I: Adiós

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Caminaba distante de la gente que me rodeaba, a pesar de que estaban tan cerca de mí sentía como si la nada invasiva me rodeara, era estúpido preocuparme por cosas así, yo estaba a punto de triunfar, más sin embargo había fallado por un simple problema...

- Ese idiota - susurré para mí misma mientras observaba por primera vez a mi entorno, tuve suerte, o tal vez no era suerte, que los demás no me tomaran importancia (o tan siquiera se detuvieran a verme) no era algo nuevo.

Como sea, apreté mi bolso con mi mano derecha y continúe avanzando con delicadeza en cada paso, aun repetía constantemente las palabras de la psicóloga en mi mente.

"Aléjate de ahí".

La idea de irme aún resultaba punzante y dolorosa, pero era lo mejor; saqué de mi chaqueta las llaves del apartamento y abrí con cuidado la reja negra e imponente, me tomé unos segundos, pero no para retractarme, sino para tomar impulso.

Subí por las escaleras, esperando que fuera mucho más lento que el elevador, y por fin estaba frente a la habitación, sentí escalofríos recorriendo mi espalda, pero debía entrar.

Con mis manos sudorosas volví a abrir la puerta y entré decidida, aunque, había un minúsculo detalle.

- No está - musite con algo de rabia, las luces estaban apagadas y todos los muebles ordenados. Era como si algo en mi aún tuviera la esperanza de encontrarlo frente a mi, pidiéndome que no me vaya, que le dé otra oportunidad, aunque claro, ahora ya no importaba.

Okay, esto lo hace más fácil. Recordé mientras dislumbraba mi objetivo en ese lugar.

Caminé, aunque siendo sincera, creo que mis impulsos por escapar se encendieron y corrí tan rápido como mis piernas me lo permitían; tomé una maleta y vacié el closet, o al menos la mitad, dejando sus estúpidas chaquetas y pañuelos marrones.

Luego fui al baño; cepillo, perfume, cremas, todo, zapatos, pantuflas. Él me deseaba fuera de su vida, bueno, cariño, deseo concedido.

Cerré la puerta dejando la llave tirada sin cuidado en la entrada y bajé como si hubiera salido del reclusorio, llena de alegría, regocijandome de valentía, simplemente libre.

Tomé un taxi en la esquina, ¿a dónde?, no lo sabía, pero no importaba, adiós, erizo de pacotilla.

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𝔅𝔲𝔱𝔱𝔢𝔯𝔣𝔩𝔦𝔢𝔰  RE-ESCRIBIENDOOnde histórias criam vida. Descubra agora