5. El gótico enternecido

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Grace.

 

Mi martes continuó en ir en la tarde con mi padre al centro comercial a comprarle un regalo a Hunter. Había tardado poco más de hora y media en elegir algo que sea perfecto para él. Finalmente me decidí en un álbum de fotos color azul marino. En cuánto llegué a casa, escaneé todas las fotos que tenía con Hunter y las imprimí para luego colocarlas en el álbum, después de eso escribí notas divertidas a un lado de estas para que cuando viese las fotografías, se riera recordando todos los momentos que compartimos. Luego me ocupé en escribir en la tapa con rotulador negro “Feliz cumpleaños, Hunt” junto con una gran cara sonriente.

Habíamos compartido incontables momentos juntos. Ya sea desde pequeños, en cotidianas situaciones como jugando juntos con harina en la cocina de Sally, o llenándole de crema al rostro a Noche Salvaje, o juntos haciéndole un saludo militar a mi padre, mientras este reía a más no poder. Obviamente, teníamos fotos de preadolescentes, ambos lanzándonos agua en la playa y una incluso peleando. Una de mis favoritas, era una actual: había ocurrido en Navidad y ambos estábamos envueltos en una manta con divertidos dibujos navideños para mantener el calor. Él llevaba un gorro de Santa Claus y me rodeaba con los brazos, y yo llevaba una nariz tan roja como la de Rudolph y una bincha con las astas de un alce y estaba apoyada en su hombro derecho; ambos teníamos estampadas grandes sonrisas. Sonreí y continué pasando las páginas. También, teníamos muchas fotografías en la casa del árbol de mi patio trasero. Aquel lugar había sido nuestro fuerte, nuestro refugio, por años. La casa del árbol era testigo de tantas situaciones posibles entre Hunter y yo, también de cosas que no prefería recordar…

Cerré el álbum con un suspiro y lo dejé a un lado de mi mesita luz. Me senté en mi cama, apoyando la espalda contra el respaldo, y con el rabillo del ojo espíe a la fortaleza de madera sobre el roble. La cual no había sido utilizada desde hacía 10 años.

22:17 pm. Escribiendo mi columna.

 

Un poco de ayuda.

FIESTAS.

Por: Grace Lovering.

Buenos días, o tardes, o noches, o cuando sea que leas esto.

Hoy quería escribirles con algo relacionado al tema de esta semana. Las fiestas pueden ser muy divertidas cuando estás pasándola bien entre amigos, y siempre y cuando las cosas no se salgan de control al punto de ser riesgosas. (Hago este paréntesis para recordarles que no deben conducir luego de haber tomado en una fiesta. Tomen conciencia, por favor.)

Pero, ¿qué sucede cuando no estamos cómodos con el ambiente, o la ropa que se supone que se debe usar, o no tenemos con quién divertirnos? Bueno, aquí yo vengo a decirles que sonrían y traten de estar confiados. Claro, ¿pero qué diablos sabe la chica que escribe en el periódico?

No lo sé. Ni soy especialista, ni terapeuta. Solo escribo lo que creo que podría ayudar.

Si no te sientes cómodo con el ambiente, y alguien te fuerza a ir, solo di “basta”. No tienes por qué ir a un sitio al cual no te apetece ir en lo más mínimo.

Si crees que tienes unos kilitos de más y te hace sentir mal ver a tantas chicas delgadas regodeándose de su cuerpo, ¡a la mierda! No es obligatorio usar una mini falda o top diminuto, si quieres ir con unos jeans y una camiseta, ¡hazlo! Eres libre de hacer lo que quieras en cuánto a vestimenta. Tampoco te sientas avergonzado de usar algo que no crees que es adecuado para tu cuerpo, tú eres el único capaz de considerar lo que puedes usar o no. No dejes que nadie te haga sentir mal haciéndote creer lo contrario.

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