Su suéter

336 30 8
                                    

Los alumnos que se encontraban en el suelo se levantaron, incluyéndome, tomaron una de las copias que estaban sobre una mesa, (empapadas por cierto) y se retiraron, algunos seguían juzgándome con la mirada. Me acerque a la mesa para tomar mi libro mojado, lo estaba metiendo en mi mochila cuando Leo, quien estaba completamente empapado, se me acerco.

- ¿Estás bien? - dijo preocupado mientras de su cara caían gotas de agua.

Mire a la entrada del aula, no quería hablar sobre el boggart, solo quería salir de ahí lo más pronto posible, al ver a los alumnos abandonar el aula, noté como Harry me miraba de reojo, no supe distinguir si su mirar era miedo o de intriga, ver como me miraba, hizo que me sintiera peor.

- No. - conteste fríamente la pregunta de Leo. - Pero lo estaré en cuanto salgamos de aquí.

Tome mi mochila para dirigirme junto a Leo hacia la salida, pero el profesor me llamó.

- Señorita Zaragoza, ¿le importaría quedarse un momento? Hay algo de lo que quisiera hablarle. - dijo Lupin mientras secaba sus ropas con su varita.

* La verdad si que me importa, y no quiero tener esta conversación con usted.

Intercambie miradas con Leo, quien me dio un palmada en la espalda y siguió su camino, abandonando el aula. Solté un gran suspiro y me acerqué al profesor Lupin, que traía ambas manos colocadas en los bolsillos de sus pantalones.

- ¿Pasa algo? - pregunté con tono sarcástico.

* Acabemos con esto de una buena vez.

- ¿Quisieras explicarme, como es posible que una chica de trece años haya sido capaz de convertir a un solo boggart en una marea tan llena de ira como para casi ahogar a media clase? - dijo con un poco de tono de regaño, no parecía un regaño, más bien una pregunta llena de preocupación.

- Yo... no lo sé. - respondí mirando al suelo. Una vez más mi garganta comenzaba a doler, las lágrimas querían salir pero no las iba a dejar.

* Odio este sentimiento, lo aborrezco. Estoy harta de sentirme así.

- ¿Te gustaría contarme sobre aquella sirena? - dijo el profesor cruzándose de brazos en un tono reconfortante.

Inmediatamente lo mire a los ojos, llena de vergüenza, creía que nadie más había visto a la sirena, pensé que todos estaban tan ocupados tratando de contener la respiración que nadie la había notado.

- Es... algo personal. - regresé mi vista al suelo.

- De acuerdo, pero quiero que sepas que en caso de que necesites ha alguien que te escuche, estaré aquí. - lo mire nuevamente, tenía una sonrisa amable formada en sus labios, le sonreí de igual manera. Me sentí tan bien con el hecho de que no me presionara a hablarle del tema, como los demás adultos de mi vida, habían hecho. - Ahora bien, me gustaría darte un consejo. - continúo mientras se acercaba a la ventana del aula.

- ¿Un consejo? - pregúntenle con obvia confusión.

...

- ¿Y bien? - preguntó Eliza interrumpiendo mis recuerdos. - ¿que fue lo que te dijo el profesor?

- Dijo que como mi mayor temor no era ni alguna criatura o algún objeto, sino un fenómeno natural, para combatirlo debería darme alguna vuelta de vez en cuando por el lago negro, aunque claro, solo una vuelta o una visita, adentrarme nunca. - aclaré para después darle una mordida a una manzana proveniente del frutero. Nos encontrábamos en el gran comedor.

- Pero, tu si le tienes miedo al a una criatura, las sirenas. - comentó dudoso Leo.

- Ya, pero para eso dijo que me daría lecciones. - aclaré nuevamente.

Si digo por favor, ¿te quedarías?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora