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Pov. Osano

Los rayos del sol se filtraron a través de las cortinas, que normalmente mantenía siempre cerradas, llenando mi habitación de una luz cálida y dorada. Me cubrí los ojos, víctima de la inesperada claridad, y permanecí acostado en la cama por un momento, debatiendo si realmente debía asistir a la Academia en este día. El sonido de una notificación interrumpió mis pensamientos, haciéndome girar la cabeza hacia el celular que descansaba en la mesita de noche. Lo tomé y vi que era un mensaje de Raibaru, un buen amigo.

«¿Vienes hoy? Estoy preocupado por ti» decía su mensaje, con un tono que mostraba su genuina preocupación.

Dudé un momento antes de responder. Los recuerdos del incidente de mi infancia volvieron a mi mente, llenándome de una mezcla de culpa y temor. Finalmente, escribí:

«Sí, iré.»

Me levanté de la cama con cierta pesadez y fui al baño. Al mirarme en el espejo, noté unas pequeñas ojeras bajo mis ojos, testigos silenciosos de las noches inquietas y de los sueños perturbadores que me asaltaban. Desde aquel incidente, la culpa me había acosado, visitándome cada noche y reviviendo ese trágico momento una y otra vez. Por esa razón, muchas veces recurría a las pastillas para dormir, buscando un descanso que parecía esquivo.

Después de mojarme el rostro con agua fría, me vestí con el uniforme de la Akademi. Dejé los botones de la camisa sin abrochar, revelando una camiseta rosa con puntos blancos que había debajo. Bajé las escaleras de mi casa, notando el silencio abrumador debido a la ausencia de mis padres, quienes solían estar ocupados con sus propios asuntos. No le di mayor importancia y salí de casa.

En el camino a la escuela, el aire fresco de la mañana y los sonidos de la ciudad en movimiento empezaron a despejar mi mente. Las calles estaban llenas de vida: autos pasando, gente caminando apresurada, y el canto de los pájaros acompañaba el bullicio urbano. A lo lejos, vi a Raibaru, quien me reconoció al instante y corrió hacia mí con prisa, su mochila golpeaba rítmicamente contra su costado mientras corría.

━¡Osano! Por fin saliste de casa ━dijo con entusiasmo cuando llegó a mi lado, ligeramente sin aliento.

━No exageres, solo estuve ausente por un resfriado ━respondí, intentando justificar mi ausencia de los últimos dos días en la Akademi.

━Bueno, bueno, no te enojes ━respondió Raibaru con un tono burlón, que logró arrancarme una pequeña sonrisa.

Conversamos sobre temas triviales mientras nos dirigíamos a la Akademi. Raibaru me puso al día sobre lo que pasaba en la escuela, aunque nada era particularmente interesante. Los mismos chismes, las mismas clases aburridas. Al llegar a la entrada, nos dirigimos a los casilleros para cambiar de zapatos.

━Tengo que hacer algo antes de ir a clases. Adelántate ━me dijo Raibaru, alejándose rápidamente.

Subí las escaleras con calma, pensando en el día que me esperaba, teniendo en cuenta la compañia de Raibaru, cuando de repente alguien chocó contra mí, haciéndome dar un paso adelante. El golpe fue fuerte y me hizo perder momentáneamente el equilibrio. Eso me molestó bastante.

━¡Fíjate por dónde vas, idiota! ━grité sin pensarlo, sin importarme si era alguien del consejo estudiantil.

Entonces, lo vi. Misma cara, mismos ojos, mismo color de cabello. Sentí como si un balde de agua de realidad me golpeara en la cara. Mi mente se llenó de recuerdos confusos y dolorosos, reviviendo aquel incidente que había marcado mi vida.

━Lo siento, no te vi ━murmuró el chico antes de salir corriendo, dejándome paralizado en el pasillo, procesando lo que acababa de ocurrir.

«Es imposible... Tiene que ser imposible. ¿Esto es real?» pensé, incrédulo, mientras me dirigía a clase. Mi mente estaba atrapada en un torbellino de recuerdos y emociones.

꙰𝑨𝒏𝒂𝒕𝒂 𝑵𝒐 𝑨𝒊 𝑵𝒊 𝑴𝒖𝒄𝒉𝒖̄꙰ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora