CAPITULO V

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-¿Por qué? - Su pregunta flotó a través de la cálida habitación. Hacia un frío de los mil demonios fuera de la cabaña. Pero el calor que emanaba de sus cuerpos enlazados era suficiente para mantener el frío a raya. Su aliento le hizo cosquillas a Draco en el pecho, que era en donde se encontraba recostada ella. Llevó una mano a su alborotado cabello y lo halo hacia abajo con suavidad para poder ver su rostro.
-Tendrás que ser un poco más específica - susurro él.
Ella soltó una pequeña risa.
-Tienes razón, hay demasiados por qué en mi cabeza.
-No me digas. - se burló él. Habían muchos por qué, lo sabía y no le gustaba la idea de responderlos.
Ella pareció meditar por unos minutos. Vio en sus ojos como se preparaba para hacer su pregunta. Ahí venia.
-¿Por que me asesinas en el futuro? ¿Por que me seduces ahora?
Él no parpadeó en ningún momento. Estaba aterrado de tener que responderle, pero tenía que hacerlo, necesitaba decírselo. Quería que ella viera y entendiera. Pero no estaba seguro de que podría soportarlo.
-Puedo mostrarte.
Su respuesta la sorprendió ¿Él estaba dispuesto a dejarla entrar en su mente?
-Pero no te gustará nada lo que verás. - sentenció él. Su silencio se estaba haciendo insoportable.
-¿Hará que te tema? - preguntó dudosa.
El bufó divertido. Por supuesto que le temería. Quizás lo odiaría de por vida. Pero ¿de que otra forma podía hacerla confiar en él? Prefería que supiera toda la verdad, antes que fingir ser un maldito héroe.
Tal vez así tendría una pequeña oportunidad de redimirse, por el simple hecho de querer hacer lo correcto.
Tal vez.
-Vas a temerme y vas a odiarme, pero sabrás la verdad.
Silencio. Sus largas pestañas bajaban y subían con nerviosismo. No sabía que hacer.
-¿Debo temerte ahora? - consiguió preguntar ella.
-No. - respondió sin dudar.
-¿Puedes responder a esas dos preguntas sin tener que enseñarme?
¿Podía hacerlo? No lo creía. No era lo suficientemente fuerte para responder a su primera pregunta y no tenía ni idea de qué responder a la segunda.
-No puedo.
-Entonces enséñame. - decidió ella. Sus dulces ojos miel brillaban con intensidad. Draco maldijo por dentro, pero se lo debía.
Le debía la maldita vida a esa mujer.
Sintió entonces una fuerza, suave, sutil, empujar su paredes, era ella.
No estaba seguro de que volvería a dejarlo acercársele, así que grabó cada minúsculo detalle de su rostro en su mente y luego... la dejó entrar.
—————
Se vio a sí misma junto a Harry, Dobby, Griphook y Ron que la sostenía en sus brazos. Vio cómo desaparecieron y como Bellatrix destruyó la habitación después de eso.
Discutieron. Narcissa le rogaba que no llamara al señor oscuro pero ella no estuvo de acuerdo.
Voldemort llegó y después de que Bellatrix relatara todo lo sucedido, una siniestra y escalofriante sonrisa se extendió por su rostro de serpiente.
Vio cómo conjuraba la maldición Imperius sobre Draco y lo obligaba a matar a su propio padre. Narcissa imploraba su perdón.
Draco no pudo resistirse y su padre cayó tieso y frío sobre la costosa alfombra.
Batallas. Torturas.
"No quiero sobrevivientes hoy Draco" la serpiente ordenaba y Draco cumplía.
Draco mataba a diestra y siniestra.
"Necesitamos entrenar Draco, tráeme algunos muggles, es mucho más satisfactorio"
Draco los capturaba y torturaba.
Algunos rehenes eran vendidos. Hermione sintió arcadas al ver como un tipo de subasta se llevaba a cabo, donde habían niños, mujeres y hombres.
Sin distinción de color, edad, género o condición.
Muerte. Sangre. Oscuridad. Desorden.
Todo era un caos.
Hermione temblaba con cada recuerdo que el rubio le mostraba y sospechaba que estaba siendo muy cuidadoso al elegirlos.
"He encontrado el incentivo perfecto para ti". Siseó la serpiente.
Draco ni siquiera se inmutaba en sus cortas conversaciones con él, pero el día en que el señor oscuro, pronunció esas palabras, un ligero temblor se apoderó de su cuerpo.
El cuerpo de Luna levitó sobre el comedor.
Estaba golpeada, tenía morados por todo el cuerpo. Sus ropas estaban desgarradas y Hermione podía imaginarse por qué.
Vio a la serpiente subir por la mesa de mármol y entendió a la perfección lo que pasaría a continuación.
"Son muy curiosos los recuerdos que encontré en su mente sobre ti, Draco. Que pena que tratando de ayudarla, la hayas sentenciado, ya sabes lo que opino de los débiles".
Vio a Luna levantar el rostro hacia Draco y pronunciar un débil Gracias justo antes de que la serpiente le devorara de un mordisco.
