Plateado

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Este color aparte de significar riqueza y poder al ser asociado con el metal, significa creatividad, sabiduría, profesionalismo y se relaciona demasiado con el arte.

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— ¿Está bueno el café?

— Sí, muchas gracias.

Seonghwa asintió antes de colocar su taza en la mesita de centro y acercarse a su piano. Ambos seguían en Daegu, decididos a pasar ahí el fin de semana. Era sábado por la noche y toda la familia Park había ido a cenar, a excepción de ellos. El mayor había aprovechado para poder tocar el piano que tenía en su casa, el primero que tuvo.

Aquel instrumento estaba lleno de recuerdos, memorias que el profesor quería conservar para toda su vida. Y quería incluir a Yeosang como una de ellas. Aquel chico rubio que se encontraba sentado en el sillón de al lado, tomando café y disfrutando de las melodías que tocaba había atrapado completamente su corazón, y estaba dispuesto a dejárselo.

La noche era tranquila y agradable, Seonghwa tocaba con profesionalismo el piano, Yeosang siendo su mejor espectador. El menor de los dos se deleitaba con las melodías que escuchaba, grabando ese momento tan íntimo, seguro de que lo recordaría siempre.

La música había logrado unirlos, sin importar la barrera que al principio había. Seonghwa siempre solía decir que la música rompe cualquier límite, siendo el lenguaje universal. Con ello habría logrado cumplir uno de los mayores sueños del chico.

— ¿A qué edad te interesó aprender a tocar?

Seonghwa pensó por un momento su respuesta, sin dejar de presionar sus dedos contra las teclas bicolores.

— Mi mamá dice que solía mirarlo incluso antes de aprender a hablar. Mi padre, también fue pianista. Para dormirme, él tocaba y mi mamá cantaba.

— A Seojoon también le canto para dormir. Siempre dije que si llego a tener un hijo, le cantaría para dormir.

— ¿Te gustaría tener un hijo?

Seonghwa separó sus ojos del instrumento por un momento, fijando su atención en el menor un par de segundos antes de regresar su mirada al piano.

— Sí, me gustaría tener uno, ¿A ti no?

— Nunca lo he pensado, sinceramente. Sería lindo tenerlo.

— Podríamos tener uno.

Seonghwa paró la música, mirando ahora con atención. Aquellas palabras lograron una sacudida enorme en su interior. Emoción, aquella emoción típica de planes a futuro lo invadió. La imagen hogareña de ellos dos, con una pequeña personita a su cuidado logró calentar su corazón. Lo supo ahí, los planes de una familia con cerca blanca, dos perros y un hijo sonaba perfecto con ese pequeño rubio a su lado.

— Sí, podríamos. Me gusta la idea.

— A mí también, podría cantarle...

— Nunca te he escuchado cantar.

— Mi hermana dice que lo hago bien, pero no creo.

— ¿Me dejas escucharte?

— Yo...

— Es como una práctica.

Yeosang asintió mordiendo su labio, un tanto nervioso. Aparte de su hermana y sobrino, nadie más lo había escuchado cantar. Sus inseguridades aún pesaban, complicando su determinación en algunos aspectos. Seonghwa notó la tensión, así que sin decir nada tocó una canción tranquila, con la intención de aligerar el ambiente. Lo logró, el menor olvidó por un momento las preguntas tontas que le impedían comenzar con la letra.

Identificó al toque la canción, tratándose de una de las que salían en la película favorita de Mina: City of Stars, de La La Land.

El pianista tocó por varios minutos solamente la parte instrumental, un par de veces antes de comenzar de nuevo, esta vez con la letra incluida. Seonghwa sabía que su vocal no era su fuerte, ya que nunca entrenó tanto. Lo suficiente para mantener el tono sin llegar a profesional, comenzó a cantar despacio la primera parte.

Yeosang se sintió más seguro al escuchar esa voz interpretar la canción, no dudó en seguirla. Ambos tonos se complementaban a la perfección.

El mayor admiró la preciosa voz del rubio, perdiéndose en ella. Tenía un nuevo sonido favorito, uno al que podría componerle mil canciones y jamás cansarse. La canción no duraba ni tres minutos, pero fue tiempo suficiente para ellos.

De fondo eran ellos, el piano y sus voces. El panorama perfecto, aquel que jamás soñaron pero tanto necesitaban.

La canción acabó, pero la intimidad del momento prevaleció. Yeosang había caminado hasta quedar al lado de Seonghwa, quien se acercó instintivamente hasta que ningún centímetro los separó. El rubio recargó su cabeza en el hombro contrario, mientras que tocaba la melodía de la canción. Con más lentitud al no tener tanta práctica, pero lo hizo. El mayor cerró sus ojos, disfrutando del momento, hasta que quedaron de nuevo en silencio.

— Creo que ambos podríamos tocar y cantar, ¿no crees?

Seonghwa se aferró más al cuerpo contrario antes de responder.

— Sí, lo creo.

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Solo quiero avisar que el extra que sigue es el ultimo, se nos acaba "Synesthesia".

Synesthesia | seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora