1 - Mauritania

4K 195 84
                                    

Narrado por Terry

1 de enero de 1913
En algún lugar del Atlántico...

- ¡¿Cómo pude ser tan imbecil?! - me recrimino a mí mismo, mientras trato de entender cómo Anthony logró convencerme para hacer esta locura. Esto me pasa por confiar en mi amigo, me iba mucho mejor cuando estaba absolutamente solo.

"Una madre nunca desprecia a su hijo" - me dijo y yo le creí. Entonces como un estúpido crucé el océano y llegué hasta su casa... Bueno al menos ahora estoy seguro que esa mujer se avergüenza de mi existencia, tanto, que ni siquiera fue capaz de escucharme cinco minutos.

Tal vez mi padre tenía razón y ella simplemente no tiene sentimientos.

Exhalo profundo mientras un estúpido sentimiento de vacío me carcome el alma, miro la inmensidad del mar y como nunca antes, la desesperanza me consume como una sombra oscura.

Es tanto el dolor, que sin poder contenerme más, comienzo a llorar.

De repente un dulce aroma a rosas y unos delicados pasos llaman mi atención.

- ¿Hay alguien allí? - pregunto al ver la silueta de una mujer, mientras una sensación surreal me recorre la piel. La niebla comienza a disiparse lentamente, hasta que logro contemplar una mirada verde esmeralda que se clava directamente en mi alma.

- Sí, perdóname, no quise molestarte, me pareció que estabas muy triste - me dice con una voz suave y cautivante. Pero como desgraciadamente la actuación se me da muy bien y odio sentirme vulnerable, comienzo a reírme para distraerla de la patética escena que acaba de presenciar.

- ¿Yo triste? No es verdad - digo entre risas, pero ella se molesta y aunque pensé que sería imposible, ahora me gusta más.

Me acerco atraído por una magnética sensación de verla de cerca y quedo maravillado por su cara llena de pecas, además de esa diminuta y perfecta nariz que me hace sonreír.

- ¿En qué estabas soñando Pequeña Pecosa? - le pregunto mientras ella me mira con indignación.

- ¿Pecosa yo? -

- Lamento muchísimo tener que decírtelo, pero realmente eres muy pecosa- me encantó que me confrontara, las mujeres generalmente intentan seducirme desde el momento en que me miran, así que esto es nuevo y fascinante, nunca antes una chica había discutido conmigo.

- ¡Eso no me importa, me gustan mucho las pecas! - y esto cada vez se pone mejor, me encantaría llevármela directamente a mi cama y probar todo ese brío salvaje bajo las sábanas.

- Entiendo, por eso las coleccionas- ahora solo quiero saber si en algún momento se dará por vencida.

- Sí y últimamente estaba pensando en cómo conseguir más-

- Que bien -

- ¡Estás celoso porque no tienes ninguna peca! ¿verdad? -

- Y también estarás orgullosa de tu naricita -

- Claro que sí ¡Mocoso Atrevido! - dice más molesta que nunca y por alguna extraña razón estoy sumamente excitado. En medio de mi fantasía una sombra se acerca hacia nosotros.

- ¿Es usted Señorita Candy la que está ahí? - no lo puedo creer, el mundo no puede ser tan pequeño.

- Sí George - dice gruñendo mientras me mira con furia.

- Señorito Grandchester, es un gusto verlo por aquí - le extiendo la mano y lo saludo, es el Señor Villers, el encargado de mi mejor amigo y el único adulto por el que siento un sincero respeto, aunque dependiendo de lo que ella le diga, estoy seguro que dejará de ser recíproco. Adiós a mis "quintos domingos" acompañado.

Despertando la Pasión Where stories live. Discover now