{HISTORIA TERMINADA}
Aquella rusa que llegó a Cruz del Sur no era una presa cualquiera, y Zulema Zahir lo sabía bien.
Lo que no esperaba era que fuera a romper todos sus esquemas.
[Zulema por oc femenino]
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Se despertó de golpe envuelta en un sudor frío, con la sensación de que algo no iba bien. Se revolvió nerviosa en la cama, y se dio cuenta de que estaba tapada por una manta. "Zulema", pensó.
Dio un vistazo rápido a la celda para asegurarse de que estaba sola, y cogió el teléfono móvil. Tal y como suponía, tenía una llamada perdida. Marcó el número con rapidez y, moviéndose de un lado a otro sin importarle que alguien la viera, esperó a que contestaran.
Tardaron en hacerlo.
- ¿Qué es lo que pasa? - preguntó con un deje de ansiedad en la voz. Ella era muy dada a tener presentimientos que se convertían en verdades muy certeras, y este no parecía ser uno bueno.
- Tikho - respondió la voz al otro lado de la línea.
- No me pidas que me tranquilice y dime ya que es lo que está pasando.
Pudo escuchar un suspiro ahogado por parte del hombre con el que estaba hablando, antes de que este le diera finalmente una respuesta.
- Dima está enfermo - le costó hablar en español, pero hizo un esfuerzo - Gravemente enfermo.
- ¿Se recuperará?
- No es probable.
Anastasia sintió que las piernas le fallaban, y se dejó caer en el suelo, con la espalda apoyada contra la pata de su litera.
- De acuerdo - murmuró, completamente perdida en sus pensamientos - Hacedme saber si hay novedades.
No supo muy bien cuánto tiempo pasó, pero cuando se levantó las piernas casi no le respondían. Sacudió la cabeza y salió de la celda antes de que cualquiera de sus compañeras pudiera entrar. No tenía ganas de ver a ninguna. Ni tan siquiera a Zulema.
Caminó por la galería a paso rápido hasta llegar a la celda que estaba buscando. Había tres mujeres ahí reunidas, que se giraron para mirarla con curiosidad. Todas ellas pertenecían a la mafia que dirigía, y dos de ellas habían salido en su defensa contra Anabel.
- Dima está enfermo - anunció, en un susurro - Kostia dice que morirá pronto.
Pudo ver como los ojos de algunas se llenaban de lágrimas, pero ella se mantuvo fuerte. Se acercó para abrazarlas, y permaneció con ellas el resto del día. Sentía que necesitaba estar con su gente, aunque todavía no fuera capaz de llorar el dolor que inundaba su corazón.
