FPB. 22

175 28 6
                                    

Apenas pude llegar a mi casa, la puerta estaba sin llave debido a que habían destrozado la cerradura, comencé a buscar mis objetos más importantes. Busqué dinero, pasaportes, documentos, tarjetas y mucha ropa. Metí todo en una valija extra grande, y tomé un bolso de mano con lo importante.

Me cambié la ropa, debido a que traía aspecto de científica, y me puse un gorro de lana junto con unos lentes de sol, la gente me vería como loca porque era de noche, pero eso no me importaba.

Lo último que revisé fue la carpeta que me había robado de la FPB. Era el expediente de Roth.

Salí de mi casa, arrastrando la valija rápidamente y el bolso a cuestas. Las calles de Boston lucían apagadas, no sabía qué horas serían, pero al parecer muy tarde.

Pude conseguir un taxi, que fue mi salvación. El hombre me miró por el espejo al ver mis lentes.

-¿A dónde, señorita? -me preguntó educadamente, lo cual me recordó que aún vivíamos en un mundo donde los hombres eran perfectos.

-Al aeropuerto. -contesté.

Luego de quince minutos de viaje, llegamos. Pagué apresuradamente y bajé mi valija y bolso. Rápidamente, fui hasta las boleterías y un hombre me atendió.

-Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarle? -preguntó siendo cortés.

-¿Cuándo sale el avión más rápido a Berlín, Alemania?

El joven tecleó en su computadora.

-Hay uno que despega en diez minutos, pero es casi imposible que la dejen abordar, señorita. -me anunció. -El próximo avión sale mañana por la tarde.

-Quiero el que sale en diez minutos. -le dije, sacando el dinero en efectivo. Fue una gran suma, pero valía la pena.

-No puedo asegurar que la dejen...-me informó nuevamente. Yo saqué rápidamente mi identificación que me confirmaba como miembro de la FPB, y enseguida el hombre abrió los ojos.

-Deme un segundo. -levantó el teléfono a su lado. -Detengan ese avión, tenemos un pasajero muy importante que tiene que viajar de emergencia. -cortó y tecleó en su computadora, el boleto de avión salió impreso, y me lo entregó. -El avión no despegará sin usted, señorita. Puede ir tranquila. Que tenga un buen viaje.

*

Llegar a Berlín, la capital de Alemania, fue como respirar otro aire.

No era ni parecido a Boston, todo era diferente.

Tenía miedo de que me encontraran, por lo que continué con los lentes puestos y el gorro, no podía arriesgarme a nada. Tomé mis valijas y bolso, y comencé a caminar por el aeropuerto de Berlín, que era muy grande.

Decidí que tenía que darme aunque fuera un descanso y además moría de hambre. Caminé con todo el equipaje a cuestas hasta un pequeño bar, al ser de tarde, casi las siete, podía permitirme merendar. Pedí un café sin nada junto con lo que fuera que calmara mi hambre. Por suerte, sabía algo de alemán, debido a que los idiomas eran uno de los principales temas de estudio para entrar en la FPB. Todavía recuerdo cuánto anhelaba trabajar ahí, y ahora estaba huyendo de eso.

Recuerdo el miedo que había tenido de no poder trabajar ahí nunca más.

Pero como dije, eran recuerdos.

Conseguí cambiar el dinero estadounidense por el alemán en un banco, me hicieron firmar muchas cosas, pero lo conseguí. Luego de eso, había ido directamente al hotel más cercano que había visto, que por suerte no era costoso porque no disponía de casi nada de dinero.

Pude ducharme con tranquilidad, y cambiarme la ropa, la cual deseché. No soportaba la idea de que estuviese manchada de sangre ni nada parecido.

Hacía frío, por lo que el gorro de lana pude usarlo sin ser vista de manera rara. Pero los lentes de sol, simplemente quedaron descartados. Me senté en la cama del hotel, y abrí el expediente de Roth.

Su única familia, eran sus padres, los señores Wilhem, los cuales no especificaban sus nombres, vivían en Berlín, y adjuntaba la dirección de la casa.

No pude pensarlo mucho, porque ya estaba tomando mi bolso y caminando por las calles de Berlín. Tuve que preguntar varias veces por las calles, hasta que logré llegar.

Era una casa pequeña, con una puerta color blanca, y un timbre a un costado.

Junté todas mis fuerzas y lo toqué.

-Hallo. -un hombre alto y de piel blanca como la luna me abrió. Pero ese era muy joven para ser padre de Roth.

-Mein...name ist Missy. -dije con dificultad. El hombre me miró.

-Hablo inglés también. -dijo con un levísimo acento alemán. Suspiré.

-Que bueno. Estoy buscando a la familia Wilhem. -dije con inseguridad.

La cara del joven se iluminó en reconocimiento.

-Ah sí, ellos vivían aquí. Pero ya no. -le informó.

Mi entusiasmo no logró disminuir.

-¿Sabes dónde podría encontrarlos? -pregunté entusiasmada.

-Lo siento, ellos fallecieron.

The Factory of Perfect BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora