𝙢𝙤𝙧𝙥𝙝𝙞𝙣𝙚 𝙠𝙞𝙨𝙨𝙚𝙨, kakanaru

O2

‟Tus besos alivian el dolor y malestar que siento cada madrugada. Tus besos son mi medicina” fueron las palabras que salieron de la boca de Kakashi una de las tantas noches que escapó de los gritos de su padre ebrio a su madre. Esas palabras Naruto jamás las olvidaría.

Tres años después de graduarse y con cuatro de noviazgo, ambos con un poco más de estabilidad, decidieron mudarse juntos. Fue ahí cuando empezaron los problemas.

A Naruto muchas veces le tocó dormir solo en la gran cama gracias a los turnos de Kakashi en el hospital, y cuando Hatake llegaba por la mañana, Uzumaki ya había partido a su trabajo.

Los días en los que podían compartir un momento juntos se podían contar con los dedos de una sola mano.
Sin embargo, en esos efímeros momentos ellos se demostraban cuánto se amaban.

Aproximadamente dos años después, gracias al buen desempeño de Naruto, la empresa para la que trabajaba le había pedido que se encargara de unos asuntos en el extranjero. El contrato que firmó para estar fuera de su país natal era de un año. Trescientos sesenta y cinco días que tendría que estar lejos de Kakashi.

El día en que Uzumaki partió, Kakashi sintió como si arrancaran una parte de su ser. Ambos añoraron todos los besos que se dieron en ese aeropuerto, ambos querían que el tiempo pasara más lento mientras se abrazaban.

Las llamadas telefónicas y videollamadas no eran suficiente, Naruto le recordaba diariamente cuánto lo extrañaba y cuánta falta le hacían los besos del otro, eso solo hacía que el corazón de Kakashi doliera cada vez más.

Una noche, Kakashi se encontraba recostado en la gran cama que antes compartía con Naruto, que de la nada sintió cómo si su pecho se comprimía y sus vías respiratorias se cerraran. Llevaba meses intentando hacerse el fuerte, intentando sobrellevar que su novio estaba a miles de kilómetros de él.