El fin de semana ha llegado pronto. Las cosas con Ryland han ido de maravilla y llenos de miel, nos vemos todos los días y aún siento que no es suficiente. Ahora entiendo a Caleb y Jessi que nunca quieren separarse.
Aparte de ver a Ryland en la universidad, también lo veo en su lugar de trabajo cada tarde cuando voy a correr al parque—conclusión Ryland es adictivo—.
Tal y como me temía mi madre no me dió permiso para salir con él, pero Rebeca prometió ayudarme. No sin antes tener que confersarle con quien iba a salir.
La cita es a las 4:00 de la tarde, así que el plan es acompañar a mi nana a casa y fingir que me quedaré a cenar para aprovechar e ir a la cita con Ryland.
Esperemos mi madre se lo crea.
Después de pasar la mañana en la piscina como habitualmente lo hacemos cuando mi padre decide que nos quedemos en casa. Decidimos pasar a almorzar. Mamá y papá intercambian miraditas y yo me quedo embobada mirándolos. Tener una familia unida es genial pero que tus padres parezcan recién casados luego de dos décadas juntos es maravilloso.
Papá es todo lo que una mujer podría soñar guapo, chistoso y para nada machista. Mi papá tendrá dinero y poder en la empresa pero en la casa quien manda es mi madre y él nunca se ha molestado en ocultarlo o mostrar una imagen diferente ante sus amigos o socios. En cambio mi madre aunque también es guapa y tiene una figura envidiable a sus 42 años (buena genética y yoga), en su personalidad es todo lo contrario a mi padre. Ella es compasiva en extremo acompañado de carácter fuerte, unos cambios de humores bruscos y ser sumamente mandona, pero mi padre ha sabido lidiar con ello.
El almuerzo pasa sin más. La nana lava los platos mientras que mi madre le ayuda a secarlos. Yo por mi parte subo a mi habitación me baño y me pongo unos leggins y una camiseta para poner en marcha el plan.
Cuando vuelvo un montón de bolsas con alimentos, ropas, zapatos, productos de limpiezas higiene personal adornan la cocina. Lo que significa que mi madre ha hecho la compra para un pequeño orfanato cercano a la casa de la nana y del cual ella es como una hada madrina anónima.
-Rebeca no puedes ir en taxi con todas esas bolsas ¡Por Dios!—le dice mi madre.
-Yo la puedo llevar mamá- digo algo nerviosa. Espero no haya sido demasiado obvia.
-No te molestes mi niña— dice la nana. Debería ser actriz.
-Rebeca sabes que eres de la familia y nunca serás una molestia. Lesh por favor ve a ponerte algo decente y acompáñala a su casa.
-De acuerdo, ya vuelvo. —digo dándome la vuelta conteniéndome para no explotar en una carcajada. subo rápidamente a mi habitación, me visto y me arreglo.
No sé a dónde me lleva Ryland pero quiero ir bonita. Me pongo un vestido corto negro con estampado floral y zapatillas de tirantes cruzados blancas. Me estrujo el pelo para agregarle un poco de volumen y pongo un poco de labial como maquillaje. Decido no llevar bolso para que mi madre no sospeche y agarro sólo mi celular.
Cuando bajo las escaleras veo a mi mamá, Rebeca y también Bryce entrando las bolsas en el maletero de mi mini. No se percatan de que he llegado.
-¡LISTAAA!—digo de lo más efusiva.
-Te has tardado bastante cariño, pensé que ya no irías—agrega mi madre.
-Pero sí lo he hecho rapidísimo mamá... Eh em... ¿Rebeca ya nos podemos ir?
-Desde luego que sí mi niña Lesh. Gracias por todo señora Sarah, los niños se pondrán muy feliz con todo lo que les ha comprado.
-Espero que sea suficiente para todos. Si falta algo más por favor no dudes en hacérmelo saber Rebeca. ¿Ya pueden irse por favor?—agrega mi madre.
YOU ARE READING
Un capricho en común
Teen FictionLeshlie Britterson una chica mimada de la alta sociedad hija de un respetable banquero, y una reconocida diseñadora de interiores de Bervely Hills acostumbrada a tener todo lo que desea. En su primer año de universidad conoce a Ryland, un apuesto y...