Draco ni se movió, como si fuera una gárgola. Lo único que confirmaba que de hecho era un ser vivo y estaba consciente de lo que había sucedido, eran sus puños cerrados con fuerza desmedida.
Todas las noches parecían ser igual.
Llegaba a la mansión, ensangrentado de pies a cabeza. La sangre no parecía ser suya. Su cabello rubio estaba teñido de rojo, su túnica chorreaba y así como estaba, se presentaba ante el señor oscuro.
"Aún no veo que lo disfrutes Draco".
"Que pena, pero aún no puedo levantar la maldición sobre ti, eres un gran soldado, no me puedo arriesgar a que desertes, tendría que asesinarte y no quiero eso".
"Déjate llevar Draco".
"Los servicios de tu madre son requeridos hoy Draco". Decía con burla.
Vio cómo él mismo levantaba a Narcissa de su cama con agresividad y la llevaba aún en su bata de seda a una habitación de la mansión. Un mortifago la recibió y le agradeció por sus servicios con una sonrisa pervertida.
Draco no le había mostrado la batalla de Hogwarts. Intuía que no podría soportarlo.
Y por último, Harry y ella estaban en la mansión Malfoy, caminando sigilosos, buscando algo. Draco estaba ahí, escondido en las sombras, acechándolos. Intentando con todas sus fuerzas resistirse.
Voldemort apareció, vio en su propio rostro el horror al verlo a él, a Greyback y a Montague.
Greyback se lanzó sobre ella y algo lo impulsó lejos en el último minuto.
Fue Draco.
"No me digas Draco ¿Tambien pretendes ayudar a esta vieja amiga?" siseo la serpiente.
Draco dudo por un minúsculo segundo. Lo vio tragar grueso y formar una sonrisa siniestra.
"Mi señor, esta sangre-sucia es especial, quiero el honor de acabar con ella".
Sus palabras, siseadas como la propia serpiente, hicieron que cada vello de su cuerpo se erizara.
Vio que las emociones de Draco eran muy diversas y confusas.
Él en realidad quería salvarla del mismo destino que sufrió Luna. Quería acabar con ella antes de que otro mortifago le pusiera un dedo encima. Prefería verla morir antes de verla maltratada o violada.
Voldemort hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa. Soltó una sonora y siniestra carcajada.
Ella y Harry estaban temblando. Harry se había colocado frente a ella en un vago intento por salvarla de las garras de Draco.
"Muy bien Draco, pero primero quiero ver cómo le arrebatas su virtud".
Él no pudo disimular el terror que inundó su rostro y el señor oscuro lo vio.
Levantó la varita y le ordenó nuevamente abusar de ella.
El recuerdo se distorsionó.
Todo era negro y un minuto después volvía estar en la misma sala. Harry estaba inmóvil con los ojos abiertos. Estaba muerto y ella estaba tirada en el frío piso de mármol, sangrando. Draco se abrochaba el pantalón y sin esperar ni un segundo más, la mató.
Esa noche, él se reunió con su madre. Hizo un gran esfuerzo por prestar atención a la conversación, aún no podía dejar de temblar por lo que había presenciado.
Vio cómo se rendía. Como se entregaba a Voldemort y como por fin levantaba la maldición sobre él.
Esa noche él lloro por primera vez en dos años. Silenció su habitación y gritó hasta que sintió sus cuerdas vocales desgarrarse.
Cerró los ojos ante esa imagen perturbadora y al abrirlos los ojos fríos y grises de Draco estaban observándola.
No lo pensó, ni lo meditó. Su cuerpo empezó a temblar y sintió la necesidad de levantarse, vestirse y salir de ahí. Habían sido demasiadas cosas que procesar.
Lo lamentó al ver el vacío en su mirada.
-Draco... perdóname. Ha sido muy... - No encontraba las palabras. Sentía como él se cerraba y se alejaba de ella.
Draco se levantó y le dio la espalda. Recogió su pantalón y sus bóxers y empezó a vestirse.
No quería rechazarlo. Él no había tenido la culpa. ¡Por Merlín, Voldemort era un ser despiadado y retorcido! Lo que había tenido que aguantar fue horrible, pero aún así se sentía demasiado aterrada. Aunque no de él y tenía que hacérselo saber.
Se levanto y recogió la bata que había dejado caer al suelo. Se la puso y se acercó a él.
Pasó una mano temblorosa por su fuerte espalda.
Él estaba abrochándose el pantalón cuando sintió el débil roce de unos delicados dedos por su espalda.
Se quedó paralizado, sin resolver que más podía hacer.
Lo rodeó en un cálido abrazo y esperaba que él entendiera, que no lo culpaba por nada.
-Necesito tiempo. -Susurró ella.
Él ocultó lo mejor que pudo lo decepción que sentía. Aunque ella ni siquiera lo observaba.
-El que necesites.
Se separó de ella, se puso la camisa y salió del ático dejándola sola para que pudiera vestirse con calma.
Retomó su plan de ir a caminar por la orilla Del Mar. Solo que esta vez, había una minúscula y fastidiosa luz, brillando en su interior, pidiéndole a gritos, que no se ahogara en sus profundidades.
Que tal vez había una oportunidad para él.
Tal vez.

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