⚜️004⚜️

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La luz del sol entraba por el gran ventanal que poseía la sala, eso rayos calientes le daban directo en el rostro a una chica pelirroja que se encontraba durmiendo sentada en el gran sofá del lugar, su cabeza caía hacia atrás recostada del respaldar ocasionando que su boca se abriera levemente. A su lado derecho un chico rubio descansaba su cabeza en el hombro de la ojiazul, durmiendo en una posición un tanto incómoda para cualquiera y por último a la izquierda, ocupado el resto del sofá, estaba la otra chica con cabellos dorados, igual de dormida qué sus compañeros. Con su cabeza en el regazo de Leah y sus piernas colgando del reposabrazos del sofá por falta de espacio.

Ahí estaban los tres, que tras de una larga noche habían logrado dormirse después de pasar casi toda la madrugada en vela.

La mente de Leah estaba agotada, tantas cosas raras, en una noche y sin explicación alguna. Y no mencionaba el hecho de que los intentaron matar...mucho menos que casi logran conseguirlo.

Después de que el hombre salvara a Theo, sintió como todo lo seguido a eso ocurría en cámara rápida. Su cerebro se desconecto del mundo en el momento en que la espada del enemigo se alzó dispuesto a arrebatarle la vida a alguien, y después que una lágrima recorrió su mejilla todo fue en piloto automático.

El que salvarán al rubio. La chica que apareció después. El que los guiarán devuelta hasta el auto. La grúa que llegó de una vez por todas y como llegaron sanos y salvos (Por lo menos físicamente) al hotel.

Su cordura definitivamente se había tomado las vacaciones en serio. Aún no lograba asimilar nada, quizás porque no entendía que estaba pasando o porque su cerebro no le daba la gana de querer comprender aunque sea el cómo se había averiado el carro.

Fuera lo que fuera. Seguía en shock.

Cuando esa chica salió de entre los árboles, fue como estar en el ojo del huracán, todo estaba en calma, ellos ya estaban a salvo...pero sabía que cuando avanzará el tornado, los fuertes vientos la arrastrarían directo a su destrucción.

Por alguna razón ninguno fue capaz de decir una palabra en ese momento, simplemente siguieron a esas dos personas como perritos callejeros a los que les dieron un poco de comida y terminan yendo a donde sea que vaya esa persona.

Le parecía que Mía había hablado, pero no estaba segura, su cerebro se negaba a recordar exactamente qué pasó después. Solo eran fragmentos de cómo los guiaron fuera del bosque. Justo donde estaba su carro y dónde momentos después (Tan oportuno el destino) llegaba una grúa a auxiliarlos. La luz de los faroles de la camioneta fue como ver algo anormal, cómo si Leah no fuera visto esos rayos que alumbraban la oscuridad en años.

Y por si la cosa no se pudiera poner más rara aún, en ese momento de distracción y esperanza al ver al hombre bajarse del carro, cuando Mía voltea a pedirle explicaciones a sus salvadores, estos ya no estaban.

Se esfumaron. Sin dejar ningún rastro o pista de que siquiera estaban ahí. A esas horas del día, con la mente un poco más fresca, Leah se preguntaba si esas dos personas, hombre y mujer, fueron producto de su imaginación nada más.

Después que la grúa los auxilio el auto de Mía quedo en el taller, y ellos se fueron al hotel con todas sus maletas y un taxi. Bien apretados cabe recalcar.

Estuvieron lo que quedaba de la noche sentados en ese mismo sofá, sin querer separarse ninguno y mucho menos pegar un ojo. La mayor parte de su guardia vigilando cada rincón, las manos le temblaron y su pierna se movía de arriba a abajo en un intento de calmar sus ansias.

Pero por lo menos su cerebro ya inconsciente le daba un descanso. Hasta pareciera que nada hubiera pasado. Solo dejando como testigo de lo ocurrido anoche sus ojeras ya grandes y los raspones en el cuerpo de Mía.

ILLUM: LA REENCARNACIÓNWhere stories live. Discover now