III

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—Buenas noches querida —Saluda la señora de la casa Olive Carter—.

—Buenas noches señora.

—Siempre tan formal y educada —Dice ampliamente "orgullosa"—. ¿Qué tal en la empresa?

—Ha ido de maravilla, Stacy fue muy eficiente y la señorita McCain muy educada. —Digo tratando de complacer sus expectativas—.

—Me alegra que estuviera todo a tu gusto, tu abuelo y yo hemos estado hablando...

—¡Amanda! Al fin llegas, estábamos esperándote —Dice el señor Carter interrumpiendo la conversación anterior—.

—¿De que se trata?

No son los típicos "abuelos" que esperan para darte un abrazo o decir "estamos muy orgullosos de ti", son del tipo de "ha ocurrido esto" o "tienes que hacer esto".

—Trabajarás en la empresa a partir de mañana —Afirma sin ningún signo de pregunta, como siempre—.

—¡¿Como?!

—Tranquila, sabemos que estudiaste interiorismo y por eso vas a sustituir al señor Jonas que se jubiló ayer.

—¡Pero tengo una empresa, un trabajo y una vida!

«Como si les importara» —Pensé nada más decir que tengo una vida propia—.

—No es una pregunta, esta empresa te necesita, eres la heredera y el día de mañana serás la presidenta.

—¿Por qué no la señorita McCain?

—Ella es buena en lo que hace, sin embargo, tu serás la heredera y accionista mayoritaria.

—¿Puedo negarme?

—No, tu padre lucho mucho por esto y tu hermana no está, te toca crecer y hacerte cargo.

No sé que es peor, crecer o darte cuenta que nunca habrás crecido lo suficiente. Cuando alguien te dice madura es para que entiendas que da igual lo que digas no tienes la razón, ni la tendrás.

—Querida valora la oportunidad de dirigir un equipo fabuloso, en una empresa de sumo prestigio.

—De acuerdo, pero mañana negociaremos mis condiciones por escrito antes de marcharme.

Cuando no puedes con tu enemigo, te unes a el. Se acabó huir, correr o evitar el problema, ahora iré de frente.

—Buenos días señorita, ¿qué le sirvo? —Pregunta alguien del personal nada más entrar al comedor—.

—Café solo, fruta y tostadas con aguacate, por favor.

—En seguida lo traigo.

A veces me gustaría conocer mejor a las personas que se encargan de la mansión de los Carter, pero desde pequeña vi mucha gente ir y venir y dejó de interesarme quien me atendida para no sufrir ver marcharse más gente.

—Buenos días Carter, ¿cómo está? —Pregunta Stacy nada más verme pasar la puerta de la entrada—.

—Buenos días Stacy, tutéame, y muy bien, muchas gracias, ¿y tú?

—¡Wow! Eres muy linda.

—¿Por qué dices esas cosas? —Digo un poco extrañada—.

—Perdón, es que... esto... —Dice muy nerviosa, casi no articula bien una frase y me parece muy gracioso—. Normalmente los señores no me preguntan, bueno la mayoría por arriba de mí.

—No me gusta la gente así, así que, dime, ¿qué tal estás?

—Muy bien, muchas gracias. —Dice sonriendo ampliamente—.

—Linda sonrisa, deberías lucirla más.

—Bueno ya —Dice bien roja y nerviosa—. Te enseñaré tu despacho y te daré tu horario.

—Serás mi secretaria, ¿cierto? —Pregunto esperando una respuesta afirmativa—.

—Correcto, creía que lo sabías.

—No, pero me agradas y prefiero que seas tú y no alguna que se aproveche o sea desagradable.

—Aquí tienes —Dice entregándome el que parece ser mi horario—. Descuida no hay gente poco trabajadora, McCain es sumamente exigente y temida. Nadie incumple plazos o infringe alguna norma —Dice mientras caminamos en la dirección que supongo es la de mi despacho—.

—¿Temida?

—Sí, ayer lo tuviste que notar. Es un poco maniaca y controladora, si te da una orden es complicado no obedecer.

—Ayer parecía educada y sincera.

—Eso es lo peor, nunca notas que te intimida. Ella es tan directa y educada que te hace sentir bien y mal a la vez.

Asombroso, ayer parecía un poco tímida incluso, pero juzgar un libro por su portada da sorpresas a veces.

—¡¿Cómo se te ocurre?! ¡¿Eres consciente de lo que has hecho?! —Grita una voz femenina cerca del despacho al que nos acercábamos—.

—¡Oh no! —Dice Stacy y parece que algo anda mal—.

El Arte De AmarWhere stories live. Discover now