14. Los cumplidos

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Si me hubieras preguntado hace un mes si pensaba que alguna vez estaría en una cita con Kwon Ji-Yong, te hubiera dicho que era más probable que fuera abducido por extraterrestres.

Incluso ahora, me llevó a un paseo y sugirió una cena como alternativa a sentarse en el estacionamiento de la autopista 605, pero a medida que caminábamos por las calles de Old Town Pasadena, todavía no estaba seguro de si Ji-Yong y yo estábamos en una cita.

Empecé a replantearme mis dudas cuando sugirió una cena en un bonito y pequeño lugar italiano en vez de un lugar como Rubio's o California Pizza Kitchen. El restaurante era uno de esos pequeños lugares que podrían calificarse como que tenían ambiente.

Estaba oscuro dentro y tenía velas en todas las mesas. Incluso había alguien tocando el piano en la esquina. Me sorprendió que no necesitáramos reservación, pero era un poco temprano para la hora de la cena.

Reservación o no, el lugar gritaba cita.

¡Estaba en una cita con Kwon Ji-Yong!

Estaba tan nervioso que apenas podía dejar de temblar. Después de que el camarero nos trajera palitos de pan y tomara nuestros pedidos de bebida me sumergí en mi menú, era más fácil que mirar a Ji-Yong al otro lado de la mesa.

Después de un vistazo en su dirección, me di cuenta de que no había abierto su menú. Miró mi expresión curiosa y sonrió.

—Siempre juzgo un lugar italiano basándome en su lasaña — dijo—. Si es mejor que el de mi tía Ani, sabré que he encontrado un ganador.

Ese comentario fue tan lindo que me hizo reír y como por arte de magia, la tensión entre nosotros se había roto.

—¿Cuántas veces ha pasado? —le pregunté.

—Nunca —admitió—. Mi tía Ani hace la mejor lasaña en el mundo. Es dueña de un restaurante en Sacramento, ayudo durante el verano. —Se rió ante el recuerdo y negó con la cabeza—. Siempre me hace servir mesas y deja a mi primo Paul lavando los platos porque siempre coquetea con las clientas.

La conversación fue casual durante la cena mientras Ji-Yong me hacía todo tipo de preguntas y me contaba historias sobre todas las bromas que le jugaba a su desesperado primo Paul mientras crecía. En el momento en que habíamos terminado nuestra cena, sentía como si lo conociera de toda mi vida.

—¿Así que cuál es el veredicto? —pregunté cuando terminó su lasaña—. ¿Puede competir con la de la tía Ani?

Ji-Yong se quedó mirando el plato vacío con esa mirada escrutadora que a veces me da, luego sonrió.

—No. Pero aun así era bueno. ¿Cómo estuvo lo tuyo?

Yo había pedido rigatoni.

—Excelente —dije con sinceridad—. Comí demasiado.

Justo cuando confesé mi exceso, el camarero volvió y preguntó si nos gustaría algún postre.

—Oh —dije, alcanzando mi estómago lleno—. No creo que pueda...

—Vamos, Yoon —interrumpió Ji-Yong—. ¿Dónde está tu sentido de la aventura? Se supone que esto es una celebración después de todo.

Contuve un gemido.

—Bien, voy a compartir uno, pero tienes que comerte la mayor parte.

Ji-Yong se echó a reír.

—Trato hecho.

Cuando el camarero volvió con un tiramisú y dos tenedores, Ji-Yong lo empujó hacia mí.

—Tú primero.

V es de Virgen [ j i m s u ]Where stories live. Discover now