9. La preocupación de una madre

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Después de la visita del doctor, parecía que las cosas habían vuelto a la normalidad dentro de aquella casa, todos sabían que tenían un enfermo en el cuarto de huéspedes, pero le dieron su espacio para que se recuperara, sin embargo Fran estaba preocupado por lo cual decidió hacerle una visita entró a la recamara sin tocar la puerta y lo encontró leyendo un libro de seguro se lo había brindado alguno de los lacayos, no podía verlo de manera extraña, había hecho mucho por recuperar el caballo de su hermana y eso internamente lo hacía sospechar que algo pasaba

— ¿Cómo te encuentras? — Le preguntó con un sonrisa en el rostro mientras, se sentaba en el borde de la cama — ¿porque parece como si hubieras corrido?, estas algo agitado

— No digas tonterías, acaba de venir ese matasanos a revisarme, estás seguro de que es confiable, como es que alguien tan chico puede ser médico — Fran soltó una carcajada ante su comentario

— No digas tonterías, es un par de años menor que nosotros solamente, además es amigo de Camila desde años, cuando se graduó y volvió a instalarse en la ciudad comenzó a atenderla y te aseguro que es de total confianza

— ¿Ella está enferma? — no pudo resistir más la pregunta, se preguntaba si sería serio algo que la estuviera afectando, porque parecía por lo que había escuchado que las revisiones eran constantes

— No es grave, solo debilidad y jaquecas le han estado aplicando estudios y parece que ha presentado mejoras, pero aún debe estar bajo supervisiones constantes y Humberto es de su total confianza, además de que son grandes amigos por lo cual sabemos que está en buenas manos

— Cambiando de tema viste a las personas que teníamos citados para los permisos de actividades — Saber que Camila no tenía nada serio lo hizo sentirse más extraño de momento era prioridad comenzar con su empresa lo antes posible

— Los cancele para dentro de un par de días cuando tú te sientas mucho mejor y no te preocupes por eso ahora lo importante es que tú te termines de reponer, gracias por lo que hiciste por mi hermana, ella ama ese caballo, sin embargo quiero que me digas claramente, estas interesado en ella — Pudo sentir la seriedad en su pregunta, Max analizo lo que diría no deseaba que sus tratos terminaran por un lío de faldas

— No — Dijo con la mayor sinceridad posible — Te contare algo, cuando viaje a Francia conocí a una mujer y me enamore perdidamente, pero ella desapareció de la noche a la mañana sin darme ninguna explicación, llegue buscándola y al encontrarla me di cuenta que todo lo que viví con ella fue una fantasía, estaba dispuesto a luchar arrebatarla de quien se opusiera a lo nuestro, me entere de que era una mujer prohibida, tengo el corazón roto amigo, respecto a tu hermana he sentido mucha simpatía hacia ella pero solo es eso

— Sabes que te partiría la cara si me entero que la estas cortejando

— No esperaría menos de ti, pero te prometo que si algo llegara a cambiar dentro de mí serás el primero en enterarte

— Bien, me dejas mas tranquilo ahora será mejor que descanses y no te preocupes demasiado, Humberto no es el tipo de hombres que le interesan a Camila — Sin dejarle decir nada más salió de la habitación, Max se quedó perplejo se supone que era muy discreto con sus emociones

Mientras en el piso de abajo Camila permanecía en el estudio de su padre, él había salido minutos atrás pero ella decido quedarse a ayudar con los libros como antes, estaba concentrada hasta que de repente escucho unos gritos por lo cual salió a ver qué era lo que pasaba

— ¡Quiero ver a mi hijo!, ¿está grave? — Gritaba una señora con el cabello negro, de piel Blanca y hermosos ojos grises — ¿Dónde esta? — Parecía desesperada cual Magdalena.

EL DUQUE AMERICANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora