Capítulo I: El tímido deseo de Kid

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Es otoño en Sidney, Australia, un calor insoportable, un humo grisáceo y seco que dificulta la respiración, y por extraña razón, los Spartoi no entienden nada de lo que dicen los lugareños, incluso Kid echó bromas sobre el español chileno, y todos sabemos que Kid no es un especialista en bromas.

—Oye Kid, ¿nos recuerdas por qué estamos en el teatro de Sidney? —Preguntaron al unísono las gemelas Thomsons.

—Porque Tsubaki le ganó una apuesta a Excálibur, y nosotros somos los penitentes.

—Tan sólo imagina esa acústica Soul, una resonancia acá sería impresionante. —Dice alegremente Maka, sacando la lengua en signo de atrevimiento.

—Eso no sería nada cool. —Dice  Soul, con un tono de voz bajo.

—Pero hermano, ¡mira lo genial sería que sería esa magnitud de onda acá, junto a mi, el gran Black*Star!

Y puff, un bastonazo en la sien recibe Black*Star cortesía de Excálibur.

—¡Baka! Recuerden que deben escuchar mi aria  y mi historia, y de como los ancestros de Kid inspiraron la construcción de este palacio del siglo XX.

—No seas mentiroso. —Replica Kid—. Todos sabemos que un día el arquitecto de esto lo hizo inspirado en una naranja recién pelada.

—Ju, ju, ju, pelaaada dice la fresca —Irrumpe irónica Liz— parece que alguien quiere pelarse.

—A mi no me miren —Dice Black sonrojado.

—Las cosas que dices —Maka y Soul responden casi al unísono, sonrojados.

—¡Ja, ja!, verdad que a Kid le incomodan esos temas. —Dice Patty con dulzura.

—Esta vez tu hermana tiene razón, pero no quiero arrastrarlos a todos con un capricho tan egoista. —Dice, entristecido, Kid.

—¡Hermano, para que están los amigos! ¡Yo, Black*Star puedo ayudarte, pero no cuentes con mi culito, porque está tatuado con el nombre de Soul!

Y todos caen en risotadas.

—Hay otro problema, —Advierte Maka— ¿Cómo zafaremos de Excálibur?

—¡Cierto! —Dicen todos, desanimados.

Soul sonríe maliciosamente.

—Sabía que esos 50 dolares americanos me servirían para algo, contraté a algunos canguros y marsupiales para que asistan de público.

—¿Y crees que Excálibur toleraría tal audiencia? —Pregunta Kid.

—Son miles los marsupios que felices estarán a la sombra, recuerda que el incendio los humanizó, y ya que tengo el soul en mis venas, pude encantarlos con mis melodías.

—¡Así se hace! De todos modos, no quiero estar afuera, aquí hay un calor insoportable, y la humedad del teatro nos vendría muy bien para el calor que tendremos.

Risas complices y coquetas inundan el ambiente.


Tsutsuku

Mira Liz, soy la botella del amorsWhere stories live. Discover now