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Sinceramente no sabía en qué momento había acabado ahí, no sabía porqué estaba en aquel lugar donde olía a juventud y hormonas descontroladas. Todos reían y conversaban, las chicas vestidas con sus vestidos largos brillantes y coloridos con sus peinados y maquillaje perfecto perfumadas como una flor mientras que los chicos con su traje impecable oliendo a la mejor colonia que podían pagar con sus zapatos brillantes y su cabello encerado.

Pronto se acercaban las vacaciones de verano, por lo que la escuela cada año hacía una especie de baile de despedida. Era el final del ciclo escolar. Por lo que, todos disfrutaban de aquella fiesta hecha por la institución. Normalmente Murdoc no iba a este tipo de eventos, los odiaba y prefería irse a cualquier otra parte que ir a un estúpido baile. Sin embargo, había una razón por el que iba. Valía la pena soportar el mal gusto musical de sus compañeros con tal de verlo, observarlo, admirarlo.

A lo lejos, en aquel auditorio de la escuela estaba en un rincón un joven de cabello azul, alto y esbelto. Se encontraba solo fumando cerca de la puerta de emergencias un cigarrillo. A pesar de que los maestros vigilaban de la fiesta no lo notaban o quizá simplemente lo ignoraban.
Se veía en plan un chico seductor.

Murdoc, juraba que aquel chico era un modelo para revistas juveniles pues aquellas piernas largas y aquel rostro bonito lo hacían sentir... Atraído hacia él. Aunque fuera todo un galán, había algo que no le gustaba algo que le molestaba y le daba curiosidad.
Siempre lo veía ya sea en clases, comiendo, conversando parecía estar... Triste. Cómo si él no quisiera estar ahí, como si se encontrara en otra parte o desearía estarlo. Sus ojos lo decían, sus ojos reflejaban tristeza y soledad.

No lo conocía, ni su nombre sabía pero una parte de él decía que si se acercaba sus ojos sonreirían. Le decía que quería estar a su lado.

Le sudaron las manos en solo pensarlo.

- Vamos, cobarde. -murmuró.

Su corazón le palpitaba, su respirar aceleraba, se sentía tenso como piedra. Estaba tan nervioso. Empezó a sudar frío.

- Cobarde -volvió a decir.

Dió un paso, luego otro, primero con temor y después la seguridad recorrió su cuerpo como un rayo. Aunque enseguida se heló cuando comenzó a acercarse.

El chico de los ojos tristes volteó a mirarlo, su cigarro consumían en los dedos. Murdoc estaba helado, no sabía que decir tartamudeaba al intentar decir algo. Cualquier cosa.

- Y-yo... Yo... Tu...

De nuevo se sentía nervioso.
Respiró hondo, tenía que calmarse.

El chico de cabello azul ni siquiera se había percatado de la presencia del otro, parpadeó un par de veces para poder salir de aquel mundo en el que se encontraba perdido. Enfocó su vista a un chico bajito de cabello tan negro y revuelto que diría que son las alas de un cuervo, el chico estaba sudando y se veía nervioso, además de sonrojado. No entendía que estaba pasando.

Murdoc seguía sin poder decir algo, no sé le ocurría nada. Su mente estaba tan blanco como los exámenes que entregaba sin responder.

- ¿T-te gustan los bailes? - dijo para iniciar conversación.

"Idiota", pensó. "Si le gustaran los bailes ahora estaría con una chica", respondió así mismo.

Una risa. Una risa pequeña y baja que no se podría escuchar a causa de la música pero lo suficientemente alta como para que el azabache pudiera oírla, sonó con disimulo por parte del peliazul quien se cubría la boca mientras lo miraba, Murdoc estaba que se moría de ternura y amor además de vergüenza.
Era la primera vez en ocho meses que lo observaba, dónde lo veía sonreír.

Había un poco de luz en sus ojos profundos.

- No - contestó con desenfado -, no me gustan pero vengo para pasar el rato.
- Oh.

Stuart tiró de la colilla de cigarro.
Murdoc solamente pensaba que decir o que hacer, era la primera vez que le dirigía la palabra. Podía expresar todos sus sentimientos en los tantos poemas que le había dedicado secretamente, pero no se le ocurría nada en ese momento.

Finalmente la música mala había acabado, el DJ (el director de la escuela más bien) había puesto una canción lenta y romántica haciendo que todas las parejas de la escuela juntaran sus cuerpos. La chica apoyaba su cabeza al pecho del chico mientras él la tomaba con delicadeza por la cintura y la guiaba en pequeñas vueltas en el gimnasio de la escuela.

- Stuart, - murmuró con nerviosismo - ¿Te gustaría bailar conmigo?

El peliazul miró al chico bajito sorprendido y quizás ruborizado con la mano alzada. ¿Debería rechazarlo?

- Está bien si no...
- Sí - sonrió nuevamente mientras tomaba su mano con un poco de pena.

Murdoc sentía mariposas en el estómago. ¿Acaso estaba soñando?

Ambos caminaban hacia toda la multitud de jóvenes enamorados así, tomados de la mano. Murdoc posicionó su mano en la cintura de su pareja a la vez que lo tomaba de la mano, Stuart puso su otra mano en su hombro. La verdad es que se sentía avergonzado de que lo miraran, al igual que resultaba gracioso que él siendo tan alto hiciera el papel de la chica.
No le molestó en absoluto, mientras mirase aquellos ojos tan negros como la noche.

Todo era como un sueño, un sueño hermoso del cuál Murdoc no quería despertar nunca más. Era tan hermoso que inconscientemente se apoyó en el pecho del otro, escuchando los latidos de su corazón y a la vez la música de amor que sentía en su alma.

Hey, sigo viva
La verdad esto lo escribí casi a fuerzas, con la poca inspiración que tenía luego casi uff...

Espero les haya gustado, sino, lo re escribiré otra vez porque igual casi no recordaba como iba la letra de la canción

Chau
Gracias por leer 💕

Aunque quizás nadie lo lea 🤷

El Muchacho de Ojos Tristes Where stories live. Discover now