🦋 Extra 🦋

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— ¿te decidiste por fin en sí vas a donar tus juguetes, cariño? —la voz de su madre se escuchó por encima del ruido que hacían mientras comían el desayuno.

— Te dije que no se, mamá. Esos juguetes eran muy importantes para mi. —intento disimular la mueca que quiso aparecer en su rostro, fallando rotundamente, así que se concentró en comer su sandwich de queso queriendo dar la conversación por terminada. Pero claro que con su madre no sería así de fácil.

— Jung Sungchan, tienes 17 años. No puedes conservar esos juguetes para siempre. —aunque en ningún momento alzó su voz el sabía que su madre estaba firme en su opinión. La mirada de la mujer adulta se suavizó al ver como su hijo jugaba con su desayuno mientras un suspiro salió de sus labios—. Bebé, entiendo que esos juguetes fueron muy importantes para ti. Y por eso mismo deberías donarlos. —la mujer aproximó su mano hasta el brazo del chico, dandole suaves carias—. Quizás puedan ser muy importantes también para otro niño que los necesite.

En la mente de Sungchan pasaba un huracán intentando acomodar sus ideas e incluyendo lo que su madre le acababa de decir. La señora Jung supo que había convencido a su hijo cuando esté dio un ligero suspiro, seguido de una de esas grandes sonrisas que podía iluminar una habitación completa.

— De acuerdo. Donaré los juguetes. — después de eso su mirada vago hacia el reloj que se encontraba en unas de las paredes. Se sorprendió al ver lo tarde que era y de un salto se levantó de su silla. Sin siquiera terminar su desayuno se acercó a su madre y dejo un beso rápido en su frente, para después alejarse exclamando que si llegaba tarde de nuevo tendría que ir a detención—. Te amo, ¡la caja de juguetes está en el armario!

La señora Jung escuchó los apresurados pasos, el ruido de unas llaves, y por último, el estruendo que hizo la puerta de entrada al ser cerrada con rapidez.

— Podrías haberle dicho que ese reloj está adelantado, cariño. —la voz de su esposo venía desde la sala, acompañada del ruido de las noticias del canal 6.

— Podría... O podría dejarlo llegar temprano por una vez en su vida.

(...)

El día de Sungchan ha sido un desastre. Llegó muy temprano por culpa de su madre, provocando que tuviera que vagar solito por todo el instituto mientras esperaba que alguno de sus amigos llegaran. Olvidó completamente que tenían que entregar la tarea de matemáticas -que no hizo-, así que le bajaron puntos de su nota. Como si necesitará tener peor notas en matemáticas.

A la hora del almuerzo se dio cuenta de que por irse tan apurado no tomo la comida que le había preparado su madre. Y mientras regresaba a casa junto a Jisung y a Chenle un perro los persiguió durante dos cuadras. Pero por fin estaba en casa. Hambriento, cansado y con ganas de dormir hasta la siguiente semana, pero estaba en casa.

— ¡Mamá, llegué!

— ¡Hola niños! —la mujer salió de la cocina toda llena de harina y chocolate en polvo, lo que significaba que estaba intentando hornear otra vez—. ¿Vinieron a hacer tarea?

— Si y antes de que lo preguntes si se quedarán a cenar. —Sungchan tomó a sus amigos de los brazos y empezó a subir las escaleras con ellos detrás quejadose sobre como los estaba arrastrando.

— ¡Les llevaré galletas! —fue lo último que escucharon de la adulta antes de por fin estar dentro de la habitación del chico que ahora se encontraba tirado en la gran cama de sábanas moradas.

— Podrías tratarnos más bonito, ¿sabías? —se quejó Jisung mientras acomodaba tiernamente el cabello del chino a su lado, que había quedado todo desordenado al ser arrastrado de esa manera.

𝑷𝒍𝒂𝒚𝒕𝒊𝒎𝒆;; 𝑵𝑪𝑻Where stories live. Discover now