Un dilema divino

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Hace muchos años, luego de la muerte del Nazareno y antes que Roma padeciera uno de los grandes cambios a nivel religioso, los romanos seguían siendo politeístas

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Hace muchos años, luego de la muerte del Nazareno y antes que Roma padeciera uno de los grandes cambios a nivel religioso, los romanos seguían siendo politeístas. Adorando a sus dioses, otorgándoles ofrendas y todos los rituales necesarios para establecer una paz espiritual.

Mientras tanto, en algún rincón del cielo, los inmortales observaban a los habitantes, en su día a día. Hasta que una escena irrumpió en su rutina.

—¿Qué es lo que estoy viendo? —exclamó Júpiter.

—Si es lo que creo que es... deberíamos preocuparnos –respondió Juno.

Lo que estaban percibiendo es a la gente reunirse en distintos puntos ante ciertas personas con distinta vestimenta que andaban propagando la palabra de Dios.

—¿Quiénes son esos extranjeros? —añadió Marte.

—Al fin... caras nuevas —pensó Venus.

—¿Acaso les están llenando la cabeza de mentiras? Nosotros estuvimos primero —estalló Neptuno.

—Eso es cierto, pero no es bueno prejuzgar, veamos con claridad la situación y luego saquemos una conclusión al respecto. —La sabiduría de Minerva se hizo presente.

De vuelta en la Tierra, algunos romanos escuchaban, otros protestaban en defensa de su religión. Con este revuelo, los soldados no tardaron en aparecer para llevar, a los recién llegados, presos con la justificación de injurias y calumnias.

—Necesitamos hablar con su máxima autoridad para que nos dictaminen —le suplicó uno de ellos, al parecer el líder, llamado Pedro.

—¿Con el emperador? —preguntó un soldado.

—Con un representante eclesiástico —le corrigió un compañero del apóstol.

Los soldados se miraron para luego reírse en sinónimo de burla.

—¿Y cuál sería el motivo?

—Venimos de parte de Poncio Pilato.

Un silencio letárgico se hizo ante una respuesta que los romanos no se esperaban en absoluto. De repente, un viento había llegado logrando alzarse hacia los dioses.

—Al parecer fue solo un alboroto –comentó Júpiter.

—Señor, recuerde que cuando hay caos, lo que aparenta el regreso de la normalidad puede ser el comienzo de una gran catástrofe —acopló Minerva.

—No afirmo ni niego que tengas razón, pero déjame pensar en una idea. Algo se me ocurrirá —apareció Mercurio con la intención de aportar una solución a lo inexplicable.

De esta manera, los días pasaban y los recién llegados desde su calabozo no recibían ni un haz de luz, perdiendo la completa noción del tiempo hasta que los mismos soldados le dieron una respuesta.

—Los dejaremos ir, pero los escoltaremos en su camino hacia nuestro señor supremo. No les garantizamos que vuelvan con vida.

Los presos cruzaron miradas, analizando la situación y la poca (casi nula) alternativa que tenían de escapar.

—Iremos, aunque sea lo último que hagamos —respondió Pedro con seguridad.

Con un clima nublado, más arriba las nubes no eran un impedimento para los inmortales que contemplaban una especie de peregrinación.

—¿A dónde lo llevan? —pregunta el dios Supremo.

—Parece que los van a ejecutar —comentó Neptuno.

—¿Qué son esas caras largas? ¡Vamos, ánimo! —interrumpía Baco con su acting.

—No es momento para festejar. ¿Acaso no presencias lo que puede pasarnos? —le respondió Marte.

—Me parece que no tendríamos que pelear, cuando ahora más que nunca debemos estar unidos como una familia —añadió Minerva.

—Escúchenla —aportó Juno.

—Señor —dirigiéndose a Júpiter—, debemos hacer un llamado a todos los dioses e informarles sobre nuestro futuro. Presiento que se avecina algo que nos cambiará para siempre.

—Tengo una idea. Sonará descabellada pero deben prestarme atención. —El entusiasmo de Mercurio sorprendió a todos.

Lo que sucedió después fue como un efecto dominó. Cada causa tenía su consecuencia como el desenlace de los apóstoles, no sin antes dejarle en claro a los romanos que, al menos, hubiera alguna forma de recordar a su líder, el Nazareno, cuya consecuencia fue el surgimiento de rebeldes que ponían en jaque la fe, provocando caos por doquier hasta que la furia de Eolo resultó ser la gota que derramó el vaso. En cambio, los dioses tenían su propia batalla: buscar la manera de no ser olvidados por los mortales.

Acá es cuando entró la idea de Mercurio que consistía en darle una oportunidad de cumplir el deseo de los apóstoles, ya que Julio Cesar había expulsado a Poncio de sus tierras para terminar, como castigo, gobernando entre judíos. Y ahora ellos llegaron a Roma esperando una señal de gratitud y lo que menos recibieron fue eso mismo. Este deseo es la ceremonia que conocemos hoy como Pascua.

En cuanto a lo divino, si la gente los olvidaba, Morfeo entraría en acción en cada mente humana para que sus nombres reaparecieran en otros elementos. ¿No fue genial la idea?

Hasta que la primera Navidad no se hizo esperar, donde los romanos comenzarían a ser monoteístas, además del único momento cuyos dioses estarían en paz con ellos mismos. En el caso de Júpiter, Neptuno, Marte, Venus, Mercurio y el titán Saturno serían recordados en el cielo mediante la identidad de seis planetas del sistema solar. Tanto Minerva como Juno estarían como opciones para asignarle un nombre a una persona femenina. A Eolo se lo recordaría por la energía eólica mientras la presencia de Baco rondaría en las celebraciones de los mortales.

Por mi parte, diría que este relato llegó a su fin, sin antes aclarar que si bien no todas las peleas terminan en malos términos porque se pueden debatir, discutir sobre algún tema en particular sin llegar a la violencia, en cualquier lugar, la existencia de este tipo de ceremonias había provocado una armonía entre humanos y no-mortales. Además, con el correr del tiempo, cada Navidad era distinta pero la esencia no se perdía y ningún ser divino se sintió más o menos importante porque todos tenían su protagonismo, gracias por la colaboración de cada uno de ellos.

Esto dejó en claro una cosa: por separado pudieron tener millones de aventuras, en cambio unidos demostraron que ejecutar y cumplir una misión que parecía imposible, cuasi utópico, se convirtió en la mejor aventura de todas. Un pedazo de historia que las personas contaron de boca en boca y, en esta oportunidad, fue escrito para que no se pierda entre tantos mitos y leyendas.

Antología "Navidad entre dioses"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora