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Estabas en la entrada de aquel oscuro lugar, se podían oír los cuervos a lo lejos y el viento mover las hojas, una corriente de aire despeinó tu cabello y movió con fuerza tus ropas. Debías de llegar al otro lado cuanto antes, no había tiempo de rodear aquel extenso bosque.
Tomaste todo el aire que tus pulmones permitieron y te adentraste en aquel lugar que servía como gasolina para pesadillas.
A medio camino notaste como unas cuantas gotas cayeron en tu cabeza, maldeciste tu suerte al ver el cielo completamente nublado. La lluvia no se tardó en intensificar su caída, corriste en busca de alguna especie de refugio, a lo lejos viste una pequeña cabaña.
Te preguntaste que haría allí aquello pero preferiste hacerlo luego de estar resguardada. No pensaste que hubiera nadie pero por si las moscas llamaste dos veces con tus nudillos.
De repente la puerta se abrió mostrándose detrás de ella a un hombre alto, de pelo negro y ojos claros.
- Vaya, vaya, parece que la lluvia me ha traído a una pequeña conejita empapada- sonrió.
- Si, siento mucho la interrupción pero ¿Podría dejarme pasar hasta que el cielo amaine? Por favor- el hombre lo pensó por unos segundos y luego te cedió el paso.
Agradeciste con la cabeza y este te pidió que esperaras un momento en la entrada, entró en uno de los cuartos y sacó una toalla.
- Sécate, luego veré qué hacemos con tus ropas.
- muchas gracias esto....- te quedaste mirándole.
- Kuroo... Kuroo Tetsuro- termino tu frase- ¿Que hay de ti?
- Me llamo (T/n) Mushina- secaste tu cara y cabello.
- Y dime ¿Que hacías bajo la lluvia, (T/n)?
- Estaba yendo a la otra parte del pueblo cuando comenzó a llover, no sabía que alguien vivía en este bosque- lo miraste curiosa.
- Nadie lo hace- se sentó en la mesa del comedor e hizo un gesto para que tú hicieras lo mismo- es una de las cosas que me gustan de vivir aquí.
