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—¡Emma! ¿Por qué no contestas mis llamadas? —me gritó Josh al otro lado del teléfono

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—¡Emma! ¿Por qué no contestas mis llamadas? —me gritó Josh al otro lado del teléfono.


—Josh, soy mamá, estudio, trabajo y debo hacer como mil cosas. No tengo mi teléfono en la mano todo el tiempo. —alejé mi computador y apoyé el codo en la mesa, con mi cabeza recostada en mi mano.

—Si... Perdón. Pero como sea, ¡hay problemas! 

—¿Por ejemplo? —suspiré.

—¡Los chicos descubrieron el viaje!

—¿Descubrir? No era un secreto, tampoco un tesoro. —hubo silencio— ¿Entonces?

—Van a viajar conmigo.

—¿Ah?

—Que van a viajar conmigo. —repitió.

—No, osea, si te entendí pero ¿Ah? ¿Por qué?

—Porque si, porque según ellos quieren conocer Italia.

—¿Y cómo pasó?

—Dejé mi computador abierto y—

—Tonto, tonto, tonto. —lo interrumpí.

—Ya sé, pero, no es tan mala idea... Puedes ver a los chicos, ¿no crees?

—No.

—¿No los extrañas?

—Si.

—¿Entonces?

—Ellos van a querer que vuelva a Los Ángeles.

—Pero vas a decir que no.

—Pero ellos van a presionarme hasta que diga que si.

—Pero es tu decisión.

—Pero tengo voluntad de prostituta, no puedo decir que no porque me siento mal.

—¿Por qué eres tan buena persona, Emma?

—No sé.

—¿Puedes hospedarme en tu casa?

—Los chicos van a querer ir a donde vayas.

—Tienes razón.

—Hospédate en un hotel cerca a casa, vienes por las noches. —sugerí.

—Suena perfecto. Nos vemos en dos días, Emma. —colgó.

—Nos vemos en dos días, Josh. —susurré y volví a mi trabajo.

 —susurré y volví a mi trabajo

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—Jess, acompáñame al mercado

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—Jess, acompáñame al mercado. —me abotoné mi short frente al espejo y miré a Jess que estaba dibujando.

—Quiero quedarme aquí. —hizo un puchero.

—Lo siento amor, no puedo dejarte sola en casa. No vamos a demorarnos, te lo prometo. —le sonreí.

—¿Puedes comprarme churros? —me puse mis lentes de sol.

—Si hay si. —la niña feliz asintió y dejó sus hojas en la mesa de la sala para tomar mi mano y salir del apartamento— ¿Estás feliz? Ya casi comienza el campamento de otoño.

—No quiero ir.

—Pero irá Ellie. —Ellie era la hija de mi amiga, se conocían y jugaban cada domingo en las reuniones— Fuiste el año pasado y me dijiste que te gustó.

—Es aburrido, no podemos pintar. —reí, caminamos unas tres cuadras más y cuando estábamos a punto de llegar al lugar, un grupo de chicas me frenaron.

—Hola disculpa. —hablaron con dificultad el italiano.

—¿Inglés? —dije y ellas asintieron relajadas— Claro, ¿En que puedo ayudarlas?

—Estamos pérdidas... —se miraron entre si— Pero espera... ¿Puedes volver a hablar? —¿qué?

—Creo que yo la conozco... —susurró una, Jess señaló ansiosa el mercado— ¿Haz vivido en Los Ángeles?

—Nope, en Illinois. Solo un año, de intercambio. —bienvenidos al show de mentiras blancas con Emma Taylor, tomen asiento, apaguen sus teléfonos y guarden palomitas. Debajo de sus asientos hay una bolsa con tomates para que cada que Emma diga una estupidez, se las tiren. Tienen permiso de la mismísima señorita Taylor.

—Entonces creo que te confundí, te cuento, hace un tiempo habían tiktokers que desaparecieron. Se dice que están muertos. —una le dió una palmada.

—A ella no le interesa...

—Ouh pobre, ¿cuál era su nombre?

—No fue solo ella, fue su ex novio y su hija... —susurraron— Se llamaba Emma, la chica.

—Que triste, espero esté sana y salva. —asentí y pasé mis manos por mi cabello y miré la cara confundida de Jess.

—Se llama como t—habló la niña.

—Como tía Emmaline, si. —la interrumpí— Bien, ¿A dónde necesitan llegar?

Las chicas me explicaron y yo les enseñé como llegar, me agradecieron y se fueron. Finalmente pudimos llegar al mercado artesanal. Recibí una llamada de Jaden y de inmediato la contesté.

—Hola Em, ¿Cómo están? —me saludó.

—Todo bien, me encontré unas chicas que me confundieron con Emma y sabes, yo soy Emma. —fui metiendo algunas cosas en el carrito.

—¿Qué hiciste?

—¡Nada! Que iba a decir, Jess casi mete la pata.

—¡Nada! Que iba a decir, Jess casi mete la pata

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𝐈𝐓𝐀𝐋𝐈𝐀 | #𝐃𝐖²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora