LA DESPEDIDA

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Durante la cena, Itachi la veía tan tiernamente que Hinata sentía sus mejillas arder.
Comieron en silencio, y al terminar salieron a caminar un rato. Itachi la sostuvo de la mano, hacia ya varios días que la venía observando. Todo en ella lo cautivaba, lo enloquecía.

Se sentaron en una banca frente a un rio y permanecieron un momento en silencio, contemplando el firmamento.

—¿Me dirás qué es lo que te pasa? —Itachi rompía el silencio.

—Yo... Yo no sé de que me habla, Uchiha-san.

—Hablo de esa gran tristeza que embarga tu mirada. ¿Sabes qué eres la persona más linda que he conocido? Señorita Hyuga. Y me refiero a todos los aspectos.

—¿Ah si? —Hinata lo miraba con sorpresa.

Creía, que tal vez estaba en uno de sus agradables sueños, en los que se encontraba en el mismo rio acompañada de un hombre agradable, solo que en vez de ser Itachi Uchiha, era Naruto.

—Entonces, dígame señorita, ¿quién le ha hecho tanto daño? —cuestionaba Itachi, esperando al fin una respuesta por parte de la ojiperla.

La Hyuga suspiró. —Ha... Ha estado enamorado alguna vez Uchiha-san?

Itachi la miró de lado. —Creo que alguna vez —dijo con un suspiro pesado.

—Mi tristeza, tiene nombre y apellido —bajó la mirada— Toda la vida me esforcé para que él me notara, pero no sirvió de nada. Él no me ama. —Las lágrimas comenzaban a salir disparadas de sus bellos ojos.

Itachi la observaba, pero no decía nada, sabia que ella estaba enamorada de Naruto Uzumaki, Sasuke se lo dijo. Pero jamás se imaginó que el amor mal correspondido de aquel chico la hiciera sufrir tanto.

—Hyuga-san —la tomó suavemente del rostro— Permitame ser su amigo, le prometo que yo le ayudaré a olvidar su dolor.

Los dedos de Itachi se pocisionaron sobre los labios de Hinata, para delinear esa suave y apetecible boca.

Hinata se hundió en sus brazos, no sentía vergüenza o nervios, quería desahogar todo su dolor contenido. El contacto con Itachi era fácil, él la hacía sentir cómoda, no importaba lo cerca que estuvieran, ella quería continuar abrazada a él.

Cuando al fin se hubieron separados, Hinata limpiaba su rostro que estaba un poco mojado por las lágrimas.

—Yo te ayudaré con tus entrenamientos, cuidaré de ti Hinata Hyuga. —decía con alevosía al verla tan frágil.

La chica se sonrojó ante aquel acto, jamás se imagino lograr eso, o por lo menos no en un Uchiha. Asintió agradeciendo la atención de su parte.

De regreso a la mansión Hyuga, Itachi se detuvo media cuadra antes mientras veía como aquella niña se adentraba a su hogar.

Hinata subió a su habitación, se acostó sobre las sábanas y pensó lo afortunada que era al saberse protegida por él. Poco después fue interrumpida por nada más y nada menos que su hermana.

—¿Qué te pasa? —dijo Hanabi con curiosidad al ver a su hermana tan contenta.

Hinata le sonrió y la llamó para que se sentará a su lado.

—¿Quieres saber?

Hanabi asintió.

—Bien, te contaré pero no debes decirle a nadie, será nuestro secreto. ¿De acuerdo? —le decía la mayor con tono serio pero a la vez juguetón.

Las hermanas permanecieron en la habitación, dando a detalle la experiencia vivida por Hinata hasta hace apenas unas horas.

(...)

TRÍO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora