Capítulo 1: Accidente

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Era una tarde en la preparatoria Karasuno. Los chicos del equipo de Vóley se encontraban practicando en el gimnasio destinado al club.

— ¡¡Kageyamaa!! — levantó su mano para llamar su atención.

El azabache lo miró de reojo y con mucha precisión colocó la pelota, así su compañero podía rematarla.

— ¡¡No es necesario que grites si estoy practicando pases contigo nada más, boke!! — suspiró frustrado — Tienes que hacer el golpe más fuerte, estuvo muy flojo.

— Está bien — se quejó con un puchero — Sigamos practicando y lo voy a hacer mejor — respondió el pequeño convencido.

Así siguieron haciendo pases durante lo que restaba de entrenamiento, mientras los dos chicos de tercer año los observaban atentamente a un lado de la cancha.

— Me alegro de que Hinata esté mejor — opinó el capitán del equipo a su compañero con una sonrisa.

— Sí, eso es bueno... — respondió con notable inseguridad en sus palabras.

Daichi lo miró extrañado por la forma en que le había contestado y no lo dejó pasar.

— Suga.

— ¿Mhm?

— ¿Sucedió algo? — preguntó confundido.

— Ah, no es nada, es que estuve pensando...¿Hinata realmente estará bien?. Sí, es verdad que ahora retomó las prácticas y viene a la escuela, pero no lo sé. ¿Crees que esté bien? — mencionó preocupado.

Al escuchar esa pregunta inesperada, el castaño se mantuvo en silencio y se tomó unos segundos para pensar en lo dicho que lo hizo reflexionar.

— Bueno, es complicado. Lo que le sucedió es algo muy doloroso que nunca va a poder superar — suspiró al pensar en ello — Pero lo está llevando mejor de lo que pensé, después de todo, solo pasaron tres meses. Además, siempre va a poder contar con nosotros cuando nos necesite — dijo intentando animar el ambiente.

El peli gris le regaló una pequeña sonrisa de lado, agradecido con su amigo de que tratara calmarlo.

— Tienes razón, gracias Daichi — respondió un poco más tranquilo, pero aún sentía una pizca de inquietud por dentro.

— Tienes razón, gracias Daichi — respondió un poco más tranquilo, pero aún sentía una pizca de inquietud por dentro

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Hace tres meses...

— ¡Mamá, mamá!, ¿¡ya nos podemos ir!? — dijo el pequeño número diez del Karasuno eufóricamente.

Aʏᴜ́ᴅᴀᴍᴇ... | KᴀɢᴇʜɪɴᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora