Capítulo 25: "¿Quieres un beso?"

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Mini Maratón 2/3

La salida del hospital tarda más de lo que tenía improvisto, el doctor Griffin me aseguro que todo era parte del protocolo y no quería secuelas de la intoxicación

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La salida del hospital tarda más de lo que tenía improvisto, el doctor Griffin me aseguro que todo era parte del protocolo y no quería secuelas de la intoxicación. Luego de estar otras 5 horas en el lugar, en el momento de llegar al estacionamiento, recorro el lugar con mi mirada, arrugo un poco y me fijo en el sexy rostro de mi vecino.


—¿Y tú madre? — Pregunto— ¿Dónde está?

—Fue a recoger a Connor, estará con él toda la tarde y luego lo llevará a casa—me explica.

—Lamento ocasionarte todas estas molestias— digo apenada— a ti, tu deber como papá, a la señora Roma y el Señor Frank... realmente no quiero ser una carga.

—Loto— me llama y me toma por los hombros— no eres una molestia, estas cosas pasan, ¿Ok?, vamos a casa— me indica y entramos al auto.


Al salir del estacionamiento, Hendrick se concentra en la carretera.

El hospital está un poco lejos de casa, tardaremos unos 20 a 25 minutos al menos.

Parece que Lago cristal es más grande de lo que pensé.

Me recuesto en el asiento del copiloto y volteo a ver al conductor y lo primero que noto son sus ojos, incluso cuando está concentrado en la carretera por el rabillo su iris azul hacen presencia. Sus manos toman con delicadez volante.

Un vecino sexy...

Cosita rica, deliciosa...

Su mirada cocha con la mía en un momento determinado. Lleva una de sus manos hasta la mía y le da un pequeño apretón.

—¿Te diviertes? — pregunta con una chispa de maldad en su voz.

—¿Con qué?

—Mirándome, Loto. Mirándome.

—No— sacudo mi cabeza— Todavía no lo he hecho bien. Ah— aclaro mi garganta—antes de que digas algo como "toma una foto dura más" o algo así, no lo haré. Nada como lo presencial.

Su carcajada inunda todo el auto.

—No son mi tipo de frases... pero, lo tendré en cuenta.

—De nada.

—Pero me refiero es a tu escaneo a través de tu ventana. Todas las mañanas de los domingos a las 8.


¡Caos!


Mis neuronas comienzan a correr desesperadamente mi mente buscando en algún archivo con alguna excusa viable ante su acusación.

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