Parte 1

6 0 0
                                    

La mujer de las afueras

-Oyee! Si eres un hombre sensato, no acudas a la casa de David.

Las palabras del campesino me dejaron con cierto asombro. Su rostro arrugado por el imparable paso de los años mostraba un recelo constante, después de preguntar dónde se hallaba esa enigmática cabaña. El anciano se dirigía a su campo a labrar la tierra y yo iba a ver a ese brujo para consultar una serie de asuntos delicados en aquel lánguido amanecer.

–Tu reacción me causa perplejidad, amigo

-contesté fatigosamente mientras tranquilizaba a mi caballo

-. Se dice que es un hombre que practica la magia blanca y que da buenos consejos a la gente apurada...

-Pero se rumorea que también es un ser cruel y pocos han logrado salir de su bosque con vida -replicó el campesino-

. Además... El rostro del anciano pareció palidecer y se notaba en sus secas manos un temblor inusual. -¿Qué te sucede amigo?

-pregunté con más sorpresa-. ¿Qué me querías decir?

-También se puede ver por este bosque en las últimas semanas a una hermosa dama y quienes han estado con ella tampoco vuelven a sus hogares -añadió el viejo.

-El panorama que me describes no es muy halagador, pero si vivieras en la Corte de David con sus inesperados peligros, pensarías que las leyendas de este paraje son cuentos para niños.

Acomode mi montura y me despedí del viejo, dándole unas monedas de oro por su escasa información.

-Ten cuidado, yo ya te he avisado -volvió a repetir el campesino desde la lejanía.

Pero mi caballo ya se había internado decididamente en el espeso bosque de siniestros robles y, tras una hora de camino, me sentí extrañamente fatigado, y desmonté. En cambio el caballo se sentía nervioso. Entonces escuché el relincho de otro corcel, que aunque se hallara a bastante distancia, me decía que alguien me había estado siguiendo desde mi salida del pueblo. Así mis sospechas eran verdaderas y, con mi espada desenvainada me quedé quieto tras unos elevados arbustos, esperando a que viniese mi captor y dejando mi caballo como anzuelo. Parecía que nadie se acercaba y cuando pensaba reanudar mi trayecto, escuché un rumor de pasos. Alcé mi vista y vi, entre la abundante vegetación, la figura alta y erguida de una hermosa mujer, cubierta por una amplia túnica blanca. Salí a su encuentro con mi acero y ella no pareció mostrar sorpresa. -¿Quién eres y por qué me persigues? -pregunté en tono amenazador.

La mujer en cambio demostró cierta tranquilidad en sus palabras.

-Aunque te dijera quién soy, no me creerías, extranjero, y además no te perseguía -respondió ella-. Es la primera vez que te veo, pero esperaba este encuentro hace semanas. ¡Por los antiguos dioses! He estado en un reino oscuro y frío en los últimos siglos, y por fin he despertado para conocerte. -No me gusta la gente que habla con acertijos

-continué mientras guardaba mi espada, sin embargo das la apariencia de una persona tranquila. -Comprendo que te muestres escéptico, extranjero. Yo también lo estaría si viviera en la Corte de David . Pero tu esfuerzo ha tenido su compensación, pues estoy hablando ante Ariel archibald. -No te he visto antes por el palacio, sin embargo veo que tú sabes muchas historias sobre mí.

¿De dónde vienes, muchacha? -Ya te he dicho que aunque te lo dijera no me creerías.

-Si eres una de las amazonas de narima , no tendrás tiempo de llamar a tus compañeras y de recrearte

. -No pertenezco al pueblo de esas doncellas guerreras, pero sé que mediante engaños , la cruel narima te arrastró hasta este reino perdido, después de pasar verdaderas vicisitudes en aquellos túneles y bóvedas subterráneos.

-¿Cómo lo sabes?

Mi pregunta fue en realidad una solemne estupidez pues sabía que no iba a encontrar de momento ninguna respuesta. -La vida te trata duramente, extranjero de Occidente, y el Destino te ha llevado ante estas llanuras de envidias y desolación -prosiguió la doncella-. Pero como un buen guerrero, también encontrarás tus debidas compensaciones. No te hundas ahora, cuando podrás conseguir un trono, el difícil trono de Blair

. -¿Qué estás diciendo, muchacha? -pregunté sorprendido-.

Mi única ambición es saber quién quiere asesinarme y marcharme de aquí con mi amiga Serena

. -No quiero ser pesimista, pero el futuro con tu amada no será feliz. -¿Puedes verlo? -No deseo apresurar los acontecimientos, porque entonces los demás dioses me castigarían. Ya te advierto que cuando ella y tú empecéis una nueva etapa en vuestra vida, la perderás cruelmente, pero tendrás por unos meses el recuerdo de su felicidad, de sus dulces sentimientos, mientras eres rey de Serena . -No deseo arrebatarle la corona al cruel karim, solo me marcharé de aquí. Ya te lo he dicho. -No te irás tan fácilmente como supones. Las invisibles ataduras del Destino te obligarán a permanecer aquí durante unos meses. -No quiero saber el futuro sin vivir el presente. Parece que hay buenas intenciones en tus palabras, mujer, pero pronto llegará el mediodía y ella se preocupará por mi tardanza. Indícame dónde está la cabaña .

-El impulso y tu arrojo en la aventura son los dos pilares que te sustentan, extranjero occidental. Sigue el sendero marcado por unas rocas blancas y encontrarás la casa del hechicero. El viejo te dirá quiénes pretenden tu final rápido.

Así concluyó la mujer su extraña conversación y tranquilamente continuó su camino con paso firme y silencioso por el bosque hasta desaparecer en la espesura como una blanca llama que se extingue en la oscuridad. Y mientras ella se alejaba del lugar, empecé a sentir sueño y decidí acostarme bajo un árbol por unos momentos. Mi caballo se acercó a mí y esa imagen fue lo último que vi antes de sumergirme en el sueño de los recuerdos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 03, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La mujer de las afueras  Guada AlcocerWhere stories live. Discover now