.

El pastizal, que danza junto a la nocturna brisa, cruje cuando lo pisa, aquel sonido que ante sus oídos son pisadas, para cada habitante de la Iglesia, que ya debe descansar en sus santos aposentos, no son más que los cantos ofrecidos a ellos por parte de la naturaleza como una canción de cuna. Pobres ilusos, pensando en la falsa pureza de su amado templo, si fuera ellos, no haría más que permanecer despierto, escuchando los bajos canticos sombríos de las pobres almas perdidas en ese lugar.

Junta sus delgados labios lisos, al soltar el aire por partes, bellos silbidos, parecidos al canto de un ruiseñor emergen de ellos. Eso, piensen que son las aves quienes dan la melodía de un versículo, siendo él quien junto al viento entona aquello. Es casi gracioso, el mundo duerme, pero él está despierto, como lo ha estado la mitad del último decalustro, una meticulosa carcajada abandona su garganta, pero en el exterior no se escucha más que el conticinio.

Apoya la espalda sobre el frío muro de concreto resanado con yeso blanco, no siente ni un escalofrío, no cuando ha pasado más de la mitad de su corta vida con una gélida sensación impregnada en sus huesos.  Cuando era joven no carcajeaba a menudo, tampoco sonreía con exacta veracidad, más bien sólo elevaba las comisuras por compromiso. 

Centenas de personas halagaban su bello rostro, adulaban con deleite sus atractivas facciones, pómulos perfectos, mejillas sin exceso de grasa, cutis pulcro, sin una sola imperfección. De cejas bastas, rubias, y bien peinadas, con ojos hechos de hematita y reflejos agraciados, nariz perfecta, y unos atractivos labios que inclusive personajes adultos querían rozar. Y aunque muchos pagarían sus fortunas por semejantes "halagos", a él, aquello le asqueaba, lo miraba como el acto más podrido, y es que ¡por amor de horror!, ¿qué clase de enfermo mira de tan lasciva manera a un chiquillo que apenas se presenta a la alta sociedad?.

𝐌𝐫. 𝐏𝐫𝐞𝐭𝐭𝐲 𝐒𝐢𝐧𝐧𝐞𝐫. (𝘍𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤 𝘋𝘳𝘢𝘳𝘳𝘺/𝘏𝘢𝘳𝘤𝘰) [+18]Where stories live. Discover now