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CAPÍTULO VEINTIOCHO
Sorpresa 1/2








—¿Cuanto se tardarán? —cuestionó la voz de mi miembro menor al otro lado de la línea, momentáneamente aleje el aparato de mi oreja, con la mirada busque en la pantalla aquellos números pequeños que encabezaban arriba del todo. Eran pasadas de las cinco de la tarde—. Digo, para saber de una vez si debo esperarte despierta ó estar sumida en mi quinto sueño.

Lo mucho que tardaríamos serían dos, tres, máximo cuatro horas, seguimos sin llegar. Tengo sueño, y ni que decir de él, se quedó dormido apenas subimos a la camioneta —rápidamente volví alejar el teléfono de mi oreja, Lisa había soltado una gran carcajada estruendosa sin dar aviso—. ¿Que te causa risa? Por poco me dejas sorda.

—Es que... —se interrumpió así misma soltando otra carcajada—. Tu cancelaste nuestra habitual tarde de compras, para visitar a la familia de tu novio por su cumpleaños. Pero este se queda muerto a medio camino. Mal. No quiero ser tu.

¡Está agotado por la gira! —defendí alzando demasiado la voz, por reflejo casi azote mi mano tapando mi boca voltee un poco la cabeza a los asientos traseros asegurándome que el pelirrojo no tan pelirrojo siguiera descansando pacíficamente—. Todo es culpa del manager, pudimos haber llegado desde hace tiempo si el hubiera llenado el tanque antes de partir.

—¿Se quedaron tirados? —solté un sonido de negación para responder la pregunta—. ¿Estas en una gasolinera?

No respondí centrando mi atención en la gran camioneta negra que se recién se había aparcado a muy pocos metros del donde nos encontrábamos, trague en seco cuando noté como varios hombres salían del interior. Vestían prendas oscuras de pies a cabeza, usaban pasamontañas negros en sus cabezas sin dejar a la vista ni un sinónimo de sus rostros ó rastro de piel.

—¡Lalisa! —exclame su nombre ahogando un grito, al presenciar como uno de los hombres se acercaba al manager por detrás y lo golpeaba en la parte posterior de la cabeza, ocasionando que este cayera desmayado al suelo. Como si esa fuera la señal, los cinco hombres que se mantenían cerca de su camioneta, se alejaban de ella acercándose a paso decidido a la de nosotros.

—¿Chae? ¿Qué sucede? —me nombró con la preocupación presente en su voz.

Creo que nos van a secuestrar —me incline al asiento del conductor poniéndole seguro a las puertas, más aparte de ponerme a buscar las llaves con la mirada pero no había ni un solo rastro de ellas—. Llama a la policía y rastreen nuestros teléfonos, el mío tiene suficiente batería. El de Jungkook tiene la batería completa —indique haciendo memoria, pues al entrar a la camioneta este no dudo en pasarme su teléfono para que lo guardara.

—¿Que? Dios, ¡Jisoo Unnie, Jennie... —fue lo ultimo que escuché antes de cortar la llamada.

El sonido de la puerta abrirse de una manera brutal hizo que diera un pequeño salto en el asiento. Mire a los causantes con nerviosismo, eran ellos, el mismo tipo que había golpeado al manager jugaba con las llaves de la camioneta casi burlándose en mi cara. Sabía que era el por portar calzado rojo, lo cual me decía que era joven por el estilo del calzado.

—¿Donde está? —me interrogó uno de ellos su voz se escuchaba forzada, como si no quisiera que yo supiera su voz natural. Sus cómplices rodeaban con cautela la camioneta por fuera, observando que nadie estuviera cerca.

—¿Donde está? —imite la pregunta mostrándome confundida—. ¿Exactamente de quien estamos hablando? —empezaba a creer que se referían al chico que descansaba en el asiento trasero.

ᴄᴏɴᴛʀᴀᴛᴏ |Rosekook   [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora