Capítulo 3.

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Sesshomaru.

La presencia del sol por sobre el horizonte, cegando, no dejaba ya que se vislumbrasen las últimas estrellas de la naciente mañana. Por un momento aprecié el calor del sol en mi rostro, y me pregunté si su calidez sería similar a ella.

Yo era el cegado, por otro tipo de sol, uno que estaba a mi alcance pero era imprevisible.

Un sonido me sacó de este cúmulo de pensamientos; Rin finalmente había hecho caso a los pedidos de Jaken por despertarla. Agradecí internamente, la voz éste me era insoportable más cuando empezaba a insistir y se tornaba más irritante.

-Señor Jaken, buen día.- la niña se tallaba los ojos mientras hablaba aún medio adormilada, habría que esperar a que ingiera algún alimento antes de llevarla hacia donde se encontraba el grupo de Inuyasha.- ¡Buenos días señor Sesshomaru!- ya se había levantado y aproximado a mí, simplemente la observé.

-Humana, te estabas demorando, en unas horas debemos partir.- los chillidos regresaron, no suprimí el impulso y le di una patada como a diario al renacuajo.

-Rin, la miko quiere verte.- le hice saber para luego avanzar hasta estar bajo un gran árbol y poder sentarme a la sombra de éste, mientras veía como ella buscaba a mi sirviente, efusiva, para que la acompañase a buscar su alimento. Él solo debía cuidarla, aunque mi simple presencia fuese suficiente para despejar el área.

Volví a perderme, esta vez observando como entre las figuras que se formaban en el suelo por la luz que travesaba algunas ramas y hojas, un rayo parecía señalar una flor. La analicé mientras buscaba en los rastros de mi memoria, algo de lo que había alcanzado aprender de estas humanas.

Una campanilla de invierno, curioso hallazgo debido la estación actual. Se encontraba rodeada de otras que no habían aguantado el cambio climático, haciéndola ver como una guerrera vestida de blanco, abatida por las pérdidas.

Naturaleza. Algo que desde que desde que dejé de ser un cachorro, rara vez tenía importancia para mi.

Pero ahora observaba una flor, la distinguía de entre otras y hasta la analizaba como si de una obra de arte se tratase. No pude evitar volver a pensar en ella, sabiendo que la razón de que ronde tanto por mi cabeza no es una simple curiosidad, pero aún sin identificar del todo la causa.

No supe hallarle nombre a algo que te hiciese sentir de ésta forma, solo sabía que no me desagradaba. Y eso era más que importante.

-"Ella es importante".

Un escandalo y olor a frutas me hizo saber que no faltaba mucho para que partiéramos, Rin estaba completamente adaptada a nuestro actual modo de viaje, desde que ella llegó. Así como Jaken había entendido, que al mínimo rasguño que ella se hiciese bajo su cuidado, él pagaría. 

Ella había vuelto esto una manada, una pequeña, pero una manada; donde a los cachorros se los protege por sobre todo.

Cuando los vi posicionarse cerca de Ah-Un, esperé a que ingiriesen un par de alimentos, para darles una señal y empezar a caminar mientras la pequeña seguía comiendo. No habían peligros por la zona y el camino era simple.

Para cuando ese grupo se encontraba a considerables pasos, ya no quedaban frutas. 

Fui consciente del viaje casi en un estado automático; la miko se aproximaba a nosotros junto al kitsune. El punto de encuentro iba a ser un claro con flores, como usualmente.

La brisa me trajo su aroma, pepino y sandía, una combinación curiosa pero fresca y levemente dulce. Justamente como ella. 

Últimamente, verla era un pequeño choque hacia mi compostura. Cuando Rin corrió hacia ella -quien soltó al zorro- para fundirse en un abrazo, algo amargo se instaló en mi pecho; algo similar a la envidia. Este Sesshomaru estaba sintiendo envidia por la interacción entre dos humanas. 

Mensajero floral. [ Sesshome ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora