Novios por accidente #LHF1

4: "Primera clase oficial"

Otro día de escuela, otro día de esfuerzo para mi último año.

— ¿Hoy también verás a tu novio o tienes tiempo para tus amigos? —me reclamó Brooke.

— Hoy trabajo, Brooke, mañana es sábado así que estaré libre y seré toda suya —sonrió satisfecha.

Nos sentamos en nuestra mesa de siempre en la cafetería, dejando nuestras bandejas y dispuestas a esperar a nuestros amigos.

— Jamás me contaste cómo se conocieron —maldije por dentro al oírla.

Tenía que inventar una historia y hacer que Noah cuente la misma.

— Es una larga historia, ya te la contaré —decidió no insistir con el tema, y yo estaba más que agradecida con eso.

Kyle y Tyler llegaron mientras intercambiaban risas entre ellos.

— ¿De qué se ríen ustedes dos? —interrogó la castaña frente a mí.

— No es asunto tuyo, Brooke —le dijo el rubio sentándose junto a ella.

— Hoy tendremos a un invitado en nuestra mesa —informó Tyler, tomando asiento a mi derecha, como siempre.

— ¿Quién se sentaría con nosotros?

— Digamos que Kyle y yo hicimos un amigo nuevo en las pruebas del equipo el día de ayer —fruncí el ceño.

¿Hicieron las pruebas del equipo de Hockey y no me lo dijeron?

— Antes de que digas algo, era una sorpresa, pero él insistió para conocernos mejor, ya que... —dejó de hablar.

— ¿Ya que qué? —dije frustrada.

— Ya que soy el capitán del equipo —la respiración se me cortó en ese mismo instante, sintiendo que me moría.

Esa voz podría reconocerla hasta dormida, y esas palabras me confirmaban mis sospechas.

Derek Cooper estaba detrás de mí. REPITO: DEREK COOPER ESTABA DETRÁS DE MÍ.

— ¡Oh, hola Derek! -saludó Kyle—. Toma asiento donde gustes —lo invitó mientras posaba su mirada perversa sobre mí.

Maldito Kyle, me las va a pagar.

Derek decidió sentarse junto a mí, a mi izquierda, y sentí que había una batalla de gorilas dentro de mi estómago.

— Hola a todos —escuché su dulce voz.

— Hola, Derek, soy Brooke y ella es Keyla, la que parece ser muda en este momento —la asesiné con la mirada.

— Hola, Brooke —la saluda—. Hola, Keyla —me susurra a mí y, por primera vez desde que llegó a nuestra mesa, lo miré.

Sus ojos azules se encontraron con los míos y juro que sentí una gran corriente eléctrica.