Nuestro pasado

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Era 26 de Julio. O sea, que era mi cumpleaños. Percy me citó en un bar situado en una gran avenida con más establecimientos parecidos. Me dijo por teléfono que quería verme urgentemente, pues quería contarme algo. Acepté, por supuesto. Siempre estaba para Percy; si ella necesitaba algo, mi disposición era segura.
Faltaban minutos para las nueve y caminé hasta el bar, cabizbajo. Me paré fuera del establecimiento, y parecía estar vacío. Me acerqué a la puerta, que pensé, estaba cerrada. Respiré profundo y esta última se abrió sola, lo que tornó todo un poco tenebroso. El lugar estaba ligeramente oscuro. Con algo de desconfianza, di unos pasos hacia delante, y decidí regresar al ver que el bar se encontraba desierto. No podía ver a Percy ni a nadie por ningún lado. De hecho, en la barra ni siquiera había un barman. Estaba dando la media vuelta de regreso a la entrada cuando todas las luces se encendieron, comenzó a sonar música y muchas voces gritaron: "¡Sorpresa!" saliendo de sus escondites. Y de entre la multitud pude ver a Percy y Brian, muy sonrientes.

—¡Mi pequeño Roger! —exclamó Percy de entre la multitud y corrió a abrazarme. Apachurró mis mejillas y las besuqueó. Sonreí y también la saludé.
—Hola, preciosa —dije sincero —me alegra mucho verte... ¡Brian!
—Hey, Roggie.
—¿Cómo estás, rizado? ¿Emocionado por la boda? —sonreí, mirando a ambos intermitentemente.
—¿Qué si lo está? —empezó Percy ebria de felicidad —Lleva hablando de la boda todo el día. Le pedí que dejara el tema un lado por lo menos hoy, que es tu día, pero mi Brian —lo tomó de la cintura —está demasiado emocionado y no puede evitarlo—. Percy bajó su mano por el cuerpo de Brian y la posó en la curva saliente más abajo de su espalda. Me estremecí al ver de soslayo esa acción, pero no demostré incomodidad alguna.
Brian, que bien sabía yo, odiaba las demostraciones de afecto muy explícitas en público, tomó la mano de Percy para alejarla y la subió a su cintura nuevamente, sin embargo, estrechó el cuerpo de su novia contra sí mismo, abrazando sus hombros con cariño. La chica gimió de placer y sonrió mirando a su hombre.
—¿E-estas emocionado, Roger?... ¿Te gustó la fiesta? —Brian me observó nervioso cuando me atrapó mirándolos inexpresivamente, pero sus facciones se relajaron en un instante.
—Oh, sí, sí. Me he sorprendido mucho, muchas gracias por esto.
—¡Me alegra! Todo fue mi idea —gritó Percy como para que todos se enteraran —¡Es una gran fiesta! Iré por unas bebidas, ¿Quieren una? —soltó a Brian cuando asentimos a su pregunta y se dirigió a la barra. Me dispuse a observarla alejándose.
—¿En serio te sorprendiste? —preguntó una voz de pronto detrás de mí. Volteé en dirección a ella y su dueño sonreía incrédulo.
—Sí, así es.
—Ya puedes dejar de mentir, Roger, Percy está por allá.
—Ya te lo he dicho.
De nuevo, con su mirada me hizo saber que no me creía. Rió y yo también.
—Te conozco y sé que tus expresiones suelen delatarte muchas veces. Podemos saber qué piensas sólo observando tu rostro.
Reí otra vez, y acepté que la sorpresa que Percy había preparado para mí, no hacía honor a su nombre.
Entablé una corta conversación con Brian sobre el álbum que estábamos trabajando con Queen, mientras bebíamos tequila que un mesero nos había entregado cuando pasaba por ahí con su charola repleta de más vasos iguales. Entonces escuché un grito eufórico detrás de nosotros, que decía:
—¡ROGEEEEER!
Me sobresalté. Giré para ver quién lo emitía, y un John Deacon muy ebrio se abalanzó a mí, diciendo palabras de felicitaciones.
—¡Deacy! —lo abracé por debajo de sus brazos, ya que él había rodeado mi cuello con ellos; lo hice para intentar alejarlo y equilibrarnos para que su fuerza no me terminará empujando al suelo. —pero qué enfiestado estás, ¿Qué has estado bebiendo?
John se separó y miró su vaso con sospecha, lo olió con cuidado y, mientras lo veía, decidí que él no tenía ni idea de qué era lo que contenía. John se encogió de hombros y esta vez se colgó con un solo brazo en mi cuello.
John empezó a decir una sarta de estupideces divertidas y para ser honesto no me molestaba en lo absoluto cuando se ponía así, de hecho, lo estaba disfrutando. Decidí que quería ponerme igual de ebrio.
—Sí, sí, mira, toma de mi brebaje —dijo John tranquilo, aún abrazando mi cuello cuando le comenté mi plan, y puso su vaso en mis labios, inclinandolo para que el líquido entrara. Tomé un sorbo y la mezcla resultaba tan extraña. Estaba seguro de que no era un solo alcohol.
—Delicioso, ¿No es cierto? —John sonrió relajado, y su rostro de pronto adoptó una expresión de adormilado. Los párpados se le cayeron a la mitad de los ojos y sonreía estúpidamente. Tomé de su vaso una vez más y vacié su contenido, directo a mi esófago, y John soltó un ruido de admiración, se quitó de mi cuello y aplaudió emocionado, y se puso a comentar a las personas que estaban cerca mi gran hazaña. Entonces se acercó a Brian.
—Hey, tú, amigo, ¿Viste lo que acaba de hacer este rubio? —preguntó Deacy con voz de ebrio excitado, colocando su mano en el alto hombro de Brian.
—John, soy Brian, no tienes porqué llamarme amigo —respondió divertido, y con su palma le dio un par de golpecitos en su cabeza. El ebrio lo observó profundamente, muy serio, y negó con la cabeza.
—Mmh, no, no, yo no te conozco —dijo con una voz borracha. Comenzó a reírse antes de continuar —¡Ah!, pero tengo un amigo que se llama Brian, sólo que no vino, que el muy imbecil se va a casar, y su novia ya no lo deja salir, ¡Lo atrapó! —sentí como mi rostro adoptó una expresión de sorpresa, pues a decir verdad no creía que el chico dijera lo que dijo. Miré de soslayo a Brian, y pude ver cierta confusión en su cara. Había hablado con John sobre la situación de Brian antes, e hicimos nuestros pronósticos sobre cómo sería su vida después del matrimonio. Lo comenté en confianza y particularmente a él, pues tenía la certeza de que jamás abriría la boca, pero nunca consideré qué pasaría si Deacy se pasaba de copas. A estas alturas John ya estaba casado y sabía lo que decía cuando lo platicamos. Su matrimonio era promedio: a veces él engañaba a su esposa pero le escribía canciones para arreglar la situación. O al menos eso decía la prensa. Pero a pesar de todo, su relación parecía ser muy estable.
John rió de buena gana, y soltó a Bri, para poder palmear sus muslos y continuar riendo. Pese a que Brian, seguramente, estaba preguntándose qué carajos significaba lo que nuestro amigo bajista le acababa de decir e insistió en que le explicara, John se largó a otra parte a seguir bebiendo.
—Qué demonios. —murmuró con la vista perdida.
No quise hablar pero di un respiro (seguramente muy ruidoso) pues llamó su atención. Me observó y vi como las palabras se acumularon en su boca, como formulando una pregunta sobre lo que recién había pasado. Me preparé para lo peor, me sudaban las manos y pensé en una buena historia para excusarme, en la cual culpara a la bebida o algo así y, de ese modo, salvar mi pellejo, cuando de nuevo fuimos interrumpidos:
—¡Roger! Darling, feliz cumpleaños, abrázame.
Era Freddie, con su peculiar voz —¡Cheers!
Alzó su copa que seguramente contenía champán, y la chocó con el vaso de John que yo sostenía en mi mano derecha.
—¿Veinti... qué? Oh, no importa, sigues igual de joven y hermoso, Roggie.
Yo reía mientras él saludaba a Brian.
—Brian, querido, ¿Qué tal los preparativos de la boda? —a Freddie particularmente, le interesaba este tema, amaba las bodas, no precisamente por el amor que se derrocha en ellas, sino por el lado de las decoraciones y planeación. Un diseñador entusiasta que recomendaba y aconsejaba a la pareja May sobre muchos aspectos para su fiesta, incluso se había ofrecido para acompañar a Percy a su prueba de vestido. Ella accedió, y por supuesto que también solicitó mi presencia la cual no pude negar. Como sea, Brian expresó que se encontraba emocionado y asustado y empezaron a hablar de algo más que ya no alcancé a escuchar, pues Mary llegó detrás de Freddie para abrazarme.
—¿Te está gustando tu fiesta, Roger? —Mary a penas tocó mi hombro. Estaba sonriendo mientras me miraba con sus dulces ojos.
—A decir verdad, me está pareciendo interesante —respondí, con media sonrisa.
—Es una pena que Sally no haya podido venir. Me hubiera gustado verla.
Ay, Sally, me había olvidado por completo de ella.
—Ah, será mejor que no. —reí —me botó. El mes pasado, de hecho. Dijo que me veía distraído todos los días y que ya no era el mismo —respondí recordando cuánto me habían dolido sus palabras.
Mary me miró avergonzada; supongo que hubiera preferido no preguntar nada, ni siquiera saludarme.
—Oh, lo-lo siento, Roger, no quise...
—No te preocupes, Mary preciosa. Estamos aquí para celebrar, ¿Cierto? Dejémonos de condolencias, nadie se ha muerto.
