Capítulo 14-En una balanza.

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A veces solo se necesita un pequeño impulso para tocar fondo y emerger entre las profundidades, saber que nada en esta vida es fácil pero que si te lo propones, puedes lograr lo que por tanto tiempo tu corazón ha anelado, el amor todo lo puede ¿Cierto?

—Hijo...

La sonrisa de Victoriano disminuyó de golpe, al darse cuenta de que no era cualquier persona, era el hijo de la mujer que amaba, el muchacho...que le recalcaba la razón del porqué nunca fué feliz. Sin embargo le preocupaba la reacción del joven,  Inés estaba en medio de todo aquello y quién sin duda alguna sería la más afectada.

Emiliano los miraba a los dos incrédulo, intentado negar en su cabeza todas las posibilidades que comenzaban a emerger. Pero en la mirada de Inés había una mezcla de sentimientos que la delataban, no se precisaban de palabras cuando era más que obvio lo que estaba sucediendo.

—Dime que no es cierto.—Logró decir sin salir de su asombro, Inés bajó la mirada y fué más que suficiente.—No lo puedo creer.

Victoriano tomó a Inés por los hombros sin saber que hacer, pero no iba a dejarla sola, no permitiría que nadie la lastimara ni siquiera su propio hijo.

—Muchacho.

Emiliano lo miró enojado.

—Que decepción, se hacía pasar por el patrón intachable, nunca me ha querido cerca de su hija porque soy poca cosa.—Se sonrió con amargura.—pero mire con que me encuentro, se está aprovechando de mi madre.—Negaba con la cabeza dolido con Inés.—todas esas cosas que me enseñaste.—Dejaba caer las brazos.—se acaban de ir a la basura, ¿Esto es lo que quieres durante toda tu vida?.—Ella levantó la mirada con la vista nublada por las lágrimas.—¿Ser la amante del grandísimo e intachable Don Victorino santos? No lo puede creer, que bajó caiste.

—Mira muchacho tú no tienes una idea de cómo sucedieron las cosas, hazme el favor y respeta Inés es la mujer que te dió la vida.—Le apretaba con suavidad los hombros a Inés.—quien te dió lo mejor que pudo y se esforzó en darte lo mejor de ella, ella no es mi amante es la mujer que amo.

El corazón de Inés se aceleró aún más, si es que eso era posible.

—Hijo hablemos, necesito que me escuches.—No se permitía llorar ¿Para que? Ya estaba cansada de hacerlo, últimamente sentía que ya no tenía porque rendir cuentas de su vida, ni siquiera a Emiliano.—por favor.

Intentó acercarse pero el retrocedió.

—No quiero, no puedo ¿Cómo fuiste capaz?.—el enojo comenzaba a calarle los huesos.—¿Desde cuándo eh? Porque no creo que esto sea de ahorita, ahora entiendo muchas cosas, ¡con razón nunca has querido irte de esta maldita hacienda!.—Reprocho indignado.

La manera en que la miraba dolía, le quemaba el corazón, no era la forma en que quería de que el se enterara.

—No quiero que pienses cosas que no son, Victoriano y yo no somos amantes nunca lo hemos Sido.—Trató de aclarar.

—¿Ah no? Y entonces esto que significa, nos han estado viendo la cara de idiota a todos, de verdad que no se qué pensar, yo te tenía en un pedestal mamá.—se pasaba las manos por el rostro desesperado.—confiaba en ti y esto...esto no se hace.

—Emiliano, las cosas no son como tú te las estarás imaginando.—Comenzaba a desesperarse.—yo nunca he Sido la amante de Victoriano, por favor escuchame.

—¿Lo amas? ¿Amas a este señor?.—Lo señalaba.—¿Por él nunca pudiste amar a mi padre?.

Sentía que le hacía falta el aire, no coordinaba bien las palabras en su mente, una lágrima bajó involuntariamente por su mejilla, ¿Porque todo simplemente salía mal? ¿Acaso estaban destinados a eso?.

El Hubiera 💜Where stories live. Discover now