17. Desconocido.

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Entre la penumbra de mi habitación trato de hallar cualquier cosa para mantener la cordura, la figura negra avanza hasta quedar con las manos apoyadas en mi cama, los escasos rayos de luz que entran por la ventana me permiten ver su rostro.

Su siniestro y misterioso rostro.

–Hola Layla, ¿Me echabas de menos? –Susurra con voz franca.

No entiendo nada, suelto ligeramente el agarre de mis rodillas.

–¿Cómo has entrado?

–¿Acaso importa?–Responder rápido y seco parece ser su pasión.

Intento disimular el miedo en mi voz reforzándolo con rudeza. –Jack, ¿Qué haces aquí?

–Demasiadas preguntas, ¿No?

Noto sus antebrazos más cerca de mi cuerpo, yo me regodeo impulsándome contra el cabezal de mi cama, todo sin apartar la mirada. –Bueno, teniendo en cuenta que un capitán perfecto de fútbol en un instituto enemigo está en estos instantes en mi habitación a las –hago una mirada a mi muñeca haciendo ver que tengo un reloj.—1:30 de la madrugada espiándome mientras duermo, creo debería tener el mínimo derecho a preguntar, ¿Me equivoco?

Jack muestra un poco sus dientes en otra de sus innumerables curvas siniestras, ante el reflejo de la Luna su pelo luce azul oscuro brillante, él luce jodidamente brillante.

–Bien Sherlock, ven conmigo. –Dice mientras me toma una mano para qué salga de la cama, yo se la rechazo con bruteza.

¿Qué pretende?

–¿Por qué debería?

–Fácil, quiero enseñarte algo.

–¿Y si no quiero qué me lo enseñes?

Jack se para en seco y gira sobre si hasta quedar frente a mi, cada día tengo más curiosidad para descifrar a los "hermanos" misteriosos, prometo qué algún día descubriré aquello que ocultan. La expresión de el chico ahora se torna fría y un tanto turbia.

–No me gusta que me desobedezcan o que me lleven la contraria, así que si no vienes por las buenas... –La yema de su dedo roza la punta mi nariz con aire juguetón. –...voy a tener que llevarte por las malas.

El ardor quema mis sonrojadas mejillas y me aparto antes de que Jack lo pueda notar. Muchas preguntas dan vueltas en mi cabeza, pero sobretodo tengo un mal presentimiento.

¿Cómo ha entrado?

¿Cuanto tiempo lleva aquí?

¿Que ha venido a hacer?

¿Y qué tiene que ver conmigo?

Finalmente doy la respuesta, pero no la que él se esperaba. –No voy a ir contigo, ni loca salgo en plena noche y con un desconocido.

Jack chasquea la lengua con fastidio antes de pasar el límite del roce y susurra. –Por las malas entonces.

Unos segundos después, unas manos rodean mi cintura impulsándome hacia arriba, él me carga en sus hombros cómo un saco de patatas que no pesa nada, literalmente, me carga sin esfuerzo alguno, yo doy patadas y lo araño por todos lasos pero a él no lo afecta, hasta le ruego que me deje bajar pero no cede, el punto es qué salimos de casa y el frío de la noche roza mis muslos desnudos, helándome cada detalle de mi cuerpo, realmente la temperatura es muy baja.

–¡Jack! ¡Suéltame! ¡Me estoy helando! –Le grito.

Él parece ignorarme, da igual si yo muero, esto ya empieza a preocuparme demasiado, la sangre me sube a la cabeza mientras veo el suelo pasar. Las lágrimas inconscientes empiezan a salir. Y dejo de oponer resistencia.

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