Capítulo 11

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lectoras fantasmas, voten por favor!!

A LA mañana siguiente, al parecer, Nikolas tenía tan pocas ganas de verla a ella como ella a él. Supuso que pasó parte de la mañana con Ariadne, ya que el resto se lo pasó encerrado en su despacho y comió solo con Yanis allí dentro. La suposición de que había pasado un rato con Ariadne estaba basada en que, en un momento dado, la chica desapareció sin ninguna razón aparente y, cuando volvió, estaba tan presumida como siempre. Si Nikolas la había regañado por su indiscreción, se le había pasado enseguida. Paige, por su parte, seguía intentando mejorar su relación con Ariadne. A pesar de que seguía habiendo algo en la chica que no le gustaba, habían llegado a un nivel de comunicación que le hacía más fácil el trabajo. Por otra parte, sorprendentemente, Sophie parecía estar contenta. Estaba lejos de las influencias indeseables de Londres y, a pesar de que la mayor parte de las noches no bajaba a cenar, no parecía estar perdiendo peso. Pero una noche, una semana después de la vuelta de Nikolas a la isla, Paige descubrió el secreto de su hermana. A pesar de lo poco que le apetecía encontrarse con Nikolas, Paige seguía bajando a cenar. Ella y Ariadne, ocasionalmente Yanis también, compartían una mesa en el patio. Ariadne a veces se pasaba de digna con Yanis y Paige sospechaba que consideraba humillante cenar con un empleado. Pero Paige le dijo que ella también lo era y que Yanis se merecía tanto respeto como el que más. Así que Ariadne se vio forzada a pasar por ello. Además, Yanis era divertido y tenía un montón de historias que contar. Así que raramente subía a su habitación antes de las diez o las once. Como suponía que Sophie se había acostado mucho antes, nunca la molestaba. La noche en que descubrió lo que estaba haciendo Sophie, Paige había cenado sola. Ni Yanis ni Ariadne habían aparecido, así que pensó que estarían cenando juntos. Por supuesto, era posible que hubieran salido fuera. Sabía que Nikolas tenía amigos en la isla. Así que solo eran las nueve cuando terminó de cenar y decidió ver si Sophie seguía despierta. Sentía ganas de tener compañía, así que llamó a la puerta de su hermana y, cuando no respondió, la abrió. Estaba vacía. Sophie no estaba por ninguna parte. Paige salió y miró arriba y abajo por el pasillo, pero su hermana había desaparecido. Casi podía pensarse que estaba sola en la casa. Trató de tranquilizarse, cerró la puerta del cuarto de su hermana y se dirigió al suyo propio.

Tenía que haber una explicación lógica a eso. Seguro que Sophie debía estar en algún lugar de la casa. A no ser que hubiera ido a dar un paseo. De repente se quedó helada cuando se le ocurrió una posible explicación. ¿Y si Sophie se hubiera dedicado a salir por ahí todas las noches? ¿Y si hubiera encontrado un camello en la isla? ¿Alguien que le pudiera proporcionar drogas? ¡Paris! El nombre del joven se le ocurrió inmediatamente. Por lo que ella sabía, Sophie no lo había vuelto a ver desde su llegada a la isla, ¿pero y si no había sido así? ¿Y si habían quedado? Suspiró. ¿No se estará pasando? Solo porque Sophie no estuviera en su habitación no significaba que anduviera drogándose por ahí. Se asomó a la ventana y vio las luces del pueblo a lo lejos. A unos dos o tres kilómetros por lo menos. Demasiado para que Sophie fuera andando. Y, a pesar de la idílica reputación de la isla, demasiado peligroso. No podía haber ido allí, pensó. A Sophie podía gustarle salir, pero no si lo tenía que hacer andando. Y como no sabía conducir, no podía haber tomado uno de los coches de Nikolas. No, tenía que estar en la casa. ¿Pero dónde? Decidió que iba a esperarla. Sophie tendría que volver y, cuando lo hiciera, Paige pretendía exigirle explicaciones por haberla asustado de esa manera. Si pensaba salir de su habitación, ¿por qué no le había dicho a dónde iba? Decidió esperarla en su cuarto, así que salió al pasillo. Allí oyó unas voces en el descansillo de arriba de las escaleras y corrió hacia allí antes de darse cuenta de que hablaban en griego. Se detuvo en seco cuando vio que se trataba de Nikolas y Ariadne, compartiendo lo que parecía un abrazo íntimo. La chica estaba en sus brazos, con la cara apoyada en su pecho y Nikolas la estaba acariciando y consolando. Paige agradeció llevar zapatos de suela de goma y se apretó contra la pared, esperando que no la hubieran visto. Evidentemente, ese no era el momento más apropiado para preguntarles si habían visto a su hermana, aunque verlo a él así con Ariadne había sido todo un shock que le recordó todas las cosas que la chica le había dicho. No tenía ningún derecho a interrumpirlos. Después de todo, tal vez fuera cierto que él quisiera que su protegida terminara siendo su esposa. Pero aquello era demasiado y le dieron arcadas. Primero Sophie y luego eso. Entonces Nikolas la vio.

Un Novio MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora