Final Alterno

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MJ sentía sus párpados pesados y su cuerpo débil mientras que se despertaba. Al abrir los ojos fue recibida por una fuerte luz, y tras varios segundos logró acostumbrar sus ojos y los abrió. Sintió el pánico recorrer su cuerpo mientras que veía a sus alrededores y notaba que estaba en una habitación de hospital.

—¿Jess?—Llamó esperando que su hermana estuviera cerca. Intentó sentarse en la cama, sintiendo sus extremidades pesadas. Fue entonces que se dio cuenta de lo que había pasado.

Había dado a luz.

—¡MJ!—Jessica exclamó mientras que entraba a la habitación.—Ya estás despierta.

—¿Qué sucedió?—Preguntó nerviosa.

—Relájate. El parto fue algo difícil, y te quedaste inconsciente tras terminar...

—¡¿Y mi bebé?!—MJ exclamó empezando a respirar con dificultad.—¡¿Dónde está?!

Jessica jadeó, y su mirada se oscureció. Lo primero que hizo fue cerrar la puerta de la habitación y después correr hacia MJ, sosteniendo sus muñecas contra la cama al ver que MJ intentaba levantarse.

—Por favor, relájate.—Jessica suspiró. MJ sentía pánico por todo su cuerpo.—MJ... escúchame bien: le dije a las enfermeras que se llevaran a tu bebé. Él estará en adopción.

MJ sintió que algo se rompía dentro de ella.

—¿A-Adopción? No...—Jadeó y sollozó.—¡¿Cómo pudiste?! ¡Te dije que quería conservarlo!

—¡Tienes dieciséis, maldita sea! ¡No puedes tener un bebé!

—¡PERO ERA MI ELECCIÓN!—Miró a Jessica con un odio que jamás había sentido por nadie.—¡ERES UNA MALDITA! ¡DAME A MI BEBÉ DE VUELTA!

Jessica rápidamente llamó a unas enfermas las cuales llegaron y le dieron un sedante a MJ. Mientras que su respiración se normalizaba, seguía viendo a su hermana con asco mientras que ella la veía con dolor.

—Lo siento, MJ, pero créeme, esto es lo mejor para ti...





•••





Los meses pasaron y en ningún momento MJ volvió a hablarle a Jessica tras lo sucedido en el hospital, hacía como si su hermana mayor no existiera porque así lo deseaba. Sentía que le habían arrebatado una parte de ella, lo único que tenía para recordar a Peter. Cada día el odio y enojo que sentía dentro de ella se volvía más potente hasta el punto que sentía que se rompería.

Una de las muchas noches en las que se pasaba llorando contra su almohada, de repente, una idea llegó a su mente. Se limpió las lágrimas, y se levantó. Salió de su habitación y fue hacia la cocina, y tomó del bloque de cuchillos el más grande y filoso que había.

De manera sigilosa fue hacia la habitación de Jessica. Abrió la puerta con cuidado y se dirigió hacia la cama en donde su hermana dormía... la vio con repulsión. Le había arrebatado aquello que durante meses la llenó de esperanza y alegría a pesar de todo lo que había pasado.

Levantó el cuchillo por encima de su cabeza e inhaló, se preparó para bajarlo rápidamente, acabar con la fuente de su sufrimiento... pero no podía. Se sintió incapaz de hacerlo.

«Hazlo, maldita sea.» Se dijo a sí misma en su mente. Apretó la mandíbula, y el cuchillo entre sus manos, pero, una vez más, sus manos no se movieron. No pudo hacerlo. MJ se tapó la boca con una mano aguantando un sollozo, y salió de la habitación de Jessica, cerrando la puerta cuidadosamente.

Síndrome de Estocolmo [Spideychelle]Where stories live. Discover now