La chica me dedicó media sonrisa y estrechó mi hombro con su mano derecha, para después darse la media vuelta para buscar a Freddie y después colgarse de su brazo.
Me dispuse a observar la ocasión, y recorrí todo el lugar con mi vista. Había bastante gente que no conocía, pero tal parece que ellos a mí sí, pues en cuanto cruzábamos miradas, me sonreían y levantaban su copa en mi dirección, por lo que yo hacía lo mismo. Entonces Percy regresó con un mesero tras ella.
—¡Cerveza para todos! —Percy indicó al mesero que repartiera las bebidas que llevaba en su charola a todos nosotros. Y después volvió a desaparecer entre toda la gente. Brian ni la miró; seguía entrado en la plática que había entablado con Freddie. Lo observaba de brazos cruzados y sonreía de vez en cuando.
Y yo seguía ahí parado. Me había quedado con el vaso de John en las manos, ya vacío.
Entonces un estruendo provino de una bocina de la interferencia que causa el micrófono. Luego una prueba de sonido “uno, dos, tres, probando...”
—¿Hola? uno, dos, tres... ¡Hola! —y ahí estaba Percy, en el escenario, con micrófono en mano. —¡Quiero proponer un brindis para mi mejor amigo Roger Taylor, por su cumpleaños!
Percy tomó una botella que estaba a un costado de ella, en el suelo, y la sostuvo del cuello mientras prosiguió:
—Roger, te amo, y amo tenerte en mi vida. Has sido mi amigo desde que éramos vírgenes —Percy rió —y sin dudas eso fue hace mucho tiempo.
Todos reímos, y ella continuó con su discurso —hay tantas cosas que yo puedo agradecerte, pero nada como el hecho de que tú hiciste posible que yo conociera a mi prometido, a mi hombre Brian.
Percy no perdía oportunidad para hablar de ella.
Todos los invitados celebraron aquello último, y aplaudieron, pero a mí me ardió el estómago. Sin embargo, también aplaudí, golpeando mi vaso por un costado, demostrando felicidad por aquella unión. Volteé hacia atrás, buscando a Brian, y ahí estaba. Cruzamos miradas y le sonreí. Levanté mi copa (bueno, el vaso que era de Deacy) hacía él y me devolvió el gesto. Todo un ritual muy formal.
—Y por muchas cosas más, Roggie —continuó Percy, observándome desde allá —tú eres mi primer amor, incluso antes que Brian. Y eres mi mejor amigo. Absolutamente nada puede separarnos, porque nuestra amistad es más fuerte que cualquier cosa ¡Te amo!
Levantó la botella en mi dirección.
Nuevamente todos aplaudieron. Eso había sido muy emotivo, pero nadie soltó una lágrima. Tal vez faltó credibilidad.
—Ah, Percy, siempre queriendo ser el centro de atención —dijo Freddie, burlándose, quién ya había abandonado la conversación con Brian y ahora se había puesto detrás de mí. Lo miré —Yo puedo hacerlo mejor ¿Quieres ver?... —finalizó y caminó al escenario, se apoderó del micrófono y pidió algún Karaoke. Un rato luego y todos aplaudían a Freddie pidiendo más. Yo estaba en silencio, pero igual sonriendo, mientras bebía cerveza.
Parado entre la masa de gente que ahí estaba, alguien me llegó por detrás y me abrazó. Intenté volverme hacia la persona que me había rodeado, pero no sé dejaba ver. Entonces miré las manos que me apretaban el estómago, y alcancé a ver un anillo de compromiso.
—Percy, sé que eres tú.
Ella soltó una carcajada y entonces se posó frente a mí.
—¿Te gustó tu fiesta, bebé? —y fue hasta que ella habló que me di cuenta de que se encontraba un poco ebria.
—Ha sido muy linda, querida, gracias por el detalle.
—Te quiero mucho, Roggie —exclamó, y se abalanzó a mí para darme un abrazo.
Conocí a Percy cuando ambos éramos dos niños inocentes. Trece años, tal vez. Y desde entonces, nuestra “amistad” ha ido evolucionando. Pasó de ser una unión para jugar cosas de niños, como andar en bici o cualquier otra cosa, a ser más alcohol que nada. Eso fue durante la etapa de preparatoria. Pero cuando la universidad empezó, ella y yo continuamos siendo amigos por mera costumbre. Porque habíamos crecido juntos y nos sentíamos cómodos juntos. Y nos conocíamos mucho. Supongo que ahí radica la razón por la cual nunca me vi interesado en ella de una forma sentimental, ni ella en mí. Nos conocíamos demasiado.
Pero de cualquier modo, claro que la quiero. Es mi mejor amiga. Es una persona tierna y amable, sin embargo tiene un carácter un tanto difícil de manejar. Percy siempre obtiene lo que quiere. Pero nuestra amistad ha persistido, a pesar de todo.

Who wants to love forever? [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now