Antes de Navidad

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Era la misma noche de la primera prueba, y Septimus decidió volver a la Sala Común, pues los vítores de festejo que había en todo el castillo eran insoportables, además de que tampoco podía salir a los terrenos porque allí estaban los estudiantes de Durmstrang y Beauxbatons. 

La figura del Lestrange se hizo en la Mazmorra de Slytherin, y el silencio apareció al mismo tiempo. Los estudiantes ya no temían a Septimus como los primeros días, sin embargo, le tenían el suficiente respeto como para evitar tener problemas con él. Artorius se había encargado de asustar a todos diciendo que ambos habían torturado y asesinado con las Maldiciones Imperdonable, y aunque era verdad, el menor, por alguna razón, había olvidado todo lo que hizo; Cuando le obligaron a torturar, o cuando asesinó por querer salvar a su padre. 

Había llegado a la conclusión de que valió la pena tener que asesinar al Auror, pues al fin y al cabo, Rabastan era su padre, y su deber como hijo era protegerlo. También se había dicho a sí mismo que era mejor olvidar su pasado y dejar de tener aquel peso en su espalda. Barty podía hacer la misión por sí mismo, y el trabajo de Septimus sólo era ayudarlo con la poción Multijugos, y Artorius sólo debía protegerlo e informarle todas las noticias que la familia Lestrange daba. 

Afortunadamente, la mayoría de los estudiantes se estaba yendo a dormir, por lo que el Lestrange aprovechó para colocarse frente al fuego en los cómodos sofás de cuero. Se recostó y sólo comenzó a reflexionar. Por alguna razón estaba seguro de lo que quería, seguro de lo que sentía; estaba enamorado de Fleur. Hacía días que notaba un cambio en su propio comportamiento cada vez que estaba cerca de ella. La manera en la que no podía parar de mirarla, o de cómo se preocupó esa misma tarde al verla tan indefensa contra el dragón. Se sentía fuera de sí en cada mínimo instante que estaban juntos. Aborrecía como todos la deseaban como si fuera un premio, porque él no la veía de esa forma; para él, ella era algo inefable, era la razón por la que ya ni siquiera quería volver a su Sala Común, la razón por la que apenas hablaba con Barty Jr o Artorius. 

Sin embargo, en su cabeza también estaba el nerviosismo de volver a su casa. Los Lestrange le harían pagar por su inutilidad a la hora de cumplir con un trabajo. Recordaba muy bien la charla que había tenido con su padre días antes de llegar a Hogwarts:

Inicio de Flashback...

Septimus y Rabastan mantenían una silenciosa caminata a través de los terrenos de su casa. Pasaban cerca del jardín floral, aunque el lúgubre día gris hacía que todo se viera mucho más oscuro de lo normal, incluyendo la amplia variedad de flores que tanto le gustaba a Mérula.

Ambos con sus trajes negros pisaban el húmedo césped. Rabastan, con un ceño fuertemente fruncido, mirando hacia todos lados y con las manos unidas en su espalda. Septimus, hundido en la insufrible espera de que su padre hable, mantenía la cabeza gacha, y atisbaba sus alrededores. 

- Escucha, Septimus. Debes hacer este trabajo a la perfección - dijo finalmente el mayor - La confianza del Señor Tenebroso para con nosotros está en juego. Es inaceptable que falles.

- Lo sé, padre. Prometo que no fallaré. 

- No esperaba menos. Eres un Lestrange; lo suficientemente superior como para hacerlo a la perfección.

Era irónico escuchar a Rabastan elogiando a su hijo, siendo que días antes parecía detestarlo a causa de el poder que Voldemort le había dado. Pero por otro lado, Septimus lo único que quería era enorgullecerlo, pues era su padre, y cumpliría todo lo que él dijera. 

Fin del Flashback.

El joven Lestrange también sabía que su primo tampoco querría decepcionar a Rodolphus, lo que los dejaba en la misma situación.

El Heredero de Regulus Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora