Capítulo 4: Tensiones en el aire.

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Apenas llegamos, nos sacamos nuestros zapatos y los pusimos a un lado de la puerta.

—¿Te sientes bien, Jihyo? —pregunté. La veía nerviosa y distraída.

—Estaremos bien... ¿verdad? —respondió con la voz entrecortada. A ella en serio le afectó la noticia.

—Si quieres, por precaución, antes de ir al cine con Mina y Sana, podemos ir al supermercado a comprar comida y luego pasar a una farmacia para conseguir algunas cosas... Pero te prometo que no pasara nada... Solo es otra infección estomacal que dentro de unos días sacaran un medicamento para repelerlo. Tú misma los escuchaste, hace días vienen investigando esa cosa rara —alcé los hombros.

—No quiero morir —habló, volviéndose a alterar—. Y menos sin haber ido a Tailandia contigo —Jihyo y yo prometimos viajar juntos, y nos decidimos por Tailandia.

—No va a pasar a más. ¿Podrías calmarte, por favor? —pedí, ella asintió, colocando sus manos sobre su estómago—. Lo mejor que podemos hacer ahora es ir a hacer las compras antes de que se nos haga tarde para ir al cine —busqué mi cartera, recordando que hoy recibiría mi pago. Sí, trabajaba como mesero de medio tiempo en un restaurante.

—¡Vamos! —dijo, emocionada.

Ya en la farmacia...

—¿Qué deberíamos comprar? —le pregunté a mi mejor amiga.

—No lo sé —respondió Jihyo.

—La que hizo un año de medicina y luego lo dejó fuiste tú, no yo —expresé, rodeando mis ojos. Jihyo trató de estudiar medicina para ayudar a las personas, pero la que necesitó un médico de tanto estrés que le dio fue ella.

—Una solución de rehidratación oral; sirve si tienes diarrea o estas deshidratado. Antibióticos también podrían servirnos de mucho —nombró. Ella era casi una experta, o eso creo, no lo sé, no he estudiado ni leído un solo libro de medicina. Quizás eran conocimientos básicos, o eso fue lo que pensé.

—Oxicodona para el dolor, es muy recomendado según un mi antiguo profesor de medicina —prosiguió—. No puedo creer que hace un año estudié estas cosas y aun las recuerde... Me siento orgullosa de mí misma —se enorgulleció. Yo también estaba orgulloso de ella.

—Deberíamos llevar diazepam para el estrés, sabes que me estreso muy fácil y eso nos va a servir —recomendé. Mi mamá me daba eso cuando tenía muchos exámenes y sí que funciona.

—Tienes razón, es una buena idea —recalcó.

Me sorprendió mucho que no hubiera casi nadie en la farmacia. Pensé que la gente se iba a preocupar mucho más, como Jihyo.

Ya en el supermercado...

—No puedo creerlo, gastamos muy poco en la farmacia, como si todos los precios hubiesen bajado... Un poco más y nos lo regalaban —casi grité. No exagero. Antes, un botiquín de primeros auxilios era ligeramente costoso, pero ese día compramos dos y fue el precio de uno.

—Ya compré todo —dijo mi amiga de baja estatura al salir del establecimiento. La tuve que esperar afuera por una medida de seguridad del supermercado. No sé la razón de tal estúpida regla, pero hay que respetarla por más tonta que sea.

—Es hora de que nos vayamos a casa, aún tenemos que cambiarnos, a no ser que quieras ir vestida con el uniforme de la universidad, Jihyo —avisé. Ella asintió un poco triste.

—¿Invitaras a Nayeon? —me preguntó en un tono bajo.

—De hecho, Sana la invitó —comenté—. Pero es poco probable que venga. Conozco a Nayeon, no quiere verme ni en pintura —suspiré. Me sentí un poco incómodo, pero no podía quejarme.

—Lo más probable es que Sana lleve a Nayeon tan solo para molestar. No me agradan, especialmente ella. Tengo un mal presentimiento —cuando Jihyo hablaba mal de alguien se me ponía la piel de gallina, pero cuando hablaba mal de Nayeon, me causaba algo peor que eso. Parecía odiarla con toda su alma.

—Ya vámonos, enana —acaricié su cabello.

—Bien, oppa —respondió.

Una vez regresamos a nuestro hogar, acomodamos todas las compras en sus respectivos lugares, para luego ir cada uno a su habitación para vestirse.

Fui el primero en salir, así que me senté en el sillón, mensajeándome con Mina, que estaba por pasar a buscarnos.

—¿Cómo me veo? —me preguntó Jihyo, quien se puso delante mío. Tenía puesto un hermoso vestido azul que dejaba mostrar sus hombros.

—T-Te ves... Te ves muy bien —admití. Nunca me había sentido tan nervioso, eso solo me pasaba cuando estaba cerca de Nayeon.

—Gracias oppa, tenía guardado este vestido desde hace tiempo y pensé que te gustaría —dijo con una tímida sonrisa.

Estaba por decir algo cuando tocaron la puerta. Era Mina, ya que justo en ese preciso instante me mandó un mensaje: "Ábreme, estoy afuera".

Abrí la puerta y nos quedó viendo a los dos.

—¿Listos? —Mina nos miraba sonrientemente.

—¡Sí! —gritamos Jihyo y yo al unísono.

Ya en el cine...

—No puedo creer que Sana tenga la cara de llegar tarde... Es muy molesta, se mete en todo —suspiró Jihyo, enojada.

—Opino lo mismo —recalcó Mina al instante.

—Sana me cae bien. Quizás le haya pasado algo, no lo sé —argumenté, intentando defender a Sana. Aunque solía ser molesta, antes no era así.

—¡Lamento mucho la tardanza! —vimos llegar a Sana y Nayeon—. A último momento Nayeon me dijo que quería acompañarnos y me tomó por sorpresa, así que tuve que pasar a buscarla. Una disculpa —habló Sana, haciendo una rápida reverencia. Al escuchar el nombre de Nayeon, sentí un escalofrió recorrerme y mis mejillas se pusieron un poco calientes.

—No te preocupes, es entendible, Nayeon siempre hace todo a último minuto —habló Mina con desagrado. Nunca la había visto expresarse así.

—Te escuché —como si fuese invisible, de un momento a otro la mencionada apareció detrás de Mina.

—Lo se... Ese era el punto —dijo Mina, creando tensión.

—Concuerdo con Mina, eres molesta Nayeon. Siempre tan: "Ay no, yo odio todo, todos me caen mal, yo odio esto, yo odio aquello, lo quiero todo para mí", eres tan narcisista y egocéntrica que me dan ganas de vomitar —espetó Jihyo de la nada, poniéndosele de frente.

—Mira, no te hagas la mala conmigo solo porque está Jae. Todo el mundo sabe que te gusta, pero él te quiere como amiga... Mientras que a mi... Es capaz de construirme un palacio —le contestó Nayeon con descaro.

—Chicas... Vamos a entrar tarde para ver la película —traté de relajarles las cuerdas un poco, pero al parecer no funcionó.

—Miren... ¡Me tienen cansada las dos! Todos los días lo mismo, Nayeon, no te hagas la tonta, a ti también te gusta Jae. Y Jihyo ¡Por el amor de Dios! Supéralo. Sé que no es fácil, pero es lo mejor para tu destrozado corazón... —vociferó Sana. Ambas se quedaron calladas, pero se miraban con desprecio y furia...

I Will Never Leave You AloneWhere stories live. Discover now